Reseña originalmente publicada en catalán en El Rock-Òdrom

Tras el disco “Youthanasia” del año 1994, Mustaine y su formación más clásica, que en los noventa sacaban un disco de estudio cada dos años, en esta ocasión tardaron un añito más y el resultado, a mi parecer, fue increíble.

Desde 1990 con “Rust in Peace”, el mejor disco del grupo, Megadeth siguieron una evolución musical con “Countdown to Extintion” (1992) y “Youthanasia” (1994), en los cuales fueron dejando el Thrash cada vez más arrinconado y derivando hacia un sonido de Heavy más clásico pero sin perder su identidad: riffs demoledores de Mustaine y virtuosismo a cargo de Marty Friedman.

Llegamos al año 1997, y aquí hay una mezcla de todos estos elementos. Es un disco con temas de Rock duro, de Heavy clásico y con riffs y solos de guitarra propios del género Thrash.

Es un disco que empieza con una canción que acabaría convirtiéndose en un himno de sus conciertos: “Trust”. Temas de rock duro creados desde la perspectiva de Megadeth como “Almost Honest” o “Have Cool, Will Travel”. Heavy de la casa con otro himno como es “She-Wolf”, con unos coros fantásticos y un final apoteósico. Temas rápidos como “The Desintegrators” o “FFF” y riffs pesados como “Mastermind”.

También con “Y”ll Get Even” o “Use The Man” encontramos tiempo para el goce y la madurez arribada en esta era del grupo, propia de su evolución natural. A pesar de que es sabido que la segunda mitad de los noventa fue dura para este y otros grupos, Megadeth firman un trabajo redondo, estudiado y perfectamente producido que resulta en un sonido envidiable, cuya remasterización del año 2004 lo hace sonar aún más potente.

Rubén Rodríguez Viñals