BARÓN ROJO + PANZER – Sábado 28 de mayo de 2022, sala Razzmatazz (Barcelona)

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Crónica originalmente publicada en catalán en El Rock-Òdrom

¿El último vuelo del Barón Rojo?

La fecha que aparece en la entrada que aparece en esta crónica no es correcta. Mejor dicho, no se corresponde con la fecha en que se celebró el concierto.

Este concierto de Barón Rojo tendría que haberse producido el 21 de marzo del 2020 en el marco de la extensa gira de despedida de la banda bajo el epitafio “El Último Vuelo” pero, justo una semana antes, la pandemia del Covid-19 nos encerró a todos a casa provocando un terremoto en el campo de la música en directo que se ha alargado hasta hace muy poquito.

De hecho, este mismo concierto se reprogramó para septiembre del 2021, cuando parecía que las cosas ya estarían mejor y tuvo que posponerse de nuevo hasta la fecha del 28 de mayo.

Por fin, el sábado 28 de mayo del 22 y con las entradas agotadas, Barón Rojo tocaban en el que (en principio) sería su último concierto en Barcelona antes de su retirada definitiva de los escenarios, acompañados de unos Panzer de nuevo en activo y que volvían a la capital catalana más de 30 años después de su última visita.

En la cola para entrar se respiraba el ambiente de las grandes veladas. Me llamó la atención que un servidor (42 años de edad) se encontraba en la franja joven de entre los espectadores, haciendo patente que Barón Rojo no ha tenido mucho éxito seduciendo a nuevas generaciones.

Con acierto o sin él, nada más entrar en el recinto mi acompañante Albert y yo accedimos al piso superior de la Razzmatazz, disfrutando así de una visión perfecta del escenario, sentados y cómodos y con la barra del bar cerca, pero con una deficiencia en el sonido no buscada que nos acompañó toda la noche.

Salieron unos Panzer a quienes tenía muchas ganas de ver, dado que era la primera vez que tenía oportunidad de presenciar una actuación suya y más teniendo en cuenta que han vuelto a la actividad manteniendo tres cuartas partes de la formación clásica de la banda.

Su actuación duró alrededor de una hora y fue un repaso a algunas de las canciones más emblemáticas de los cuatro álbumes de estudio de su discografía, comprendida entre los años 1982 y 1986.

Arrancaron con “Toca madera” y fueron cayendo otras canciones como “Galones de plástico”, “Caballeros de sangre”, “Dios del Rock”, “Junto a ti” o la misma “Panzer” que da nombre al grupo.

Desgraciadamente, y como decía al inicio de esta crónica, bien sea por motivos técnicos, de ubicación nuestra en la sala o por ambas cosas, la actuación de Panzer no lució como yo esperaba, con una guitarra poco definida, un bajo que saturaba y un Carlos Pina a quien a menudo costaba entender.

Por suerte, el papel de un público que llenaba a rebosar la Razzmatazz contrarrestó un poco estas carencias.

Una vez terminada la actuación de Panzer, visita a los baños de la sala (no por primera ni última vez) y recarga de cerveza mientras los pipas adecuaban el escenario para los protagonistas de la noche: Barón Rojo.

Tengo que deciros que Barón Rojo es probablemente el grupo que he visto más veces en la vida. Desde el año 96-97 hasta ayer pueden ser cerca de veinte las veces que los he visto actuar. Recuerdo especialmente varias, algunas por cuánto las disfruté y otras por todo lo contrario.

Entre las experiencias positivas, me vienen a la cabeza la primera, cuando presentaron “Arma secreta” en Vila-seca (Baix Camp, Tarragona) o cuando fui a Madrid a verlos en el inicio de la gira de reunión de la formación original en la sala Aqualung o, dentro de aquella misma gira, cuando llenaron como ayer la Razzmatazz en un concierto memorable.

