ASFALTO – Sábado 13 de mayo de 2023, sala La Riviera (Madrid)

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Esta no es una crónica cualquiera, igual que este no fue un concierto cualquiera. El curso de los acontecimientos, el paso del tiempo y la tozudez de la realidad actual del rock en España hace que los grandes grupos con los que muchos de nosotros crecimos vayan diciendo adiós. Unos de mejor forma que otros, unos más veladamente que otros, unos de forma más sincera que otros.

En el caso de Asfalto, después de 50 años tras su fundación, con múltiples etapas, formaciones, músicos y algún período de ausencia, este ha sido el momento elegido para decir adiós. La pertinaz dificultad para tener una presencia habitual en los escenarios y la sensación de no poder ampliar el rango de público que les sustente ha llevado a Julio Castejón, quien ha llevado el timón de la banda tras la traumática separación de la mítica formación que grabó el histórico primer disco, a decidir que era el momento de poner punto final.

Cada uno de los seguidores de Asfalto tendrá su propia perspectiva, eso es seguro. En mi caso, este grupo (junto a otros como Topo, Barón Rojo, Obús y tantos otros), mi vida no la entendería sin su música. Por motivos de edad, los primeros 10 años de su trayectoria los descubrí a posteriori, ya que Asfalto irrumpió en mi vida en 1983, con aquel inolvidable “Más que una intención”. A partir de ahí me enganché al grupo. Y hasta hoy.

En noviembre de 2002, hace más de 20 años, tuve la fortuna de conocer a Julio Castejón y Jorge García Banegas. Era mi primera entrevista y se quedó grabada para siempre en mi corazón y en las 3 cintas TDK de 90 que empleamos en inmortalizar aquella extensa charla. A partir de ahí nació una creciente amistad que me ha permitido conocer los entresijos de Asfalto, unos publicables y otros no, y ponerme en la piel de sus protagonistas. Por eso, permitidme que saque mi lado emocional en esta crónica. No sé hacerlo de otra forma.

La incertidumbre sobre la capacidad de convocatoria en buena parte del territorio nacional provocó que los riesgos de un descalabro económico en una gira de despedida por toda España fueran mayores que la ilusión de los protagonistas. Así que la solución elegida fue hacer un único concierto en Madrid, en un recinto grande como La Riviera que ya había sido testigo de varios míticos shows de la banda en el pasado.

La idea era que, como concierto de despedida, estuvieran representadas todas las etapas de la banda, con el mayor número de sus protagonistas sobre el escenario. Algo que se cumplió a medias, ya que si bien muchos de ellos aceptaron la invitación, tres de los músicos más determinantes de su historia decidieron no hacerlo, por lo José Luis Jiménez, Lele Laina y Miguel Oñate no estarían presentes. No conozco (ni quiero saber) los motivos de cada uno para esa decisión, pero sin duda se les echó de menos.

Poco a poco se supieron más detalles: Unas entradas a un precio más elevado de lo esperado, una opción VIP que incluía un pequeño “meet & geet” (es decir, entrar un rato antes para echarse unas fotos con los músicos y recibir una bolsa de obsequios relacionados con la banda) y la noticia de que el concierto se inmortalizaría en audio y vídeo para su posterior comercialización.

Llegado el día del concierto y tras una pesadilla para aparcar (en primavera, al lado de Madrid Rio y la Pradera de San Isidro en plenas fiestas de la ciudad), al llegar a las inmediaciones del recinto me empecé a encontrar con amigos que, como yo, sentían la emoción de asistir al punto y final de Asfalto. Una vez dentro del recinto fui saludando a más amigos, algunos venidos de muy lejos, que no querían perderse este evento.

Por fin, con la sala totalmente llena, se apagaron las luces y empezó el show. Éste estaba concebido como un viaje en el tiempo desde la época más actual hacia atrás, retrocediendo desde sus últimos discos de forma paulatina hacia los antiguos, con invitados que irían añadiéndose en su momento a la banda que Asfalto presentó en este último espectáculo, una formación que, además de Julio Castejón (voz, guitarra y teclados), estaba formada por su hijo Paul Castejón (guitarra, flauta y voz), Nacho de Lucas (teclados), Pablo Ruiz (bajo) y Kacho Casal en sustitución del batería titular, Arturo García, a quien un compromiso laboral en la otra parte del mundo le impidió despedirse en la que ha sido su banda los últimos 10 años. Además, en muchas partes del concierto contaron también con el apoyo de Enrique Castejón, hijo mayor de Julio, quien aportó su guitarra acústica para enriquecer (valga el torpe juego de palabras) aún más el resultado final.

