En la opinión de un servidor, el álbum debut de los neoyorkinos Television, el presente “Marquee Moon”, define a la perfección qué es un disco “clásico”. Un álbum que transformó el punk en un auténtico vehículo artístico, que combinó la intelectualidad de los Velvet Underground con la sencillez de los Ramones, que abrió el camino para todo el pop-rock posterior y que pasó página a los ambientes hippies de la California de los sesenta. Pero dejemos claro, ante todo, que “Marquee Moon” no es sólo un álbum influyente: es también un disco que suena increíblemente actual y fresco, y para el cual los años no han pasado en absoluto. Es un clásico porque todavía no lo hemos conseguido superar, en definitiva.
Television, abusando de una voz entre rota y teatral, de unas guitarras agonizantes cuyo rol en la melodía de las canciones redefinieron por completo y de unas letras sacadas de la poesía simbolista francesa, refinaron el rock sin perderse por la experimentación y, más importante si cabe, crearon auténtico arte sin ni siquiera proponérselo jugando únicamente con los recursos de la música popular. En efecto, su tono decadente, casi gótico, su sonido transparente y las melodías nostálgicas del presente “Marquee Moon” respetan en todo momento las pautas y las reglas del rock comercial: canciones pegadizas, buenos estribillos, una instrumentación clásica, un sonido aparentemente muy accesible, etcétera. Pero la elaboración que hay detrás de todo ello salta a la vista, así como el hecho de que “Marquee Moon” hizo del rock una expresión artística seria y válida sin hacer trampas. No hay poesía recitada, no hay instrumentos orientales, no hay cacofonías. Hay, en cambio, cuatro músicos que tocan un rock muy pegadizo, hipnótico y a ratos bastante siniestro.
Tom Verlaine, el factótum de la banda, combina la decadencia de la poesía moderna (su apodo ya habla por él) con los ambientes urbanos de una Nueva York efervescente. La guitarra rítmica como tal es casi inexistente. La batería se relaja. Los punteos y los solos se llevan todo el protagonismo. La voz es sufrida y parece suplicar clemencia: “Elevation, don’t go to my head”. Los temas oscilan entre el rock estándar (“See No Evil”), entre un pop rock sólo apto para corazones rotos (“Venus”), entre el blues rock de “Friction” o las melodías mediterráneas de “Prove It”. En el tema “Marquee Moon” o en “Tom Curtain”, la banda elabora unos ambientes dulces pero oscuros sin perder el norte en ningún momento. Un disco donde las emociones están a flor de piel, respaldadas en todo momento por unas letras cultivadas que han sido escritas con atención y detenimiento.
Escuchar “Marquee Moon” en 2016 sigue siendo un auténtico placer. Como ya he dicho, es un disco clásico porque todavía estamos leyendo la página que se abrió con su salida. Yo me daría prisa por comprarlo, porque dentro de poco este álbum ya no estará en las tiendas de discos. Estará en algún museo, y la gente se preguntará cómo viniendo de “Marquee Moon” la música comercial ha acabado tal y como se encuentra ahora mismo. Desde luego es una buena pregunta, pero no me toca a mí responderla.
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Jaume “MrBison”