JUDAS PRIEST – Viernes 5 de abril de 2002, Sala Repvblicca (Valencia)

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Como si se tratase de un parto en toda regla, transcurridos 9 meses desde la última vez que los vimos en Los Alcázares (Murcia), las huestes de Glenn Tipton y K.K. Downing regresaban por estas tierras, y nosotros no podíamos dejar pasar la ocasión, aun a sabiendas de que el repertorio iba a ser casi idéntico al de la última vez. No importa, son Judas, NUESTROS Judas, y si podemos ver a Obús cada vez que descargan por aquí con más razón debíamos asistir a ver al grupo que bautizó en su día esta humilde Web. Pues me dejo de pamplinas y paso a contar algo de lo que sucedió esa noche…

Todavía no me explico como a estas alturas, habiendo asistido ya más de una vez (y más de dos) a la valenciana sala Republicca, seguimos perdiéndonos a la entrada de Valencia y acabamos en algún barrio desconocido de las afueras de Mislata intentando encontrar el polígono que acoge dicha sala con cara de imbéciles. En fin, supongo que la sangría de neuronas que cometemos cada fin de semana tendrá algo que ver…

Lamentablemente nos perdimos la actuación de Draconian (y digo esto porque realmente quería ver al grupo en directo), así que nada puedo comentar al respecto. Cuando por fin llegamos a los aledaños del recinto pudimos comprobar que había gente, mucha gente, muchísima gente impaciente por ver a los británicos, lo cual incluso me puso un tanto nervioso, ya que con un anormal pasotismo a cuestas habíamos pasado de adquirir las entradas anticipadas, y la duda de si quedarían según me acercaba a las taquillas era incluso agobiante. Por esta vez hubo suerte.

Una vez en la sala, según entro por la puerta veo el primer jeto conocido, el del señor Héctor alias “Dark Avenger666”, todo un placer toparme de nuevo con él (a ver si el próximo concierto en el que nos veamos es uno vuestro), el cual me presenta de inmediato a otro personaje forero al que tenía muchas ganas de conocer, mr. Floopy (no, no es el conejo peludo de las veladas de la 2, aunque mucho pelo si tiene…), un encanto de persona con el que pudimos charlar no todo lo que hubiésemos querido (al igual que con su bella acompañante, cuyo nombre no recuerdo, sorry). Lo dicho, Sergio, la próxima quedada a conciencia y sin prisas (que no, que no me olvido del video).

Tiempo justo para ir a cambiar el agua al canario (que ya chillaba) y a por una cervecilla mientras los roadies hacían los cambios oportunos para que salieran los anfitriones a escena. Y ahí van; en la tarima del fondo el kit de batería Tama se esconde tras el mastodóntico Scott Travis, porque vaya animal…; a la izquierda el escatológico rubiales K.K. Downing, y a continuación, en el medio centro defensivo el omnipresente Glenn Tipton, todavía luciendo orgulloso el “Baptizm Of Fire” en el pecho; a la derecha, en el minicuadrilátero anexo junto a la puerta de camerinos cual músico de reparto el siempre estático Ian Hill (ya se va haciendo necesaria una nueva pancarta para devolverle el status que se merece); y por último el último (en cuanto a incorporación al grupo y a escena), el destripador “Ripper” Owens, luciendo gorra y perilla y dispuesto a demostrar de nuevo que fue un más que digno sucesor de mr. Halford.

Como ya digo el set-list no nos pilla de sorpresa, ya que si los cambios eran mínimos con respecto a la última vez, los pocos que había ya los conocíamos. Abren así un primer bloque de características similares al que abrió en su día la gira del “Turbo”, en primer lugar con el siempre excelso “Metal Gods”, al que siguen “Heading Out To The Highway” (a lo “Priest Live” –pero qué temazo, por Dios…-) y el tranquilo pero candente “Touch Of Evil”, en los que se ve al grupo controlando y reservando las energías para el resto del concierto, sobre todo en la persona de Owens, que va soltando garganta pero en pequeñas dosis en plan “preparáos para lo que se os avecina”.

A continuación uno de los dos únicos temas que representarán a “Jugulator”, “Blood Stained”, que parece ya fijo en el set-list (no entiendo por qué éste y no otros como “Dead Meat”, “Death Row”, “Abductors” o “Bullet Train”, eso sin contar con el épico “Cathedral Spires” –ya sé que un concierto no da para mucho, pero al menos podían hacer pequeñas variaciones en el set y no descartar de entrada temas que de seguro no volverán a sonar nunca en directo-). Cuando Ripper anuncia material de “Sad Wings Of Destiny” no hace falta romperse mucho la cabeza para averiguar de qué se trata: el extenso “Victim Of Changes” vuelve a sonar a algarias, donde el joven frontman, ya con las cuerdas vocales en caliente, consigue que me plantee seriamente si Halford conseguiría un resultado similar en directo. Es posible que en no mucho tiempo se resuelva la incógnita.

