Musical WE WILL ROCK YOU – Jueves 2 de octubre de 2003, Teatro Calderón (Madrid)

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Una de mis pasiones confesadas son los Musicales, desde que hace años tuve el placer de contemplar el mítico “Cats” en el no menos mítico “Broadway” neoyorkino. Desde entonces, no han sido pocos los eventos de estas características a los que he asistido, limitado básicamente por el habitual alto precio de las entradas.

“We Will Rock You” no iba a ser menos. Los 57 € que me costó la entrada (un jueves en sesión de noche) me hacían dudar de la rentabilidad de tan alto coste, sobre todo porque no tenía referencias directas de la calidad del espectáculo, al ser el segundo día en cartel (a estas alturas evidentemente no me fío de lo que me digan en la publicidad). El hecho de que el montaje haya sido producido y supervisado entre otros por Brian May, Roger Taylor y Robert de Niro me tranquilizaba bastante en este aspecto.

Al acceder al Teatro, lo primero que llama la atención es la rotunda disparidad de público asistente: ejecutivos trajeados compartían asiento sin complejos junto a rockeros con camisetas de Queen (incluso de Metallica) y pelos largos. Y mucha gente a medio camino, como el que suscribe. Esa heterogénea mezcolanza me dio una sensación de bienestar, estaba viendo la prueba viviente de que no tenemos por qué vivir en un gheto apartados de la Sociedad.

Accedí a mi asiento, y me proporcionaron un bonito programa a todo color con todos los detalles del montaje. Instintivamente dirigí mi lectura al apartado de “músicos”, con la vaga esperanza de encontrar un nombre conocido. Y lo conseguí, porque entre ellos reconocí a Luis Cruz, brillante guitarrista que grabó el “Ciudad de Músicos” de Topo. Entre los actores / cantantes, únicamente reconocí a José María Guzmán, miembro del grupo “Cánovas, Rodrigo, Adolfo y Guzmán”, bastante conocido en la década de los ’70.

El show estaba previsto para las 22:30, y con un retraso de 10 minutos nos avisaron de que todo lo que íbamos a escuchar estaba ejecutado en directo, se apagaron las luces y dio comienzo el espectáculo.

El argumento de la obra es sencillo. La acción se desarrolla en el año 2303, en el cual todo el Mundo está controlado por la Corporación Corporación Global Soft, una multinacional que tiene el monopolio del entretenimiento. Es la Era Ga-Ga, en la cual la música ha sido abolida y todos los instrumentos destruidos. La juventud está alienada por la Corporación Global Soft y son todos iguales y felices, con clara inspiración en la novela de Orwell. Un grupo de jóvenes llamados los “Bohemios” constituyen la resistencia, e intentan recuperar unos instrumentos enterrados en un lugar secreto.

Los diálogos son breves, y constituyen un mero nexo de unión entre las canciones, todas de Queen, con las que se cuenta la historia. Las canciones han sido traducidas al español para un mejor seguimiento del hilo narrativo, con contadas excepciones al final de la función, en las cuales respetan el británico idioma original.

Un poblado grupo brillantemente coreografiado (10 bailarines y 10 cantantes) que actúa a gran nivel hacen que los sucesivos números musicales sean una delicia para la vista y el oído. El sonido, absolutamente perfecto desde la primera nota, ayuda a disfrutar completamente del espectáculo.

Los diálogos están muy bien adaptados, sobre todo en el caso del protagonista (“Galileo Fígaro”), el cual utiliza continuamente frases construidas con extractos de canciones españolas de cualquier estilo en sus partes de texto. Tanto este personaje como el de la protagonista femenina (“Scaramouche”) están interpretados por dos actores / cantantes de gran nivel.

La sucesión de canciones y números musicales es constante: “Innuendo”, “Radio Ga-Ga”, “I Want To Break Free” (Yo quiero salir), “Somebody To Love” (Un poco de amor), prácticamente se enlazan con unas pocas frases. Choca bastante oír estos clásicos en español, pero ayuda a seguir el hilo conductor de la historia. El acompañamiento instrumental es simplemente perfecto, respetando fielmente las canciones originales.