El amplio escenario estaba preparado para los numerosos invitados que iban a participar en el concierto. Así, sobre las tablas se podían ver dos baterías, tres teclados y espacio suficiente para albergar a una banda por momentos muy numerosa. Y, como siempre en los conciertos de Asfalto, el show se redondearía con grandes pantallas de vídeo y un juego de luces espectacular.

La propia concepción del concierto, con un repaso en orden cronológico descendiente, iba a producir que las canciones más conocidas no iban a ser intercaladas, sino que la mayoría de temas de los últimos discos, de menor calado mediático, aparecerían al principio del concierto, para ir llegando paulatinamente a los temas más añejos y conocidos de su repertorio.

El concierto comenzó con el ya habitual vídeo en las pantallas recogiendo toda la historia de Asfalto, con las portadas de sus discos y fotos históricas, todo en orden cronológico. En esta ocasión este vídeo cobraba un mayor significado, como documento gráfico de la historia del grupo, que se cerraba esa noche. A su término, los músicos tomaron posición en el escenario, bajo la intensa ovación de todo el público, dando paso a los primeros temas, los más recientes de su discografía. Comenzaron con “Crónicas de un tiempo raro”, “Lluvia de abril” y “Secuencia para un gran momento”, representando el pasado más inmediato de la banda. Dado que muchos de los presentes se quedaron anclados en la primera etapa de Asfalto y desconocían sus últimos trabajos, unido a que esos temas son mucho más “de escuchar” que “de vibrar”, se produjo una clara sensación (asumida por el grupo, creo yo) de que la primera mitad del concierto quedó bastante fría en relación a la respuesta del público.

Pronto empezaron a integrarse invitados en el concierto, todos ellos pertenecientes a algunas de las etapas de la banda. A partir de la emotiva “El pescador de sueños” subieron al escenario Raúl Santana (guitarra y voz), Carlos Parra (teclados) y Viti Ilarraza (batería), tres músicos de gran talento que se añadieron al resto del grupo, que durante buena parte del concierto tocó con dos baterías. Estos tres músicos estuvieron presentes en aquel disco “Utopía” (2008) que supuso la vuelta de Asfalto tras algunos años de inactividad. Esta noche tendríamos el placer de disfrutar de nuevo de su calidad en buena parte del concierto, ya que estuvieron en el escenario durante muchos de los temas.

Siguieron con una de las sorpresas de la noche, ya que “Vidas paralelas” no pertenece a la discografía de Asfalto, sino a aquella etapa intermedia como “Julio Castejón y los Trípodes”, concretamente al disco “El corazón de la manzana”, de enorme calidad pero que no salió con el nombre de Asfalto. Aunque, si somos tiquismiquis, sí lo tuvimos en el disco en directo “Al fin vivos”. El caso es que para este tema Julio dejó la guitarra para interpretarla a los teclados, dejando la parte de guitarra únicamente a Raúl Santana. Por desgracia, sus teclados se negaron a funcionar en mitad del tema, con el consiguiente enfado de Julio, que salió del tema de forma airosa, arropado por los teclados que sí funcionaban de Carlos Parra.

Tras este emotivo recuerdo a su etapa en solitario, Julio dejó los teclados para empuñar una guitarra acústica, apoyado por otro instrumento idéntico en manos de Enrique Castejón, vástago mayor de Julio, que apareció en varios temas para dar aún más riqueza a la actuación. Con todos ellos nos ofrecieron una bonita “Luz de atardecer”, que se incluyó en aquel EP de 2011, al igual que la que le daba título, “Music”, versión de John Myles cantada por Raúl Santana de forma magistral, con Marcos Parra y Viti Ilarraza tocando ambas baterías. Sorprendentemente, un tercer tema de ese mismo EP sonó a continuación, “¿Quién castigó a la mujer de Lott?”, empezando a provocar la impaciencia a quienes estaban esperando los pesos pesados del repertorio de Asfalto.