Seguidamente vuelta al nuevo material, en este caso a uno de los últimos singles del grupo, el machacón “One On One”, donde es más que palpable el bajón por parte del respetable, y es que por mucho que insistan algunos, el nuevo material de la banda no resiste comparación alguna con el más clásico (y aquí ya no hacemos referencia al sonido, sino a la calidad misma).

Como viene siendo habitual últimamente, “Diamonds And Rust” se presenta en formato acústico para lucimiento del señor Owens, bien acompañado por Tipton & Downing (ambos con sendas acústicas negras) y al compás del charles de Scott Travis. Todo un puntazo, aunque ya se empieza a echar en falta la versión eléctrica. Y lo que viene a continuación, ¿cómo definirlo? ¿Cúmbrico, orgásmico o simplemente “para sacársela” (caso masculino, claro)? “Green Manalishi” (con sus correspondientes coros) y el apoteósico “Beyond The Realms Of Death” (ese solo, ¿eh Dark?) elevan el clímax al máximo, demostrando sin lugar a dudas qué es lo que la gente quiere oír (supongo que los señores Tipton y Downing son conscientes de ello).

Vuelta a “lo nuevo” con el metrallero “Burn In Hell” y el recientemente incorporado “Hell Is Home”, que supongo ha ocupado el puesto de “Machine Man” (de lo poco que me atraía realmente del “Demolition” y van y lo quitan). En fin, nunca llueve a gusto de todos. De todas formas me da que en este caso no llovía a gusto de muchos.

Y antes del primer bis cierran con un trío de ases: un fugaz “Breaking The Law” que se nos pasa en un plis, un extrañamente sorprendente “Turbo Lover” (ahora diré el porqué) y un, esta vez sí, brutal “Painkiller”, en el cual Ripper Owens dirige la atención al ya descamisado Scott Travis, el cual demuestra que técnica y pegada no tienen porqué estar reñidas. Qué bestia el tío (cada vez que levantaba el brazo para marcar el compás rozaba con la baqueta en el techo). Y digo lo de “extrañamente sorprendente” porque, si bien es todo un puntazo el rescatar un tema tan emblemático como el susodicho, no avanzado mucho nos damos cuenta (al menos servidor) que falta lo que falta, y no me refiero ni mucho menos a la voz. El carisma, la presencia (no es lo mismo la gorra de cuero sado y las tachuelas del Metal God que la visera rapper de Ripper y su sudadera de football americano) y la puesta en escena de Rob Halford pueden mucho, y es un factor que sin duda nadie pasa por alto.

Tras el triplete hacen el típico amago de huída, pero no tardan en volver con otras tres cartas ganadoras en la manga. Para deleite de todo el personal allí congregado vuelve a sonar el inmortal “Electric Eye” con su correspondiente “The Hellion” (ya va la torre humana), seguido de un “United” que nos hace levantar los brazos al unísono y un“Living After Midnight” que suelta las piernas definitivamente al respetable, que sabe que la fiesta toca a su fin. Y lamentablemente así es. Únicamente queda un bis, que no es otro que el ineludible “Hell Bent For Leather” (pues no, no apareció Halford con la moto), que pone punto y final a una actuación demasiado corta para una formación con casi tres décadas de existencia.

A modo de resumen y ya para finalizar señalar como pros muchas cosas, desde la compenetración y el empaque de la banda (se nota que llevan ya juntos un buen tiempo –me refiero sobre todo a la integración de Ripper, obviamente-) hasta la fuerza que desprenden en la actualidad (si escucháis algunos piratas de la gira del “Painkiller” sabréis a lo que me refiero), debido sobre todo a la potencia vocal que sin duda posee Owens (por mucho que se empeñen los detractores del yankee, la juventud y la brutalidad de la garganta del vocalista han hecho mucho bien en el grupo); como contras me gustaría protestar en primer lugar por la corta duración del concierto, ya que si bien es cierto que 1 hora y 40 minutos es más o menos lo que se lleva ahora, también lo es que grupos infinitamente más jóvenes y con menos catálogo como Iced Earth se chupan 3 horas de escenario y pegan un repaso a su discografía que te dejan más ancho que largo. Supongo que a ciertas edades… Y en segundo lugar decir que si bien es de alabar la contundencia de los shows actuales de la banda, la frialdad de la que adolecen muchas partes del show también se hace notar, y gran parte de ello debido a lo que comentaba anteriormente, falta lo que falta (y el material nuevo tampoco ayuda mucho, la verdad). Pues lo dicho, no creo que la espera se prolongue mucho más, el clamor popular acaba acuñando ley. Nos lo deben.

Texto: David Fernández “Bubba”