Editorial Agosto 2022 “Cuestión de formatos”

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En esta época estival, cuando el relax de las vacaciones provoca (al menos en mi caso) un descenso del stress y la vorágine del día a día, habitualmente me da por reflexionar sobre temas que, aunque conocidos, están atropellados en mi mente en favor de otras actividades más urgentes. Actualidad manda, casi siempre.

El caso es que hace unos días estuve echando un vistazo a mi colección de música, esa que llevo acumulando desde mi adolescencia, recuperando algunas viejas costumbres a la hora de escuchar aquellos discos que han marcado mi vida. Me encontré con viejas joyas que compré ilusionado en su día y exprimí hasta aprenderlas de memoria, ahora relegadas a un viejo armario donde acumulan polvo. En un ejercicio de nostalgia, estuve varios días recuperando esos pedazos de mi vida, capítulos de una existencia que me han llevado a ser lo que soy hoy.

Don Hilarión, uno de los protagonistas de la conocida zarzuela “La verbena de la Paloma”, afirmaba que “los tiempos cambian que es una barbaridad”. No hay más que ver la pléyade de formatos que salen de mi armario para dar fe de ello. Algunos están ya del todo obsoletos y otros están volviendo a la vida después de años de ostracismo, pero todos ellos fueron importantes en su día para todos nosotros.

En este repaso, no puedo evitar sonreír de forma nostálgica al repasar las inolvidables cassettes. Debo reconocer que, aunque poseo algunos discos originales comprados en este formato, la mayoría son grabaciones provenientes de amigos, que compartíamos en aquellas TDK o BASF los discos que nos prestaban. Aún conservo algún reproductor de cassette, pero reconozco que hace muchos años que no lo utilizo, por miedo a destrozar la banda magnética que lleva sin girar desde que comprábamos en pesetas.

Tengo un especial cariño a mis discos de vinilo, un formato que está volviendo, sobre todo para los que nos consideramos melómanos y damos importancia también al continente, además del contenido. No hay otro formato que nos permita gozar de igual forma con las portadas y contraportadas, fotos interiores, libreto, etc. Sobre todo en aquellas ediciones en las que esta faceta se cuidaba con esmero. Y entre los vinilos, ocupan un lugar destacado en mi memoria aquellos singles de 45 r.p.m. con una canción en cada cara. Una de ellas, el éxito propuesto del LP completo y, en la cara B, un tema desconocido, a veces inédito, que descubríamos con pasión. Esos singles, llamados también SP (Short Play) frente al LP (Long Play), tenían un punto intermedio en los EP (Extended Play), llamados también mini-LPs o maxi-singles, con 2 ó 3 temas en cada cara.

Y llegamos al CD. Un formato que nos vendieron como el mejor, hasta el punto de que tenía un precio mayor que el vinilo a pesar de ser mucho más barato de fabricar, almacenar y transportar. Y todos caímos en la trampa de pagar más por algo que valía menos. Sobre esto hay detractores, aunque mi opinión la tengo clara: Un vinilo suena mejor en un buen aparato HI-FI, de los que cada día quedan menos. Pero un CD es más fácil hacerlo sonar en casi cualquier parte. Un reproductor pequeño o portátil, incluso en los coches que aún tienen reproductor de CD.

Después llegaron los .mp3 y por último la música en streaming, algo muy cómodo pero que le quita el valor añadido de tener el disco entre las manos, disfrutar de la portada, el artwork y todo lo que ello conlleva. Qué os voy a contar yo que no sepáis… Esto ya lo vi venir cuando arrancaban las plataformas de streaming , hace ahora justo 14 años, en el Editorial de agosto de 2009, en lo que entonces era una “teoría futurista”.

Entre los formatos de vídeo ha pasado algo similar. Aún me duele el bolsillo de las 6.000 pts. de la época (una pequeña fortuna por entonces) que me costó “Live After Death” de Iron Maiden en formato Betamax (no os riais mucho…). Aquel formato perdió la guerra contra el VHS, que fue el standard durante mucho tiempo, hasta la llegada del DVD. En mi colección tengo conciertos en los tres formatos, con la ausencia de otros como Video 2000 (perdedor de la guerra desde el principio) y Blue-Ray, novedoso (y caro) sistema de gran calidad.

Al igual que en los discos de sólo audio, la irrupción del formato digital, ya sea en ficheros (AVI, MP4, MPEG, MOV, etc.) o en Streaming (Youtube, etc.) está llevando a la casi extinción el formato físico.

Efectivamente, “los tiempos cambian que es una barbaridad”. Y la evolución de la tecnología es imparable. Igual que ahora los coches son híbridos o eléctricos, los teléfonos se utilizan para todo menos para hablar por teléfono y muchos podemos trabajar sin salir de casa, no podemos dejar a un lado las nuevas formas de disfrutar de la música. Bienvenidas sean pero, de vez en cuando, en época de mayor relax cuando vemos las cosas con más calma, no está de más echar la vista atrás y recordar aquellos tiempos que nos han formado como rockeros y como personas.

Yo no lo cambio por nada.

P.D: Por cierto, aquel “Live After Death” lo terminé comprando en Beta, VHS, DVD, doble vinilo y doble CD. De nada, Mr. Harris.

Santi Fernández “Shan Tee”