Que muchos de vosotros, como yo, estéis enfermos y seáis adictos tanto a la música como al hecho adquirirla no es ningún secreto. Que haya más gente por el mundo con la misma enfermedad, tampoco. Que los haya dementes, benditos dementes, como Jordi Tardá ya no es tan normal y es que el amigo se calza, así como el que no quiere la cosa, una colección de más de 80.000 discos. Anda, mira la estantería y échate a llorar. Pero yo siempre digo lo mismo, que cada uno haga con su vida lo que quiera, peor es coleccionar latas de cerveza. Estamos locos, sí, pero a mucha honra.
Jordi Tardá es, además de, echando mano de mi andaluz, un figura, el tío que ha hecho posible que la Feria del Disco de Barcelona, una de las más importantes a nivel mundial, se celebre año a año. Ha sido colaborador de un montón de revistas, conoce a centenas, miles, de músicos y, ¡carajo! ¡Tiene más de 80.000 discos! ¿hacen falta más explicaciones?
“Diario de un coleccionista” es una guía para eso, para los que nos dejamos el sueldo en discos pero también es un libro ameno, lleno de anécdotas y de historias que forman parte del Rock & Roll, contadas con maestría por alguien que ha vivido, y lo sigue haciendo, todo con pasión. No sólo es una guía llena de direcciones útiles y buenos consejos para poder comprar discos por todo el globo, desde Londres a Nueva York, desde Madrid a Utrecht sino que es un repaso a la historia de la música Rock vista desde la óptica del fan (en el buen sentido de la palabra), del amante de los discos, de esos que, como muchos de nosotros, tiene los dedos negros de pasar discos. Además es perfecto para responderle a nuestras señoras, para cuando, con razón, nos dejan caer eso “¿otro disco, no tienes ya muchos?”: ¡Pues mira éste que tiene 80.000!
Perico Salinas “Pears”