Los turolenses EFFE pueden estar orgullosos de este “Tras la tormenta”. Un disco brillante, atractivo y ameno que significa el segundo paso en su carrera, tras aquel “Cuentos de invierno” con el que debutaron en 2014.
El disco nos ofrece 11 cortes (más una propina semi-oculta) de rock urbano ejecutado con clase y calidad, un puñado de canciones que enganchan de inicio a fin, tanto por la inspiración con que están construidas como por las letras, apartado siempre importante en este estilo. Los textos expresan con elegancia los sentimientos humanos, con el amor como denominador común de la mayor parte del disco.
El grupo está compuesto por Fabián Navarrete (voz), Borja Lacruz (guitarra), Chema Mangas (guitarra), Gustavo Ramos (batería) y Rubén Fernández (bajo), teniendo además insignes colaboraciones como la de Enrique Villarreal “El Drogas” en “Vale ya” y dos componentes de Marea: Kutxi Romero en “A la sombra de una encina” y David Díaz “Kolibrí” (además, productor del disco) quien mete su guitarra en la rocanrolera “Eterna, tranquila y formal”
Hay muchos buenos grupos cuyo Talón de Aquiles es la composición. Conseguir canciones que enganchen es el difícil objetivo a perseguir, encontrando el término medio entre un tema pegadizo pero que no resulte insulso. Que llame la atención desde las primeras escuchas pero del que no terminemos cansados a poco que se insista en él. Afortunadamente, este disco contiene varios ejemplos de que Effe ha dado con la tecla: “Me muero”, “Por hacerle reír” y “Era el mar” llevan sonando en mi cabeza desde hace días y no tienen pinta de querer salir.
El disco es variado, lo que ayuda a que su escucha completa se pase en un santiamén. En él tenemos temas tranquilos como la balada “Sedúceme, destrózame” o el medio tiempo “Tras la tormenta”, al lado del rock and roll ligero y fresco de “A ningún lugar” y la ya mencionada “Eterna, tranquila y formal”.
No es el rock urbano un estilo proclive a grandes lucimientos personales, así que ni los guitarristas ni la base rítmica se plantean los temas como una exhibición instrumental. Aún así, demuestran buenas maneras, siempre al servicio de la canción. La voz de Borja Lacruz, clara y de vocalización perfecta, no abusa de agresividad, algo adecuado si se va a cantar sobre sentimientos.
El disco termina con una pista oculta: tras dos minutos de silencio absoluto, el acústico “Cachorro” cierra un trabajo que nos deja muy buenas sensaciones. A veces, la simpleza y las buenas canciones son más que suficientes para construir un disco tan atractivo como “La tormenta”.
Santi Fernández «Shan Tee»