Las puertas del Hyde Park abrían a las 13’30 y allí me planté a esas horas para pasar un día de música y entretenimiento. El tiempo además acompañaba para estar en el parque londinense, temperaturas de 25 o más grados y ni una nube, lo que ayuda a disfrutar 100% de un festival al aire libre.
Al ser un festival con tres otros escenarios además del principal, me había creado un esquema en la aplicación que los organizadores habían hecho disponible para del iPad con los grupos a los que quería ver (la mayoría los desconocía pero este tipo de eventos es una buena ocasión para conocer nuevos grupos). Sin embargo la realidad es tozuda y mi memoria es de pez, y el hecho de que me dejara olvidado el móvil en casa hizo que tuviera que esperar a medio del festival una hora y media en la zona de entrada a que llegara mi compañera que venía directamente del trabajo. Esto (además del tiempo que llevaba ir de un escenario a otro) hizo que mis planes se trastocaran y no pudiera ver ninguno de los grupos en los escenarios secundarios salvo al principio.
El llegar temprano me permitió no tener que esperar las colas que luego se montarían para tomarme una sidra (me vais a perdonar el inciso, pero la Heineken es agua pura y me tuve que tirar a la sidra como alternativa decente, más tarde descubrí Theakston bitter), y con ella en la mano me metí a ver a un concierto por casualidad que estaba empezando en uno de los escenarios secundarios.
THE BOTS
The Bots es un grupo de Los Ángeles formado por los hermanos Mikaiah Lei a la guitarra y Anaiah Lei a la batería. Del grupo me sorprendieron dos cosas: la primera es que son músicos negros, y me sorprendió este hecho porque la música que hacen entra dentro del Hard Core (o Afropunk como definen en su web). Si ya es difícil encontrar en estos últimos 20-30 años músicos negros dentro del Rock, dentro del Punk es todavía más complicado (¡y eso que el Rock tiene raíces negras y en ambos estilos ha habido grandes músicos y bandas negras!). La segunda cosa que me sorprendió fue lo jóvenes que son (cuentan con 20 años el guitarrista y 17 el batería, y el primer disco lo grabaron con 15 y 12).
Tocaron media hora y los que estábamos viéndoles nos quedamos con ganas de que tocaran más, pero los horarios estrictos que guardan en el festival no lo permitieron. Algunos temas que sonaron fueron “Ethiopia”, “5’17”, “I Like Your Style”, “Plastic Jacket” o “Alanna”, esta última dedicada a una chica “un poco loca” en palabras del guitarra Mikaiah (y éste nos dijo que si queríamos conocer la historia le preguntáramos después del concierto). Los dos tocan con una energía impresionante, y me recordaron en algunos aspectos a los Bad Brains del principio. Mikaiah no para de moverse en el escenario y el hermano pequeño Anaiah toca la batería impresionantemente.
Para mi fue de lo mejor del festival, y me daba por contento con sólo haber conocido este grupo. Un grupo a seguir y si podéis verles en directo, no lo dudéis.
Flipado del concierto que acababa de ver, y sólo eran las tres menos cuarto de la tarde, me dirigí al palco principal donde acababan de empezar Soulfly.
Las comparaciones son odiosas, pero entre que Soulfly nunca me han llenado del todo y que el sonido del que disfrutó el grupo de Max Cavalera fue bastante deficiente, yendo y viniendo con la brisa que corría por las alturas donde estaban los altavoces, continué disfrutando más con el recuerdo de lo recién visto (The Bots) que de lo que estaba viendo en ese momento.
El mayor entretenimiento para mi fue cuando tocaron “Arise”, aunque sonó bastante deficiente, y cuando Igor Cavalera se sentó a la batería para tocar el “Roots Bloody Roots”. Entre temas Max nos alentaba a que gritáramos para los grupos que tocarían después, y tras media hora de concierto se despidieron.
Un concierto que para mi pasó desapercibido, principalmente por el mal sonido que tuvieron.
Tiempo para pasar por el “bog” que dicen en Londres y volver a pillar sitio decente para ver a Motorhead.
Las huestes de Lemmy salieron a las 15’45 y con un “Hello we are Motorhead and we play Rock’n’Roll” empezaron a darnos caña con “Damage Case” seguida de “Stay Clean”.
