Editorial Marzo 2005: “Requiem por una tienda de discos”

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Hace unos días nos llegaba la noticia del cierre de Madrid Rock, una de las tiendas de discos más emblemáticas de la capital. Y junto a ella, más franquicias de la cadena en el resto de España, junto a otras como Tipo, Virgin, etc. Un montón de recuerdos, pasiones de juventud, ilusiones y, por supuesto, dinero gastado en discos, se van con ella.

¿Quién tiene la culpa? La piratería es la señalada como principal causante de esta debacle, y los consumidores negamos constantemente este hecho. Aunque no podemos hacer oídos sordos a los vientos de especulación inmobiliaria que parece que tienen su parte de culpa en el cierre, creo que se impone hacer un pequeño ejercicio de análisis.

La piratería es escandalosamente más elevada que hace unos años. Aquello de copiarle un disco a un amigo se ha hecho toda la vida, eso es cierto, pero ahora hay mil maneras más de piratear, y mucho más fáciles, ya no tienes que esperar a que tu amigo de turno se compre el disco deseado para meterle el garfio. El pirateo por Internet es enorme, yo diría que indiscriminado en muchos casos. Y lo que ya me parece de juzgado de guardia es el top manta, sintiéndolo mucho. Además de ser una mafia que es apoyada indirectamente por quien compra ese tipo de copias, me parece indignante que en la puerta del Madrid Rock que acaban de cerrar siempre hubiera un montón de manteros con casi tantos discos como en el interior. Impunemente. Con la complacencia (casi me atrevería a decir la complicidad) de la policía, quien debe haber olvidado que eso es un delito.

¿Y qué decir del consumidor? La existencia de manteros se basa en que hay mercado para ello, eso es obvio. La gente del rock nos seguimos comprando nuestros discos, aunque completemos nuestro arsenal con copias piratas. Igualmente pasa con el jazz, el blues y por supuesto la clásica. Aun así, cada vez hay más jóvenes que directamente pasan de comprarse ningún disco, siempre lo tienen más fácil y más barato si se lo piratean, y da igual al precio que le pongan los discos, que siempre será más caro que bajárselo de Internet o comprar en el top manta.

Pero lo que es definitivo es el golpe a la música de usar y tirar. Estos discos son los que más beneficios dejan a las tiendas, ya que son siempre a precios de novedad, y por lo tanto con más margen. Y además, son siempre los de ventas masivas a corto plazo, aunque a los 6 meses no los quiera nadie. Y estos son los que mayor caída de ventas han sufrido, porque son los más ofrecidos por los manteros, así que la caída de ventas de estos discos es muy grave y eso hace daño a cualquier parte de la industria.

La política de precios abusiva que hemos sufrido estos últimos años ha aumentado el beneficio de Compañías y tiendas, pero ha causado un daño mucho mayor: ha acostumbrado al potencial cliente a no comprar, le ha hecho perder, en muchos casos, el placer de tener un disco en su formato original. Y va a costar mucho trabajo invertir la tendencia, así que a ver cómo salimos de ésta.

Tampoco me sirve el razonamiento según el cual a los grupos les conviene la piratería porque les hace darse a conocer y luego recoger beneficios en los conciertos. Eso puede ser cierto a corto plazo, pero nada más. El descenso de ventas hace que las compañías no arriesguen dinero con los grupos, ya que las posibilidades de recuperar la inversión son muy escasas. Y si el disco, sin casi promoción, no vende una cantidad suficiente, el grupo no puede grabar un nuevo disco. Y sin disco en la calle, es muy difícil hacer conciertos. Así que a ver quién me dice que la piratería no afecta a los grupos.

Entonces, ¿quiénes son los grandes beneficiados? De manera objetiva, los fabricantes de CDs vírgenes y los capos del top manta. Ya como opinión más subjetiva, más de un policía debe tener motivos de algún tipo para mirar para otro lado ante esta flagrante violación de la ley.

¿Y los consumidores? Pues el que consume música como el que consume galletas, también se sentirá beneficiado. Tendrá música de sobra prácticamente gratis y sin apenas esfuerzo. Otra cosa es el melómano, aquel que disfruta de verdad con un disco, y que valora un libreto, una presentación y el hecho de valorar un disco por el simple hecho de haberle costado un esfuerzo adquirirlo.

La música existía antes que la industria, y seguirá existiendo de una forma u otra aun en el caso de que dicha industria se colapse. Pero estos tiempos de crisis los vamos a pagar todos. La economía no hace más que adaptarse a las circunstancias, y no dudo de que la industria discográfica sabrá interpretar las nuevas costumbres y actitudes de los amantes de la música. Muchos caerán en el camino, y hoy le ha tocado a Madrid Rock.

Descanse en paz.

Shan Tee