Hace exactamente seis años y medio, en diciembre de 2016, quise aprovechar esta ventana mensual en el que os expreso mis inquietudes para hablar de la figura del grupo telonero en los conciertos. En aquella ocasión, mi reflexión estaba enfocada en la actitud del público en relación a las bandas que abren cartel a grupos más consagrados. Si alguno quiere refrescar la memoria, lo tenéis aquí: Editorial diciembre 2016: “Teloneros”
Hoy quiero hablar del mismo tema, pero desde otro punto de vista. Sobre las sensaciones que suelen tener los grupos afectados, aquellos que se incluyen como teloneros en los conciertos de grupos más conocidos, sobre todo cuando estas bandas son internacionales. Evidentemente, abrir para un grupo extranjero en su gira por España les garantiza una actuación ante un público más amplio en un recinto difícil de afrontar por sí solos, la atención de los medios que hacen crónicas del evento (salvando algún caso vergonzoso de algunos que sólo reseñan al grupo principal) y la posibilidad de demostrar su talento fuera de su área de confort.
Hasta aquí, todo correcto. Pero todo en esta vida tiene un precio y los grupos que actúan como teloneros suelen pagar ciertos peajes. Paso a analizar algunos de ellos:
- Normalmente, la disposición del escenario está pensada para aprovechar la escenografía del grupo principal. Es habitual que el grupo telonero tenga menos espacio, sobre todo en los casos en los que no se comparte backline (amplificadores y, sobre todo, batería). Todos hemos visto casos en los que los teloneros casi tienen que hacer equilibrios en el borde del escenario para no caer, ya que la mayor parte de la tarima está cancelada y tapada, para uso exclusivo del grupo principal.
- Luces insuficientes. Además de su función lumínica, las luces son un elemento que realza el show. Es normal que su funcionamiento esté limitado en la actuación de los teloneros, pero hay casos sangrantes en los que se les obliga a tocar prácticamente a oscuras.
- Recortes de repertorio. Cuando se van acumulando retrasos, lo suelen pagar los grupos teloneros, con un set-list cercenado sin poder completarse, a veces sin aviso previo. Incluso hay casos en que su actuación se suspende por completo para evitar un retraso excesivo en la celebración del concierto.
- Tiempo de prueba de sonido. Recientemente fui testigo de lo sucedido en el concierto de Kingdom of Madness, donde el grupo principal estuvo probando durante tres horas, con toda la tranquilidad del mundo, dejando únicamente 15 minutos a la banda de Gabrielle de Val, que abría el concierto, para que con prisas y agobios hicieran lo posible por ajustar su sonido. Hay que aclarar que en cada concierto hay un planning horario donde se definen los períodos de prueba de cada grupo, algo que nunca parece preocupar a los grupos principales.
- Boicots. Así de duro. No es extraño ver cómo suceden cosas extrañas en la actuación de los grupos teloneros, a veces a causa de la improvisación y falta de tiempo de prueba (releer punto anterior) y otras por causas deliberadas. Los culpables directos no suelen ser los músicos del grupo principal, que delegan estas tareas en su tour manager, que nunca permitirá que el grupo telonero brille más que el principal. El objetivo no suele ser el intento de fastidiar a ese grupo que toca antes, sino conseguir un efecto de comparación en el que el grupo principal salga beneficiado. Con ello se consigue que los oídos del público noten una mejoría sustancial cuando salga el cabeza de cartel y, por comparación, salgan más contentos.
- Trato clasista en la gira. En ello incluyo desde prohibición de acceso al catering del grupo principal (búscate la vida si quieres comerte un sándwich antes de tocar) o en los traslados entre conciertos de una misma gira (allá tú cómo llegues a la siguiente ciudad, cómo lleves tu equipo o donde vayas a dormir).
Soy consciente de que generalizar siempre es un error. Hay casos honrosos de grupos principales que ponen todo de su parte para facilitarles la vida a los teloneros. Óscar Sancho me contó una anécdota en la cual el mismísimo Ronnie James Dio (ejemplo para todo, no sólo en lo musical) entró a su camerino para consolarle personalmente después de que se suspendiera la actuación de Lujuria por falta de tiempo. También hay ocasiones en las que los teloneros gozan de todo tipo de facilidades. Pero son las menos.
Lo habitual es que cada telonero sufra alguno de los problemas mencionados. O más de uno. Todo sea por maximizar el beneficio que les reporta actuar junto a una gran estrella internacional. ¿Compensa o no? Pues según los casos, la balanza pesará más de un lado u otro. Serán los propios grupos quienes puedan valorarlo, cada uno según su experiencia.
Por mi parte, yo siempre valoraré el mérito de estos grupos y las ganas que nunca les faltan.
Texto: Santi Fernández “Shan Tee”
Foto: Ernesto Estébanez Boatas