Dentro de poco se cumplirán 40 años del mítico concierto de The Rolling Stones en el estadio Vicente Calderón. Aquel 7 de julio de 1982 se produjo uno de los shows más espectaculares y legendarios que hayamos vivido en nuestro país. En un caluroso día del feroz verano madrileño, una espectacular tormenta con truenos, relámpagos y una tromba de agua descomunal comenzó a caer sobre el entonces estadio del Atleti, justo después de la actuación de los teloneros, The J. Geils Band, haciendo temer por la realización del concierto.
Sin embargo, cuando más arreciaba la fuerte lluvia, sus Satánicas Majestades salieron al escenario para dar uno de los conciertos de su vida. Y de la nuestra. Aquel día, muchos de nosotros comprendimos en todo su esplendor la magnitud de un show en el que el espectáculo fue llevado a la máxima expresión. Un escenario gigantesco, fuegos artificiales, globos sobre la escena arrastrados con violencia por el viento y un palmo de agua en el excenario amenazando con electrocutar a los músicos. Y sobre todo ello, los Rolling Stones haciéndose los amos de los elementos. Yo tenía 16 años y aquello me marcó para siempre.
Tras ese histórico concierto, los Rolling Stones han vuelto a tocar en la capital en varias ocasiones y yo siempre he acudido a la cita, intentando (sin éxito) rememorar las sensaciones que viví aquel histórico verano de 1982.
El próximo 1 de julio, los Rolling Stones vuelven a tocar en el campo del Atleti. En estos 40 años transcurridos desde “el concierto de la tormenta”, muchas cosas han cambiado. En esta ocasión, el histórico Vicente Calderón ya no existe, sustituido por el más grande y moderno Wanda Metropolitano. La banda mantiene a sus dos pilares, Mick Jagger y Keith Richards, quienes estarán a punto de cumplir los 79 años cuando se realice el concierto, siempre escoltados por el “jovencito” Ron Wood (75 años). El resto de la extensa banda que les acompaña son músicos contratados, ya que nunca se añadieron componentes oficiales tras la salida del bajista Bill Wyman en 1993 y la triste muerte del batería Charlie Watts el pasado 24 de agosto de 2021.
En estas 4 décadas, muchas otras cosas algo menos tangibles también han cambiado. Por mucho que ellos mismos intenten perpetuar su imagen, los Rolling Stones ya no es aquel grupo desvergonzado que escandalizaba a nuestros padres y abuelos. Hoy nosotros somos los padres y ellos son los abuelos, y son nuestros hijos los que alucinan con la pasión con la que seguimos hablando de estos octogenarios que, en plena tercera edad, alimentan su leyenda con historias de caídas desde cocoteros o una relación con las drogas que ya no es cierta desde hace decenios.
En esta ocasión yo faltaré a la cita. Y no sólo (que también) porque el precio de las entradas es prohibitivo, sino porque, edad manda, los Rolling Stones ya solo son una pequeña sombra de lo que fueron. A sus casi 80 años tiene mucho mérito que se sigan subiendo a los escenarios, pero ya las últimas veces que asistí a sus conciertos me di cuenta que la energía y las ganas de impresionar al público han desaparecido casi por completo. Por supuesto, seguro que el repertorio estará lleno de clásicos imperecederos, tienen mucho y bueno donde elegir, pero ni ellos son la sombra de lo que eran ni yo soy ya el adolescente impresionable que era.
Sin embargo, aunque a estas alturas tengo el “culo pelao” de ir a conciertos, siempre recordaré aquella lluviosa noche de 1982 como el día que descubrí la grandeza y la majestuosidad que puede ofrecer un gran concierto de Rock, al que el calificativo de “inolvidable” se queda corto.
Soy consciente de este sentimiento es difícil de entender para las generaciones que vienen detrás. El Rock hace tiempo que dejó de ser la música de la juventud, que hoy está a otra cosa. Somos nosotros, aquellos jóvenes de los ’80, quienes mayoritariamente mantenemos viva la llama de esta música y la hemos interiorizado en nuestras vidas. Dentro del corazón de un rockero hay una parte que nunca pasa de los 17 años. Y una parte de ese corazón late al ritmo de los Rolling Stones, porque “el tiempo está de nuestro lado”.
Santi Fernández “Shan Tee”