Quienes me conocen bien saben que mi sueño desde que era un crío es que me paguen por catar pollo con alioli y dar mis valiosos y meditados consejos a los cocineros. Claro que luego uno crece y se vuelve escéptico con la posibilidad de tener el trabajo de sus sueños, así que con el tiempo he buscado sueños alternativos, más realistas y ajustados a la dura realidad. Uno de ellos es escuchar discos de rock y dar mis valiosos y meditados consejos a los músicos. Como veis, soy un tipo muy afortunado, porque a mis veintipocos estoy cumpliendo mi sueño número dos de la vida. Así pues, dejadme gozarlo y lanzar un consejo al aire, por si algún músico pasea sus pupilas ahora mismo por esta estupenda web. Mi consejo es que antes de comprarte una guitarra, medites por lo menos tres cosas: La primera es que no importa lo original que quieras ser, que todo lo que hagas lo habrá hecho antes un bluesman negro; la segunda es que el rock no va tanto de virtuosismo como de feeling; la tercera es que o te hierve un poco la sangre o tu música no la escuchará nadie.
Jeffrey Lee Pierce, fundador de The Gun Club, era un guitarrista muy ecléctico, un entusiasta de géneros aparentemente contradictorios como el rock progresivo, la no wave, el punk y el blues pantanoso de la América profunda. Para principios de los ochenta se había empapado de la música más ancestral de su tierra, se había rodeado de músicos competentes y había parido el presente “Fire of Love”. Por razones estrictamente cronológicas, es difícil que Pierce y su banda hubieran escuchado mi valioso y meditado consejo a los guitarristas, pero desde luego lo conocían y lo tenían muy presente. En efecto, The Gun Club y su colosal álbum debut son el mejor homenaje que el rock podía darle a los bluesmen negros, al feeling en estado puro y a la energía bruta y visceral. Una banda que supo situarse al cien por cien tanto en la rica tradición musical americana como en su momento más inmediato, que combinó ambas cosas y que sacó un disco atemporal de puro y duro rock and roll.
Se suele decir que “Fire of Love” es un disco de punk, pero un servidor le ve más parecidos con el blues rock y el rock de garaje, unos géneros muy marginados por los medios en los años ochenta. Frente a un panorama de rock plastificado y artificial, el álbum debut de The Gun Club apostó por la naturalidad y un sonido de tú a tú, primario y virgen, más propio de las décadas pasadas que de los años del sintetizador. El resultado son canciones cortas, sencillas y muy explosivas, con reminiscencias muy variadas y la facultad de hacerte mover los pies sin quererlo; desde el country propio de un roadhouse tejano de “Sex Beat”, pasando por la furia de “She’s Like Heroin To Me” o el medio tempo de “Jack On Fire”, la banda recupera el espíritu salvaje del rock y lo tiñe de homenajes, calidad e historia. En efecto, todo el disco “suena” a cosas más antiguas, pero adaptadas, revisadas y traducidas a los nuevos tiempos.
Versionado y citado como influencia en numerosas ocasiones, el disco debut de The Gun Club es el perfecto ejemplo de cómo ser original siendo consciente de la propia tradición y situándose estratégicamente respecto a ella. Por encima de todo, “Fire of Love” es un disco divertido, elegante y muy potente que nos puede dar muchas lecciones todavía a día de hoy: por ejemplo, que para tocar rock uno necesita un mínimo de conciencia temporal, un mínimo de sentido de la orientación. Eso, y mucha honestidad. The Gun Club tenían estas virtudes, y por eso mi mejor consejo hoy es que deis una oportunidad a su disco más emblemático.
Jaume “MrBison”