Estos empezaron a llegar con “Espera en el cielo” y “Molinos de viento”, recuperados de aquel disco “El planeta de los locos” que reunió de nuevo a la mítica formación del primer disco. Por desgracia, ni José Luis Jiménez ni Lele Laina participaron en el concierto, y Enrique Cajide únicamente estuvo como espectador ya que, retirado de la música desde hace muchos años, solo salió a saludar al final del concierto.

El ambiente ya se calentaba de forma significativa con la llegada de los temas ochenteros, empezando con el repaso al disco “Corredor de fondo”, con la aparición de Richie Benítez, el magnífico cantante que participó en aquel disco y que se desplazó desde Mallorca para el concierto. Con él pudimos disfrutar de la voz original que grabó “No es solo amor”, tras la que sonó “Halley”, incorporándose Guny (bajo) y Jorge García Banegas (teclados), componentes imprescindibles de Asfalto en los ’80. El repaso a esta formación concluyó con la siempre impresionante “Prisionera enmarcada”.

Richie Benítez se despidió en medio de una gran ovación. Y en el ambiente se palpaba que, siguiendo este orden cronológico descendente, había llegado el momento de recordar algunos temas de los dos discos que grabó Miguel Oñate, los más conocidos y que gozan de mayor arraigo entre los seguidores de Asfalto junto con el primer disco. Lamentablemente, Oñate no participó en el concierto, para desilusión de quienes le estaban esperando. Aun así, todos disfrutamos enormemente con “Más que una intención” (sin Jorge García Banegas en el escenario), cantada a pleno pulmón por todo el público, “Es nuestro momento” y la delicada “El hijo de Lindberg”, muy emocionante, con Julio Castejón de nuevo al piano.

Con Guny y Jorge García Banegas de vuelta en el escenario, sonaron algunos de los temas que más ilusión harían a los seguidores del Asfalto más añejo, empezando por el siempre cañero “Déjalo así”, la delicadeza de “La otra María” y un impresionante “El viejo”, con Jorge García Banegas luciéndose en el mítico solo de piano que contiene esta historia real de la que Julio habló al presentarlo.

Y como colofón al concierto llegábamos a la parte final, con los temas que iban a representar al histórico primer disco, historia imborrable del Rock nacional. Como no podía ser de otra forma, los míticos “Días de escuela” y “Rocinante” fueron cantados al unísono por todo el público, con la emoción añadida de saber que iba a ser la última vez que, bajo el nombre de Asfalto, íbamos a poder escucharlas. No puedo imaginar la emoción que sentiría en ese momento Julio Castejón, ya que a mí mismo se me saltaban las lágrimas por el éxtasis del momento. Y, mirando a mi alrededor, os aseguro que no fui el único.

Antes de acometer el final oficial del concierto con “Capitán Trueno” (con imágenes del TBO original en las pantallas de vídeo), Julio dedicó unas palabras a cada uno de los músicos que le acompañaban esa noche, tanto los “oficiales” como los invitados, incluidos los pipas (“roadies”, que dicen los guiris) añadiéndose Raúl Santana, Carlos Parra, Viti Ilarraza y Enrique Castejón al fin de fiesta sobre el escenario.

Tras estos clásicos entre los clásicos, el grupo hizo amago de despedirse, pero a estas alturas todos sabemos que eso no cuela. Pronto, todos los músicos volvieron al escenario, para cerrar, ahora sí, este concierto de despedida con “Lo que el viento no se llevó” y un “Ser urbano” para el que se subieron al escenario todos los músicos que habían participado en el concierto, más los managers Johan Cheka y Mary, además de un pletórico Enrique Cajide, que estaba eufórico.

La sensación que nos dejó el concierto es difícilmente explicable para quienes no hayan sido fieles seguidores de Asfalto. Quizás (seguro) que no fue su mejor concierto. Algunos fallos técnicos y de interpretación hicieron que recordemos otros shows más perfectos. Pero la emoción, el sentimiento de despedida y de estar presentes en el cierre de la carrera de una de las bandas más importantes de la historia del Rock nacional, hicieron que estos errores no tuvieran mayor relevancia.

Adiós, Asfalto. Y, sobre todo, GRACIAS por todo lo que nos has dado.

Texto: Santi Fernández “Shan Tee”

Fotos: Monraymon (previa VIP) y Ernesto Estébanez Boatas (concierto)

 

Puedes leer esta crónica en catalán en El Rock-Òdrom