MANOWAR “Into Glory Ride” (1983)

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manowar_intogloryrideEn algunos aspectos, los años ochenta han envejecido francamente mal. Las fotos con peinados glamurosos, las mallas y el maquillaje excesivo, la ciencia-ficción de bajo presupuesto, las películas de terror adolescente o los videoclips con coreografía son algunas ruinas de la época que más vale no desenterrar. Pero en otros aspectos, la cosa es muy distinta. En el plano musical, por ejemplo, hablamos de una época de gran creatividad artística, de calidad compositiva, de nuevos sonidos y de medios dispuestos a apostar por ellos. El heavy metal, una música arraigada y madurada en esa década, es un buen ejemplo de un fenómeno artístico que, por el simple hecho de haber crecido en los ochenta, tiene su incuestionable calidad musical pegada a un aspecto visual a veces desfasado y anacrónico. En otras palabras, atendiendo a la época en la que el heavy metal se gestó, es algo natural que los videoclips de Queensrÿche (y su futurismo de cartón piedra) se nos hayan quedado anticuados, junto con el maquillaje de Twisted Sister, las letras de Barón Rojo o las mallas de Bruce Dickinson. Sin embargo, a nadie se le ocurriría despreciar la música de Queensrÿche o de Twisted Sister por el mero hecho de que algunos aspectos de estos grupos ha envejecido muy mal. Normalmente, separamos la música de la estética y la actitud de estas bandas.

manowarSin embargo, parece que con Manowar cuesta hacer esta distinción. De hecho, la misma banda nunca la ha querido hacer, y para mucha gente su música y su actitud conforman un “pack” que hay que comprar entero o dejar intacto. Al final, Manowar han sido más conocidos, aclamados o criticados por factores ajenos a su música. Por ejemplo, tengo por aquí el número 47 de Kerrang en el que se nos escenifica a la banda firmando su nuevo contrato discográfico… con su propia sangre. En efecto, desde sus primerísimos inicios, Manowar siempre han querido ser pura épica también fuera del ámbito musical. Si lo han conseguido o no es algo que dejo a elección del lector.

Lo que no dejo a elección del lector es el hecho de que, en el ámbito estrictamente musical, los cuatro primeros discos de Manowar son un compendio de auténticos himnos. Uno puede no simpatizar con ellos por su filosofía, su actitud o sus seguidores, pero negar la frescura y la potencia de los primeros discos de la banda sería muy injusto. Si “Battle Hymns” (1982) era un canto a la libertad y a la euforia en el que ya despuntaba su vena más épica y belicosa, con “Into Glory Ride” la banda exprimió las posibilidades que el heavy metal ofrecía sin perderse por experimentos orquestales ni largas introducciones a los temas. Un bajo, una batería, una guitarra y un cantante, poco más, nos ofrecieron en 1983 unos temas frescos que traducían la grandilocuencia de la música clásica al lenguaje de las guitarras eléctricas. Pura potencia sin arreglos innecesarios.

¿El resultado? Una especie de ópera wagneriana con Conan el Bárbaro como protagonista. El disco, un EP alargado a LP casi por accidente, nos ofrece una serie de elementos que acabarían siendo muy presentes en el heavy metal americano y continental poco después. Con un sonido rudo, más pesado y oscuro de lo habitual, en el presente clásico Manowar nos ofrecen momentos para todo. La despreocupada “Warlord”, un tema digno de una road-movie para adultos, cede el paso a la seriedad heroica del resto del disco. “Secret Of Steel” es una canción lapidaria en la que la banda crea su propia mitología con unos in crescendos antológicos y un tempo solemne y elegante; “Gloves Of Metal” se construye sobre un ritmo marcial y acaba ganándose la categoría de himno por su tremendo gancho; “Gates Of Valhalla” es un tema lento pero muy fluido, con distintas partes perfectamente armonizadas; “Hatred” es otro tema lento y muy pesado, esta vez de temática diabólica, con un Eric Adams que exprime toda su potencia vocal. Los dos últimos temas son probablemente lo mejor del disco, una muestra impecable de una banda de heavy metal en su mejor momento creativo y sin ninguna atadura que les limite: hablamos de la galopante “Revelations” y de la operística “March For Revenge”. En resumidas cuentas, unos temas redondos en los que la banda se interesaba por elementos hasta aquel momento ajenos al rock duro: me refiero especialmente a la ópera (en el plano musical) y a la mitología nórdica y fantástica (en las letras y la imagen). En su segundo disco, Manowar consiguen adaptar estos elementos al heavy metal, y esta contribución a nuestra música no es moco de pavo.

Por desgracia, Manowar en 2014 tienen poco que ver con Manowar en 1983. Si antes sacaban discos de rock influidos por sonidos orquestales, ahora sacan discos de sonidos orquestales influidos por el rock. Por lo que a mí respecta, les perdonaría encantado sus patinazos si volvieran a tocar heavy metal como siempre se ha tocado. Aunque el cambio es improbable, por suerte siempre nos quedará la joya que es este disco, y en menor medida los dos siguientes, en los que asistimos a una banda totalmente explosiva que supo llevar al heavy metal por nuevos caminos. Todo un acto de valentía artística que difícilmente volveremos a presenciar.

Jaume “MrBison”