MORDALA “Carcinos” (2024)

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Reseña originalmente publicada en catalán en El Rock-Òdrom

Desde el archipiélago balear, concretamente de la isla de Mallorca y empezado el mes de abril -cuando el agua del Mar Mediterráneo empieza a recuperar nuevamente su calor después del afilado frio del invierno y antes de la llegada de la calidez ardiente del verano-, tocó tierra “Carcinos”, el debut del power trío de Rock Duro Mordala.

Aunque en un primer momento el nombre no nos diga nada, los integrantes de la banda son viejos conocidos de la escena musical mallorquina. Tanto el guitarrista como el cantante y bajista, Bernat Parera y Manuel Cala respectivamente, fueron los fundadores a finales de la década de los noventa de la banda de Rock Duro Alterego, una agrupación que después de veinte años de carrera y tres trabajos – “Razón” (1999), “Para los perros” (2003) y “Sala de espera” (2007) – plegó velas. Inmediatamente a continuación, Bernat entró a formar parte del grupo de metal Talaiot, pero después de la autoedición de dos discos – “U-Pecats i traïdoria” (2019) y “Dos: Repressió i revolta” (2022) – el guitarrista abandona el barco, al tiempo que también se baja el batería Antonello Pinto. Y es en este momento cuando las vidas de Parera y Cala vuelven a cruzarse y, acompañados de Pinto, deciden dar forma a Mordala. En otoño de 2023 los tres entran en los estudios Diorama Sound de Palma y, bajo la atenta mirada de Toni Salvà que se encarga de forma impecable de la grabación, la mezcla y la masterización, plasman las cinco canciones que forman el EP “Carcinos”, cuya portada se ilustra con el óleo sobre lienzo del mismo título que el pintor mexicano José Luís Galván dibujó y coloreó en el 2020.

La composición de este repóquer de piezas ha corrido a cargo de Bernat, Manuel y Antonello y a grandes rasgos las letras giran en torno a las “bondades” de las sustancias narcotizantes, de las personas vencidas que no han sabido aprovechar las oportunidades que les ha ofrecido la vida y de lo que un combatiente dice a la persona a la que ama cuando, ante una inminente ocupación, ésta se ve forzada a abandonar su tierra.

Musicalmente, Mordala nada tiene que ver con el metal oscuro, descarnado y épico de Talaiot, sino que se muestra como la heredera directa del legado de Alterego. Con Carcinos, Parera y Cala retoman el camino allá donde lo dejaron hace más de veinticinco años, creando una versión 2.0 (corregida y mejorada) de aquella primera banda donde coincidieron, con un perfecto equilibrio entre la frescura y la pasión de los primeros días y la madurez y el aplomo ganado a base de los años. Por momentos puedes escuchar ecos lejanos de otras bandas y otras épocas, pero -y aquí es donde radica la gracia de este trío- pasados por el cedazo de su personal e identificable Rock Duro español. Y no utilizo este último adjetivo con connotaciones negativas, sino con intención reivindicativa: existe un tipo de Rock Duro que se cultiva estrictamente dentro de las fronteras españolas, con una patente de corso otorgada y una idiosincrasia propia que hacen que cualquier oyente avezado se haga una fiel composición mental del tipo de música a la que hacemos referencia únicamente escuchando estas tres palabras encadenadas.

“Perdedor” (el primer adelanto publicado por la banda y al que siguieron “Dr. Escondido”, “Ni en sueños” y “Marcas de guerra”, éste último en formato de vídeo con letra) comienza torrencialmente con el wah- wah de Bernat magistralmente flanqueado por el ritmo sincopado de batería de Antonello. Ambos preparan el camino a la incontestable voz de Manuel que se desliza por encima de una retorcida línea de guitarra hasta dar con el intenso estribillo. Un breve fragmento instrumental de toques marciales introduce el solo para encarar la recta final de la pieza con una última estrofa.

Unos iniciales y fugaces acordes lentos, pesados y de matices lóbregos ceden el testigo a la guitarra afilada que comanda “Marcas de guerra”, con una pulsante línea acompañando a la letra que se ralentizará y dotará a los versos principales de trascendencia y heroísmo.

 “Ni en sueños” es el tema que más me ha gustado de los cinco. Tiene un riff que se mantiene inalterable, un fantástico puente en el que la banda reduce la marcha de manera momentánea para pisar el acelerador de inmediato y poner la directa hacia un estribillo inapelable, mientras que el exuberante solo me ha hecho pensar en los de “Colibrí” de Marea.

“Dr. Escondido” nos atrapa con la figura rítmica de Parera y la contundente batería de Pinto, ambas perfectamente entrelazadas y casadas al milímetro, que custodian el canto de Cala y sólo nos dan un respiro cuando nos asalta el genial puente y la elocuente estrofa principal. Unas bien recibidas notas de Hammond ejercen de perfecto descorazonador entre los dos buenos solos, en un tema que desprende un fuerte aroma a ese lisérgico primer álbum de Buenas Noches Rose.

“Tú propio fantasma” da carpetazo al trabajo y lo hace con una línea de guitarra laberíntica que se mueve sinuosa entre las frases, pero que no ha logrado someterme a pesar de sus modos hipnóticos.

Carcinos es una buena carta de presentación, sin grandes altibajos. Rock Duro clásico, enérgico y auténtico, donde destacan la cálida y personal voz de Manuel Cala, el contundente sumatorio de su bajo con los timbales de Antonello Pinto y la remarcable labor instrumental de Bernat Parera. Todo ello crea una combinación que indefectiblemente alegrará a los seguidores de Alterego y que merece una escucha atenta por parte de aquellos que quieren un soplo de aire fresco. Si todavía te faltan argumentos para darles una oportunidad, puedes comprobar cómo se lo hacen en directo el próximo 21 de septiembre en la sala La Movida de Palma, dentro del cartel de Rock Night.

Marc Milà