IRON MAIDEN – Viernes 10 y sábado 11 de agosto de 2018, O2 Arena (Londres)

¡ Comparte esta noticia !

Legacy of the Beast European Tour, el último capítulo – hasta el momento – de la larga carrera de Iron Maiden llegaba a su fin con dos conciertos en el O2 de Londres los días 10 y 11 de agosto de 2018. Pese a haber tocado en el mismo recinto hace poco más de un año (como te contamos en The Sentinel), la banda consiguió colgar de nuevo el cartel de no hay billetes en ambos conciertos, batiendo su anterior record de asistencia en el mismo recinto (más de 17.000 espectadores cada noche).

Como es habitual cada vez que hay un concierto de Iron Maiden, la península de Greenwich fue tomada al asalto – de manera pacífica – por los seguidores de la banda, incluyendo diferentes generaciones. Así era posible encontrarse con gente con muchos conciertos de la banda a sus espaldas, neófitos, familias con críos, pero todos ellos en sintonía listos para disfrutar del que probablemente sea el show más espectacular que la banda haya presentado jamás. El ambiente era inmejorable y hasta la estación de metro tenía un mensaje especial para los seguidores de la banda basado en títulos de varias de sus canciones.

Los norteamericanos KILLSWITCH ENGAGE fueron los encargados de calentar el ambiente en Londres, al igual que en la mayor parte de las fechas de la gira. Recibidos con entusiasmo por algunos y con indiferencia por otros, recorrieron su discografía disfrutando de muy buen sonido con temas como “Strength Of The Mind”, “Life To Lifeless”, “Beyond The Flames” o “In Due Time”. Howard Jones, antiguo cantante de la banda, salió a cantar “The End Of Heartache” ambas noches para entusiasmo de sus seguidores. Conscientes de que gran parte de los fans de Iron Maiden prefieren el metal clásico a su metalcore, Killswitch Engage terminaron su show con una personal versión de “Holy Diver” de Dio. Acertado guiño al personal para llevarse una ovación al final del concierto.

Tras una espera de una media hora y con puntualidad británica, cada noche a las 21:00 las primeras notas de “Doctor, Doctor” anunciaban que el concierto de Iron Maiden iba a comenzar. Sin nuevo material discográfico que promocionar, y con el juego para móviles “Legacy of the Beast” como hilo argumental, la banda estructuró el concierto con las canciones agrupadas en tres actos: La Guerra (primer acto), La Religión (segundo acto) y El Infierno (tercer acto). El cartel promocional de la gira, con unas vidrieras plagadas de referencias a las canciones de la banda, sugería que el repertorio pudiera incluir temas poco frecuentes, atractivo adicional para muchos seguidores.

Con el escenario decorado con camuflaje militar, el famoso discurso de Churchill llamando a la resistencia británica frente a la agresión nazi sirvió de introducción al show. Tras el discurso estaba claro que el primer tema no podía ser otro que “Aces High”, en el que una réplica al 90% del tamaño original de un Spitfire sobrevoló el escenario mientras Bruce Dickinson, caracterizado como un piloto de la segunda guerra mundial, recorría el escenario de un lado a otro. El sonido fue magnífico desde el primer tema. Gracias al nuevo técnico de la banda (Ken “Pooch” Van Druten) resultaba posible distinguir a la perfección las guitarras de Dave Murray, Adrian Smith y Janick Gers y el inconfundible sonido de bajo de Steve Harris. Mención aparte merecen el sonido de la batería de Nicko McBrain, claro y a la vez muy contundente, y el de la voz de Bruce Dickinson, que con 60 años recién cumplidos estuvo soberbio en ambos conciertos. El pequeño gran vocalista británico parece estar viviendo una segunda juventud tras haber superado felizmente un cáncer de garganta.