El sonido había mejorado algo pero no estaba todavía ni lo suficientemente alto ni con la calidad que este grupo merece. Lemmy pasó a presentarnos un tema de su último disco, “Lost Woman Blues”, para preguntarnos a los asistentes que cuántos lo habíamos comprado y cuantos robado.
“Doctor Rock” dio paso a un solo de batería de Mikkey Dee. No me gustan demasiado los solos, pero este hombre es una máquina, y así lo reconoció Lemmy al presentarlo al final del concierto. Al solo le siguió “Going To Brazil”, que con el calor que estábamos pasando en Hyde Park hasta nos faltaba la caipirinha para creérnoslo, y continuaron con “Killed By Death”, un tema que me pone mucho y que para cantarlo contó con la presencia de Whitfield Crane, cantante de Ugly Kid Joe.
Para acabar los 45 minutos que tocaron nos deleitaron con “Ace Of Spades” y “Overkill”. No fue el mejor concierto que les he visto ni tampoco el “Fastest and Loudest”, aunque esto último se debió más a las condiciones técnicas que tuvieron. Al despedirse Lemmy nos pidió que no nos olvidáramos de ellos y que pronto tendríamos noticias.
Eran las 16’30 cuando acabó el concierto de Motorhead y como había dicho a mi compañera que la esperaba a partir de las 5 por la entrada, me fui a por avituallamiento para lo que sería una larga espera (ya sabéis, si queréis disfrutar de un festival y habéis quedado con alguien dentro, ¡no os dejéis el móvil en casa!). Tras encontrar huellas de cerveza de verdad, no la mierda de Heineken, seguí el rastro hasta uno de los bares y tras unos 20 minutos de cola me cogí dos pintas de Theakston que, sin ser la mejor bitter que existe en estas tierras, por lo menos sabe a cerveza. Y así de cargado me dirigí a la entrada donde me senté a esperar, y esperar, y esperar…. Faith No More empezaron a las 17’15, y yo seguía allí esperando y escuchando a lo lejos el concierto (y viendo una de las pantallas). Y allí me dieron las 18’30 y Faith No More ya habían acabado cuando nos encontramos. Afortunadamente este grupo nunca me ha emocionado y, por lo que escuché de lejos, tampoco me hubiera emocionado demasiado. Aunque debieron dar un buen espectáculo y parece que tocaron un par de temas nuevos. Lo que más rabia me dio es que no tuve oportunidad de ir a ver otros grupos en los escenarios secundarios que tenía marcados, Umme, Gallows o Hell. Otra vez será.
A las 7 empezaba Soundgarden, que dentro de los grupos de su época eran de los pocos que hacían que me moviera un poco, así que nos acercamos al escenario principal para ver el concierto. Entre aplausos salieron y, tras recordar que hacia 20 años del disco Superunknown, Chris Cornell anunció que lo tocarían en su totalidad.
El sonido fue muy bueno (y me cabreó que Motorhead no hubiera tenido ese sonido) y el concierto nos gustó bastante, tanto como para que me haya picado un poco el gusanillo por descubrir tantos años después este grupo. El fondo del escenario estaba todo rodeado de pantallas que iban mostrando imágenes de los músicos y del público en blanco y negro, lo que dio cierta elegancia al espectáculo.
Está claro que tiene bastante público y muy entregado, porque para esa hora Hyde Park estaba ya a rebosar y se empezaba a notar la emoción entre muchos asistentes. Yo disfruté, pero al no conocerlos demasiado no puedo contar mucho más. Y el concierto acabó puntualmente a las 20’15
A las 20’00 tocaban Wolfmother en uno de los escenarios secundarios y me hubiera gustado ir, pero la cantidad de gente que iba acumulándose para ver a Black Sabbath (según cifras oficiales estuvimos unas 55.000 personas) y que Wolfmother acababan a la hora en la estaba previsto el inicio de los grandes de la noche, nos decidió a quedarnos e intentar acercarnos más al escenario.
