Si hubo una cosa negativa en la vuelta de Bruce Dickinson y Adrian Smith a Iron Maiden en 1999, ésta fue, sin duda, el parón que supuso en la carrera en solitario del cantante británico. Dicha carrera nos había brindado momentos brillantes en la década de los 90, desde “Tears of the Dragon” en “Balls to Picasso” a ese infravalorado disco que es “Skunkworks”, la vuelta al metal tradicional con Roy Z y Adrian Smith en “Accident of Birth” o la colosal obra maestra “The Chemical Wedding”, perfecta unión del metal clásico y moderno editado en 1998 (en The Sentinel puedes encontrar “Skunkworks” y “The Chemical Wedding” en la sección de Clásicos). Tras volver a la banda de Steve Harris, los seguidores de la carrera en solitario de Bruce nos hemos tenido que conformar con dos temas nuevos editados en 2001 dentro del recopilatorio “The Best of Bruce Dickinson” y con “Tyranny of Souls”, un buen disco de metal que salió a la venta en 2005 con su colaborador habitual Roy Z pero que se quedaba lejos de la calidad alcanzada en “The Chemical Wedding”.
Por ello, el anuncio de la edición de “The Mandrake Project” (que viene acompañado de una serie de novelas gráficas que se irán editando en los próximos meses) nos llenó a muchos de alegría ante la posibilidad de que Bruce y Roy Z fueran capaces de crear magia musical de nuevo. Aunque el trabajo en el disco comenzó en 2013, los compromisos de Bruce con Iron Maiden, su tratamiento contra el cáncer, la pandemia del coronavirus y una interminable gira de presentación de su autobiografía, han motivado que no terminara de grabarlo hasta 2023. Una década tiene que haber sido suficiente para grabar un gran disco, pensaba yo. ¡Iluso de mí! “The Mandrake Project” es un disco mediocre que deja la sensación de estar a medio terminar, con muchos temas decepcionantes. El hecho de que contenga tomas vocales de Bruce registradas en momentos muy diferentes, desde principios de los 2000 hasta la actualidad, no ayuda a mejorar la sensación agridulce al escuchar el disco.
El disco está disponible en múltiples formatos diferentes. Yo me hice con la edición deluxe, en la que el CD viene en una caja de tamaño 7” e incluye un avance de la primera novela gráfica. El diseño es, si obviamos la portada (parece una moneda de chocolate), bastante atractivo. En lo musical, la producción de Roy Z resulta un tanto decepcionante (lejos queda su brillante trabajo en los controles de finales de los 90 y principios del siglo XXI). Junto a Bruce y Roy Z, participaron en la grabación del disco Dave Moreno a la batería y Maestro Mistheria a los teclados (ya presentes en “Tyranny of Souls”), con colaboraciones de Gus G y Chris Declerq a la guitarra, y Sergio Cuadros en los instrumentos de viento.
El disco comienza con “Afterglow Of Ragnarok”, un tema oscuro con una atmósfera que recuerda a “Believil” y que fue elegido como single de presentación. Un tema correcto, con Bruce cantando en ocasiones en registros en los que ya no se encuentra especialmente cómodo. La cosa mejora con “Many Doors To Hell”, un tema muy pegadizo sobre una vampiresa que musicalmente pudieran haber firmado Scorpions a mediados de la década de los 80. “Rain On The Graves” es una canción que recuerda mucho a lo que Ghost hacen en la actualidad. Firmado por Bruce Dickinson en solitario, lo repetitivo del estribillo (todos sabemos que llueve mucho en Inglaterra, pero quedaba claro sin necesidad de repetirlo hasta la saciedad) demuestra que Steve Harris no es el único culpable de esa tendencia en los temas de Iron Maiden a decir lo mismo una y otra vez.
“Resurrection Men” ilustra los peores defectos del disco: un refrito de influencias inconexas (del Espagueti Western a Black Sabbath) que no van a ninguna parte y con la que posiblemente sea la peor interpretación vocal que Bruce haya grabado en toda su carrera. 6 minutos y 26 segundos que no se acaban nunca.
Tras “Fingers In The Wounds”, una crítica a los influencers con un buen estribillo, una de las mejores interpretaciones vocales del disco (sabe a gloria tras “Resurrection Men”), y un interesante fragmento musical con influencias arábigas, nos encontramos con tres temas firmados por Bruce Dickinson en solitario: “Eternity Has Failed” es una recreación de “If Eternity Should Fail”, tema de las primeras sesiones de grabación del disco que gustó tanto a Steve Harris como para usarlo con Iron Maiden en “The Book Of Souls”. Más allá de algunos cambios en la parte instrumental y en la letra, no aporta nada que no supiéramos desde 2015. “Mistress Of Mercy” es un buen tema que hace referencia a la música como inspiración, mientras que “Face In The Mirror” es una balada acústica con una bonita letra sobre los problemas asociados a las adicciones. No es el mejor tema en este estilo que haya grabado Bruce, pero es de los más destacados del disco. Incluye el segundo solo de Bruce a la guitarra (el primero lo encontramos en “Resurrection Men”).
Lo mejor y lo peor lo encontramos al final. “Shadow Of The Gods” es un tema que fue escrito para ese proyecto con Rob Halford y Geoff Tate (“Tyranny Of Souls”, del disco homónimo, era otro). Grabado hace casi 20 años (algo que resulta evidente en la voz de Bruce), es una fenomenal canción que mezcla metal clásico y progresivo y cubre diferentes ambientes musicales con brillantez. “Sonata (Immortal Beloved)”, por contra, es un experimento fallido. Originalmente grabado en una maqueta como una improvisación vocal de Bruce Dickinson en una sola toma sobre una base instrumental grabada por Roy Z, el tema quedó olvidado hasta el año pasado, en el que Bruce tuvo la idea de incluirlo en el disco sin apenas añadidos. Casi 10 minutos de tedio en los que lo mejor (posiblemente lo único salvable del tema) es poder escuchar cómo sonaba la voz de Bruce Dickinson a principios del siglo XXI.
La vuelta de Bruce Dickinson como artista en solitario es algo que celebramos. Esperamos que no tarde 19 años en volver a editar otro disco y, especialmente, que sea capaz de producir algo bastante mejor que “The Mandrake Project”.
Dani “GhostofCain”