Este impresionante comienzo vino seguido por una breve cinta pregrabada con un fragmento de diálogo de la película “Where Eagles Dare”, anticipando la introducción de batería que en 1983 sirviera de carta de presentación para Nicko McBrain. El tema llevaba sin sonar en vivo desde 2005 y fue la primera gran sorpresa de la noche. La interpretación del mismo fue muy teatral a cargo de Bruce Dickinson, vestido con un abrigo similar al que llevaban Richard Burton y Clint Eastwood en la película que sirvió de inspiración a Steve Harris para firmar uno de sus mejores temas. Por cierto, Javier Bardem, uno de los muchos famosos de diferentes profesiones que son seguidores de la banda y estaban en el O2, se desgañitaba cantando el tema desde la mesa de mezclas la segunda noche.

Más habitual, pero no por ello menos impactante, fue el tercer tema de la noche: “2 Minutes To Midnight”, oda anti-bélica firmada por Adrian Smith y Bruce Dickinson que parece no pasar nunca de moda ante los conflictos armados que nunca cesan. “Scream for me London!” decía Bruce como si el respetable, entregado a la banda, necesitara un empujón para ello. Tras este tema, Bruce se dirigió al público para comentar que solamente iba a hablar en ese momento del show. Tras hacer referencia a la cantidad de distintas nacionalidades presentes en el O2, habló de los jóvenes pilotos de Spitfires como el que sobrevoló el escenario al comienzo del show que lucharon por derrotar la tiranía nazi, muchos de ellos falleciendo en el intento. Este sentido homenaje al sacrificio de muchos contra el fascismo le dio pie a presentar ese alegato a la libertad que es “The Clansman”, segunda sorpresa de la noche (llevaban sin tocar el tema en directo desde 2003). “Freedooooooom!” gritábamos todos mientras Bruce blandía una espada en escena frente a un telón con Eddie caracterizado como miembro de un clan escocés. Personalmente hubiera preferido otra canción de inspiración bélica en lugar de “The Clansman” en la primera parte del set (“Paschendale”, “Brighter Than A Thousand Suns” o “The Longest Day” me parecen mucho mejores), pero lo cierto es que este tema de la oscura etapa con Blaze Bayley funcionó a las mil maravillas.

“The Trooper”, capítulo final del primer acto, no suele faltar en los repertorios de Iron Maiden y viendo la respuesta del público es fácil adivinar el por qué. Tema mítico en el que Bruce volvió a ondear la Union Jack, pero actualizando la interpretación para realizar un cómico combate de esgrima con Eddie, que salió a pasearse por el escenario durante el tema caracterizado como en la portada del correspondiente single.

Un breve intervalo ambientado con sonidos correspondientes a trabajar en una cantera y mover piedras sirvió para que los pipas retirasen la el camuflaje militar que cubría el escenario durante el primer acto y descubrieran una espectacular catedral gótica. “Revelations”, esa joya de 1983, fue el primer tema del segundo acto, dedicado a la religión. Bruce Dickinson, caracterizado con un hábito, cantó el tema de manera muy sentida bajo un magnifico juego de luces. Para terminar de hacer mas redonda la interpretación de “Revelations”, pudimos disfrutar de Adrian Smith tocando uno de los solos durante la primera noche, algo que no había sucedido antes de esta gira desde que recuperasen el tema tras la reunión en 2003, con toques inspirados por Van Halen. Adrian volvió a demostrar lo gran guitarrista que es y lo imprescindible que resulta su presencia en la banda.

“For The Greater Good Of God”, critica feroz a las consecuencias negativas de las distintas religiones, fue la tercera sorpresa de la noche. Este gran tema de ese gran disco que es “A Matter of Life and Death” llevaba sin ser tocado en directo desde 2007 y fue una delicia volver a escucharlo en vivo. Sin tiempo para un respiro, sonaba “The Wicker Man”, el single de regreso de Bruce Dickinson y Adrian Smith a la banda que puso a todo el mundo a saltar y dio paso a otro tema poco habitual en los repertorios de la banda, “Sign Of The Cross”. Como ya demostrara en el directo “Rock in Rio” en 2001, casualmente la última vez que habían tocado la canción antes de esta gira, Bruce mejoró la interpretación del mismo que hiciera originalmente Blaze Bayle. Épico, haciendo de majestuoso maestro de ceremonias, Bruce deslumbraba al público con una cruz iluminada mientras el resto de la banda tenía la oportunidad de lucirse instrumentalmente bajo un baño de pirotecnia. Francamente impactante.

