“Toda una vida estaría contigo”, como reza el famoso bolero. Así se podría aplicar a muchos de nosotros nuestra relación con los primeros discos que escuchamos, aquellos que nos hicieron engancharnos al Rock en nuestra adolescencia y los cuales se instalaron en puestos de privilegio de nuestra memoria para nunca más salir. Todos tenemos un puñado de discos que ocupan ese lugar de privilegio personal, que serán diferentes para cada uno de nosotros pero que, indefectiblemente, en cada caso corresponden a alguno de los primeros que escuchamos y con los que descubrimos el estilo de música que nos apasiona.
Sin lugar a dudas, el Rock ha dejado de ser aquella tribu urbana juvenil que tenía tomadas las calles, en el sentido pacífico de la expresión. La falta de relevo y las preferencias mayoritarias de la juventud actual, más orientadas a otros estilos muy alejados del Rock (sea Rap, HipHop, Reguetón, Techno o cualquier otro) hace que la media de edad de los que seguimos enganchados al Rock haya ido subiendo paulatinamente a medida que aquellos que nacimos en los 60 y 70 nos hemos ido haciendo mayores. Siempre hay honrosas excepciones, pero basta ver la media de edad en los conciertos para darse cuenta de la una realidad.
Como consecuencia de ello nos encontramos con que aquellos discos que mayoritariamente nos helaron el corazón en nuestra adolescencia ya tienen el tiempo suficiente para considerarse clásicos imperecederos. Echando la vista atrás, produce algo de vértigo al darnos cuenta de cómo ha cambiado nuestra vida desde entonces.
Cada uno de nosotros podría nombrar un puñado de discos que ocuparían ese lugar de privilegio en nuestro corazoncito rockero. Y nunca serán los mismos en cada caso porque, además de su intrínseca calidad musical, todos ellos aportan un componente nostálgico por las circunstancias en las que llegaron a nuestras vidas, “desvirgándonos” musicalmente hablando. Y en muchos casos, también en el sentido literal de la palabra.
Dándole vueltas a este asunto, he revisado mi memoria, mi corazoncito rockero y mi estantería donde tengo los vinilos, para recuperar la escucha de algunos de ellos. Y se me ha ocurrido hacerle un homenaje a aquellos que este año cumplen medio siglo de vida, un período de tiempo muy grande y una cifra redonda que merece una fiesta por todo alto.
Hace 50 años, España vivía los últimos coletazos de la dictadura. La sociedad estaba lista para deshacerse de sus ataduras y estaba ávida por disfrutar de la libertad. En 1974 el Régimen agonizaba al mismo ritmo que el dictador, por lo que el Rock en nuestro país comenzaba a encontrar grietas por el que ver la luz, fijándose en la música que a duras penas se filtraba desde el exterior. Esta circunstancia hizo que muchos de estos discos llegaran con algunos años de retraso a España. Pero como en 1974 yo tenía 8 años, este retraso me hizo descubrir estos discos varios años después como si acabaran de salir.
Pero al César lo que es del César. La realidad es que en este 2024 cumplen 50 años algunas joyas discográficas de un calibre espectacular. Alguno de estos discos están entre mis preferidos de todos los tiempos, como “Crime of the Century” (Supertramp) y “Phenomenon” (UFO).
1974 marca también el arranque discográfico de algunas de las mejores bandas de la historia, como Judas Priest (con “Rocka Rolla”), Rush o Bad Company, con sendos discos homónimos. Otros grupos ya consagrados, como Deep Purple, se reinventan ese año con nueva formación y nuevos bríos, con el disco “Burn”, primero de la banda con David Coverdale y Glenn Hughes en la formación.
Llama la atención que la situación de la industria en los ’70 hacía que los grupos fueran editando discos con un intervalo muy corto entre ellos. Incluso se daban casos de bandas que grababan y ponían a la venta dos discos en el mismo año, algo inconcebible en nuestros días, pero que en 1974 nos dejó dos trabajos discográficos de Kiss (“Kiss” y “Hotter Than Hell”) y otros dos de Queen (“II” y “Sheer Heart Attack”)
Y más curioso aún es que haya bandas que editaron discos en este 1974 que hoy recordamos y que no solo continúan en activo, sino que visitarán nuestro país en las próximas semanas, ya que además de los ya nombrados Judas Priest, tendremos también a Uriah Heep, Status Quo y Scorpions, que justo hace 50 años editaron “Wonderworld”, “Quo” y “Fly To The Rainbow”, respectivamente.
50 años es mucho tiempo. Medio siglo de vivencias, de un camino vital en el que cada uno de nosotros ha transitado con mejor o peor fortuna. Y seguro que en muchos de vuestros corazones, como en el mío, ese camino ha estado acompañado de alguno de estos discos que ya son parte de nosotros mismos.
Santi Fernández “Shan Tee”