Tras unas cortezas rehogadas de cerveza y de revolvernos las tripas con unos sandwiches de tropezones (y con el careto del camarero de turno), entramos predispuestos a amortizar lo mejor posible los 25 diodenos que soltamos en la entrada (¿no eran 23?). Claro, que la primera sorpresa fue comprobar que no abrirían Furia Animal. ¿Los sustitutos? Una banda de Elche de nombre Amalgama, que verán editado su álbum debut en breve a través de Tempo Music (“Sui Generis”).
AMALGAMA
Ya con la descarga a mitad, un estridente agudo jebi nos dio la bienvenida nada más entrar. Del joven quinteto destacar sobre todo a su guitarra solista, según el vocalista un tal Richi Blacmor, quien de hecho mostró muy buenas maneras en un medley de los Purple cuyo grueso fue “Highway Star” (aunque también sonó algo de “Black Night” al principio y poco más). También tuvimos tiempo de degustar el sonido del grupo con temas como “Ángel”, donde el cantante hizo gala de sobreagudos, si bien no le vendría mal diversificar un tanto su registro. Durante el breve tiempo que estuvieron en escena intentaron animar el cotarro, llegando incluso a echar mano de algo tan trillado como el “We Will Rock You” (¿qué pasa, que ahora todo el mundo se acuerda de Queen?), aunque poco más pudimos ver. Resumiendo, buen sonido, buena ejecución y chimpón.
Con el telón de fondo del “Holy Diver” y el cacharro en mano (5 gallifantes para los de Alicantes) aguardábamos impacientes la entrada del rey hobbit del metal, Ronaldo Jaime Dio, Dios para los amigos. Y lo cierto es que no se hizo mucho de rogar. Sin demasiado protocolo y al son de los primeros compases de “Killing The Dragon” iban apareciendo uno por uno los miembros de la banda: Scott Warren a las teclas (de este sujeto hablaremos más detenidamente), Jimmy Bain al bajo, Doug Aldrich a la megatrillada Fender, Simon Wright a las baquetas (el único que repetía visita a Valencia después del tour de “Magica”) y, cómo no, su majestad Ronnie James Dio (aunque éste no recordara su anterior paso por la ciudad del Turia).
¡Y qué comienzo! Nada más concluir el corte que abre el nuevo disco, Ronnie presentó sin más preámbulos el que cerró en su día aquel clásico “The Last In Line”, la épica “Egypt (The Chains Are On)”, pelos de punta de regalo y fusión con otro pelotazo, el no menos enervante “Children Of The Sea” de esa joya llamada “Heaven And Hell”, la cual metieron con calzador para volver a cerrar de nuevo con el primero. Esto promete. Y qué mejor manera de regresar al presente con el sabor del pasado de “Push”, el primer single del recién estrenado álbum, una buena muestra de Hard/Heavy ochentero de riff sencillo y de efecto magno, en el que nuestro pequeño gran frontman se crecía frente al respetable invitando a cantar el estribillo a base de ademanes. Todo un showman, sí señor (ya veremos cómo les va a otros con 6 décadas a las costillas).
A continuación el primer solo, en esta ocasión del ex-asedecé Simon Wright, al principio acompañado de música tribal, y más tarde del archiconocido tema central de Carmina Burana (¿quién dijo Ordóñez?), durante el cual demostró mucha pegada y una técnica algo más recatada, todo sea dicho. Pasada la anécdota y con los músicos de vuelta, “Stand Up And Shout” supuso una auténtica patada en los mismísimos (“it’s the same old song, you’ve gotta be somewhere at sometime, they never let you fly” –bua bua bua-). Algo más pausado llegó el nuevo “Rock And Roll”, en el que prescindieron de la primera estrofa para pasar directamente al pasaje de aires “Kashmir” que inunda el tema. Ni que decir tiene que el público respondió animosamente cuando Dio le cedía la palabra.
De “Magica” esta vez sólo dos, y de golpe: “Lord Of The Last Day” y “Fever Dreams”, muy bien interpretadas (sobre todo vocalmente) aunque no tan bien recibidas, ya que rebajaron considerablemente el clímax. La peña quería clásicos, y la banda no se iba a hacer de rogar: era hora de que dos viejos colegas como Jimmy “chochona” Bain y Ronnie recordasen su etapa en Rainbow, y así lo hicieron con temas emblema como “Long Live Rock And Roll” y “Man On The Silver Mountain”, los cuáles acabaron mezclándose (la letra del primero con la música del segundo), sensiblemente más heavies y veloces que en sus versiones originales.
A todo esto, que no se nos pase el solo de guitarra de mr. Aldrich, algo largo y repetitivo pero con una aceleración envidiable (ligados casi imperceptibles a la vista), y con una puesta en escena muy Billy Duffy (el hacha de los Cult, para más señas).
Un momento especialmente emotivo fue sin duda “Don’t Talk To Strangers”, el cual dio comienzo ya subido de tono (sin susurros que valgan) para finalizar con un Dio muy metido en el tema y visiblemente conmovido. Unos potentes “Holy Diver” y “Heaven And Hell” (con el foco rojo iluminando el rostro de Dio-bólico) definitivamente revolucionaron el gallinero antes de llegar a la traca final con los bises de rigor (aunque curiosamente el telón del “Holy Diver” se iluminara sólo durante el segundo).
Y llegaron los quince minutos de gloria de Scott Warren, en los que desplegó todo su saber y potencial tras el PT-1, donde le dio tiempo a perderse entre bastidores (mucho humo y muchas copas), a casi caerse de espaldas (si no se agarra al teclao…) y a marcarse un solo a un dedo de los que hacen afición (nosotros ya lo somos). Especialmente Spinal Tap las partes en las que Warren no daba abasto con ambos teclados, apretando todas las teclas sin que saliera sonido alguno de allí, sin contar las caras de poseso que lució el amigo. Lo cumbre, lo más.
Para cerrar el baile cayeron “The Last In Line” (aquí tuvo que estirar el abuelo) y “Rainbow In The Dark”, entre risas (nuestras), aplausos y griterío. Después del clásico amago de retirada regresaron para atacar finalmente con “We Rock”, donde la gente se desgañitó con el famoso grito de guerra “sail on, sing a song, carry on… WE ROCK!”.
A modo de síntesis decir que el set-list fue el esperado (sin sorpresas ni decepciones, para contentar a todo quisqui), y la actuación a la altura de un gran veterano que está envejeciendo de una forma verdaderamente envidiable. Lo que decíamos, a Dio sólo le falta la s.
Texto: Bubba & J. A. Puerta