La mala de la historia es una gran cantante de color llamada “Killer Queen”, empeñada en eliminar de la faz del Planeta Ga-Ga a estos jóvenes rebeldes. Al ritmo de “Play The Game”, “A Kind Of Magic” y “Under Pressure”, estos jóvenes se conocen y empiezan su búsqueda de la música olvidada y los instrumentos escondidos.

Hasta ahora, el público asistente se limita (nos limitábamos…) a aplaudir los números musicales, pero los actores buscan (y encuentran) nuestra complicidad y nuestras palmas en “I want It All”, acción que se ve aumentada cuando interpretan “Headlong” mezclados con el respetable en el patio de butacas.

Los jóvenes rebeldes “Bohemios” se reúnen en un lugar escondido del poder de Global Soft, llamado Hotel California, y en él cuentan cómo tienen en su poder unas sagradas lecturas donde han oído hablar de esa religión llamada Rock and Roll que desapareció hace 300 años. Juntos recuerdan a todos aquellos que murieron jóvenes: Jimi Hendrix, Janis Joplin, Kurt Cobain… y por supuesto, Freddy, homenajeados en “No One But You” (Sólo por ti). También descubren lo que es el Rock and Roll puro con una majestuosa versión de “Crazy Little Thing Called Love”, con el que finalizan la primera parte del espectáculo.

El escenario tiene una gran pantalla de vídeo y unos decorados móviles que cambian según los números musicales, con un precioso montaje que sitúa a los personajes en la ubicación diseñada para cada parte de la historia.

Tras el descanso, el escenario ha cambiado ostensiblemente, pero el nivel no baja en absoluto, sino al contrario. Un brillante “One Vision” da paso a un impresionante “Who Wants To Live Forever”, en el cual Luis Cruz abandona su invisible foso de músicos para hacer el solo de guitarra subido al escenario.

A partir de aquí, los acontecimientos se precipitan, los Bohemios son atrapados por la Killer Queen excepto los dos protagonistas, que logran escapar y encontrarles en un bar donde se les ha robado el alma, y donde conocen al viejo bibliotecario que descubrió los sagrados textos donde aprendieron lo que es el Rock and Roll. Todo ello acompañados por la música de “Seven Seas Of Ryhe” , “Hammer To Fall”, “Don’t Stop Me Now” y un flamante “Another One Bite The Dust”, primer tema que es cantado en inglés.

El bibliotecario convence a Galileo Figaro y Scaramouche para ir en busca de los instrumentos perdidos, guiados por una estrella, que no es sino una vieja estatua de Freddy Mercury emergiendo de un lago. Para el viaje, una Harley Davidson emerge del suelo. La mirada de Mercury les dirige al lugar donde los Campeones tocaban, que no es otro que un abandonado estadio de Wembley. Allí no encuentran nada, y Galileo Figaro sucumbe a la desesperación. En ese momento, su chica Scaramouche le convence para que, a pesar de no haber encontrado los instrumentos, pruebe a cantar Rock and Roll a capella. Dicho y hecho, acompañándose por patadas en el suelo, comienza “We Will Rock You”, con la plena participación de todo el público asistente. Esta canción produce que uno de los muros de Wembley estalle y en su interior aparezca una guitarra eléctrica, que empuñada por Scaramouche lidera una emocionante versión de “We Are The Champions” (en inglés) con la que derrotan definitivamente al poder establecido.

Aquí termina la función, y la parte instrumental de “We Will Rock You” sirve de homenaje a todos los actores, que salen bailando a recibir la merecida ovación de un público puesto en pie de cuyas palmas sale humo. Una vez recibidos todos los aplausos, los actores se retiran, pero un telón baja y aparece un texto: “¿Queréis Bohemian Rhapsody?”. El griterío del público es unánime, y la versión (en inglés) que nos regalan es absolutamente impresionante. La parte cantada es un dueto entre los dos protagonistas, y la opereta central es cantada en total directo por la totalidad de los integrantes de la Compañía en el escenario. La parte instrumental es perfecta, y los solos calcan los originales de Brian May.

Cuando salen todos los actores / cantantes / bailarines a saludar al final, junto a los músicos de la banda, con todo el público puesto en pie, miro en mi interior y reconozco en mi esa sensación de estar plenamente satisfecho.

Ha merecido la pena, sin duda. Un consejo: no os lo perdáis por nada del mundo. No lo olvidaréis.

Texto: Shan Tee