En el otro lado de la balanza hay otros. Como por ejemplo el último concierto de la gira de reunión. Tuvo lugar también en Barcelona, en el Sant Jordi Club, y aquel mismo día por la mañana habían salido en el periódico unas declaraciones de Sherpa tildando de momias a los hermanos. Durante aquel decepcionante concierto, la frialdad encima del escenario era total y ésta se trasladó al público asistente. Un triste final.

También recuerdo como pésima una actuación que ofrecieron a una de las ediciones del Rock Fest, en un concierto especial centrado exclusivamente en el disco “Volumen brutal”, con un Carlos de Castro en un pésimo estado vocal y una carencia de ganas del grupo en general que daba escalofríos.

Así pues, con sinceridad, tenía serias dudas sobre qué Barón Rojo me encontraría en el que estaba anunciado como el último concierto del grupo en la ciudad antes de su disolución definitiva.

En esta ocasión, Barón Rojo contaba con un aliado excepcional: un público entregado. A menudo, la energía que se genera en un concierto es un viaje de ida y vuelta entre el público y el grupo. Los unos alimentan a los otros. Y ayer la electricidad fluyó entre los dos como hacía tiempo que no veía. A pesar de entre el público apenas había gente en la veintena, el veterano público asistente se entregó como si de adolescentes se tratara, encomendando esta energía a unos Barón Rojo encabezados por un Armando de Castro que lleva el peso de la banda, moviéndose sin cesar, tocando la guitarra como los dioses y encargándose considerablemente de ser la voz principal en más de una canción.

Si no voy errado, todo el repertorio se basó en la época clásica (con Hermes y Sherpa) excepto un par de visitas a “Desafío” (1992), el primer álbum después de la desbandada. Nada de los discos que sacaron después de aquél.

Bien pronto (tercera o cuarta canción de la noche) sucedió algo que a mí (y seguro que no solo a mí) me dejó estupefacto. Con una Razzmatazz que hervía, Armando de Castro hizo referencia al nombre de esta gira de despedida de la banda (“El Último Vuelo”) y, como quien no quiere la cosa, dejó caer un “pues no os lo creáis y eso es gracias a vosotros”.

¿Cómo? ¿Estaba asistiendo al que se había anunciado desde hacía años como el último concierto de Barón Rojo en Barcelona (cosa que lo convertía en especial y por eso el calor de la sala y las entradas agotadas) o estaba asistiendo a una nueva tomadura de pelo del estilo otras bandas nacionales e internacionales de renombre que ahora no mencionaré?

Fuera como fuera, el ritmo trepidante del concierto hizo que, en aquel momento, no pensara mucho en lo que Armando acababa de decir y me entregué a disfrutar y dejarme la voz en una noche en que la comunión banda-público minimizó cualquier sacudida sonora o de cualquier otro tipo, haciéndome vivir un concierto del Barón Rojo de los buenos de verdad.

Después de dos horas largas de concierto, la actuación llegó a su fin. Si hubieran estado 24 horas seguidas tocando, todavía así se habrían dejado grandes clásicos por tocar. Pocas bandas tienen un repertorio tan extenso con buenas canciones y, a la vez, variado.

Al salir de la sala, un bocado rápido para llenar la tripa y comentar la jugada y a casa.

A pesar de que Barón Rojo ha sido uno de los grupos que más he seguido y del cual he sido un gran seguidor, espero de verdad que no me hayan tomado el pelo y que este haya sido realmente “El Último Vuelo” sobre la ciudad de Barcelona. Hace mucho que no tienen interés al hacer canciones nuevas, la motivación para seguir tocando hace años que mengua (tengo entendido que sobre todo es cosa de Carlos de Castro) y cada vez es más habitual leer crónicas que no dejan en muy buen lugar sus actuaciones. Todo tiene un final y ahora es el momento de plegar velas. Ninguna manera es mejor que hacerlo con el buen regusto de boca que dejó su gran actuación de ayer. Gracias Barón Rojo, “siempre estaréis allí”.

Texto: César Rojas

Fotos: Albert Parada y César Rojas