Cuando vi, en el escaparate de la librería, esa portada con la foto de Sid Vicious apuntándome con su guitarra a modo de fusil no pude sino parar y entrar en la tienda a ver de qué trataba aquel tocho de libro. Al abrirlo lo hizo, mire usted por donde, justo por una página con una foto de Neil Young. No miré más, con paso firme lo llevé al mostrador y de allí a mi casa.
“1.001 discos que hay que escuchar antes de morir” no podría tener un título más explicito y más clarificador, porque es eso, un millar de discos reseñados por un montón de críticos de todos los países (de España están Ignacio Juliá y Jaime Gonzalo de Ruta 66) coordinados por Robert Dimery. Lógicamente en más de mil discos hay espacio para todo, no se cierran a ningún estilo y discos de Sepultura conviven perfectamente con los de Madonna o Tim Buckley ni tampoco se quedan anclados en determinada década aunque ‘60s y ‘70s se llevan la palma por motivos obvios. No están todos los que son, echo de menos a Rory Gallagher por poner un ejemplo, pero seguro, y me lanzo al ruedo sin haber oído los mil discos, que sí son todos los que están, prejuicios y gustos personales a parte.
Mil discos y más de cincuenta años de Rock & Roll condensados en casi mil páginas, casi una por disco, con muchísimas fotografías, algunas históricas, y una sobredosis de información, hacen de este trabajo una perfecta obra de consulta y entretenimiento a la vez que sirve de llave maestra para abrir nuevas puertas que antes ni sabíamos que existían. Editado por Grijalbo al desproporcionado precio que tienen los libros (artículos de súper lujo en este país de cafres) con una buena encuadernación a mí ya se me ha hecho imprescindible.
Perico Salinas “Pears”