Y a las 20’45, con una puntualidad inglesa, salieron vestidos de negro Geezer Butler que se colocó a la izquierda según se miraba al escenario, Tony Iommi que tomó nuestra derecha y Ozzy Osbourne al centro, con la batería atrás ocupada por Tommy Clufeto. De introducción sonaban sirenas antiaéreas que anuncian “War Pigs”, y el personal ya empezamos a alucinar. Al fondo del escenario las pantallas nos mostraban imágenes de dictadores y de máquinas de guerra, mientras el público acallábamos a Ozzy cantando todos al unísono “Generals gathered in their masses / Just like witches at black masses / Evil minds that plot destruction / Sorcerers of death’s construction / In the fields the bodies burning / As the war machine keeps turning / Death and hatred to mankind / Poisoning their brainwashed minds / Oh lord yeah!”. ¡Pelos como escarpias!
Todo sonaba perfecto, que fue la tónica de todo el concierto, con un Ozzy en buena forma física (y bastante bien de voz en comparación con cómo ha estado en años pasados), Tony Iommi tocando como sólo él sabe, y un Geezer Butler también sonando muy bien. Y yo emocionado de poder ver a este grupo, mi formación favorita casi al completo.
Continuaron con “Into The Void” y “Snowblind”, momento durante el cual tuvimos que retrasar nuestras posiciones porque hay GILIPOLLAS (en plural) que no saben ver conciertos sin montarla y empezar a empujar hasta el punto que se hace peligroso para las personas (sobre todo los que no gozamos de la altura suficiente para poder seguir respirando), y con nosotros se salieron otra pareja más mayor que ella estaba casi a punto de desfallecer. Ya retrasados tres o cuatro metros pudimos seguir disfrutando del espectáculo con Ozzy anunciando el primer tema que tocarían del nuevo disco, “13”, que salió hace poco más de un año. Con “Age Of Reason” mostraron que este último disco no desmerece para nada los mejores que sacaron con Ozzy allá por los ‘70.
Tras este paso por lo más reciente, se empezaron a escuchar campanadas amortiguadas por el sonido de lluvia y truenos que se veían en las pantallas del escenario. Y la Gibson de Iommi recubierta de cruces empezó a lanzar unos riffs diabólicos que anunciaban la hora de “Black Sabbath”. Otro de esos temas que desde que lo escuché por primera vez cuando era un chaval me enganchó por la atmósfera que crean la voz de Ozzy en combinación con los riffs de Iommi, y esa base rítmica magistral de Butler y Ward (la noche que nos ocupa con Clufeto a la batería). La piel de gallina y me canté hasta los riffs.
Y tras ese momento mágico más riffs de la guitarra de Iommi en “Behind The Wall Of Sleep”, a la que siguió el solo de bajo de Butler que enlaza con “N.I.B.”
Tras este tema Ozzy nos decía que ese día era su aniversario con Sharon, y nos pedía una ronda de aplausos para ella por haberle mantenido vivo durante todos estos años. Tras los correspondientes aplausos Ozzy gritó “Sharon! Come here! (¡Sharon! ¡sal aquí!)” que dio paso a “Fairies Wear Boots”. Tras este tema se marcaron “Rat Salad” seguido por un sólo de batería de Tommy Clufeto que enlazaba con “Iron Man”, que sonó como una apisonadora. Tras este tema volvieron al presente con “God is Dead?”, que sonó como un clásico más.
El concierto se acercaba a su fin con “Children Of The Grave”, y tras unos pocos minutos la banda volvió a salir para tocar “Paranoid” y despedirse definitivamente con unos fuegos artificiales.
Eran las 22’20 de la noche y aquí se toman en serio los horarios de ruido, así que con la emoción de haber visto a uno de los grandes clásicos de nuestra música, nos fuimos a encontrar algún kebab para llenar el buche tras 9 horas de festival. Black Sabbath sonaron muy bien, gozaron de un sonido muy bueno y están en forma. Me siento afortunado de haber visto a la formación original casi al completo, a falta de Bill Ward, y es que, en palabras de Iommi, no se sabe si este no será el último concierto del grupo. Por otro lado Ozzy no hace mucho comentaba que se encontraba con fuerzas para grabar nuevo material y volver a salir de gira. Y Black Sabbath demostró esa noche que realmente están en forma.
Texto y fotos: Ramiro Morales “Motorhead”