Si “Sign of the Cross” fue impactante, lo que vino después lo fue aún más: “Flight Of Icarus” era felizmente recuperada tras 32 años sin sonar en directo. Que había ganas de que el tema fuera recuperado quedaba bien claro al tener al O2 cantando la letra del tema de pe a pa como si no hubiera un mañana. Bruce Dickinson interpretó el tema de manera magistral frente a un Ícaro gigante mientras usaba un lanzallamas para ambientar el trágico final asociado a volar demasiado cerca del sol con alas de cera a la vez que Dave Murray y Adrian Smith tocaban solos incendiarios. Impresionante punto álgido de un show espectacular.

El tercer acto, el infierno, comenzó con “Fear Of The Dark”, con Bruce insuflando nuevos aires a este clásico caracterizado con un farol y vestimenta de tiempos victorianos. “The Number Of The Beast” sonó a continuación acompañado por un telón plagado de escenas apocalípticas y llamas y pirotecnia por doquier. Tras este clásico entre clásicos era el turno del cierre habitual de los conciertos de la banda, con “Iron Maiden” y la aparición detrás de la batería de Nicko McBrain de un Eddie terrorífico a medio camino entre su imagen habitual y la de Satanás, mientras Janick Gers y Dave Murray hacían malabarismos con sus guitarras entre un despliegue de llamaradas de lo más infernal. Bruce se despidió de manera jocosa anunciando que en poco tiempo volverían para hacernos más felices.

Así fue. Tras una breve espera, la banda volvió a salir a escena para interpretar tres temas más. “The Evil That Men Do”, joya del Seventh Son of a Seventh Son (con Janick Gers y Adrian Smith tocando ambos el solo), fue el primero de ellos. Acto seguido, con una soga colgando del techo y una celda en la plataforma superior del escenario, ese clásico intemporal que es “Hallowed Be Thy Name” fue interpretado de manera sensacional, con Bruce metido en el papel de condenado a muerte. Para terminar la banda reservó “Run To The Hills”, single de presentación de “The Number of the Beast” en 1982 y perfecto fin de fiesta para un concierto inolvidable, con la banda mostrando en escena el estar disfrutando tanto como la audiencia (Bruce cabalgando en un caballito de juguete la segunda noche) y Bruce Dickinson cantando el estribillo sin dar apenas muestras de desgaste tras 1 hora y 50 minutos sin parar quieto.

Resulta gratificante seguir comprobando que los miembros de Iron Maiden, con edades entre los 60 (Bruce Dickinson) y los 66 años (Nicko McBrain), son capaces de dar conciertos de tamaña intensidad y derroche físico, poniendo en evidencia a bandas mucho más jóvenes. Quizá las carreras de Harris y las cabriolas de Janick Gers sean más comedidas que en el pasado, pero musicalmente la banda sigue a un nivel altísimo. Tras preguntarnos si lo habíamos pasado bien, agradecernos nuestro apoyo y brindar a nuestra salud con una botella gigante de Trooper, Bruce nos dijo que ellos no tienen intención de retirarse. Esperemos que sigan en este estado de forma por mucho tiempo.

Setlist:

  1. Intro: Churchill”s Speech
  2. Aces High
  3. Where Eagles Dare
  4. 2 Minutes To Midnight
  5. The Clansman
  6. The Trooper
  7. Revelations
  8. For The Greater Good Of God
  9. The Wicker Man
  10. Sign Of The Cross
  11. Flight Of Icarus
  12. Fear Of The Dark
  13. The Number Of The Beast
  14. Iron Maiden

Bis:

  1. The Evil That Men Do
  2. Hallowed Be Thy Name
  3. Run To The Hills

Texto: Dani “GhostofCain”

Fotos: John McMurtrie