19 de febrero de 1980, muere Bon Scott. ¿Qué hacer, hundirse en la mierda o tirar p’alante?, mejor lo último. En marzo empiezan las audiciones de posibles sustitutos, y tras cientos de cintas se acuerdan de Brian Jonson, cantante de Geordie, quienes compartieron cartel en varias ocasiones con Fraternity, grupo de Bon Scott anterior a AC/DC y del que el propio Bon había hablado a sus compañeros. Terminada la selección, a las Bahamas a preparar el disco que también sería homenaje a su compañero fallecido, y entre abril y mayo se graba el “Back in Black” para salir a la venta a finales de Julio de ese mismo año. Así de rápido.
Todo el disco está dedicado a Bon Scott. La portada negra con letras en relieve es algo íntimo, como si no quisieran estridencias (aunque en ediciones posteriores salió con las letras en blanco). Muy expresiva.
Las campanas de “Hells Bells” doblando en su memoria abren un disco bastante homogéneo, en ocasiones con cierta tristeza como en “Let me put my love into you”, o en “Have a drink on me” aunque ésta con un aire algo menos melancólico pero intuyendo de quien están hablando, y en otras ocasiones mostrando su lado más eufórico, como “Shoot to thrill”, “Shake a leg” o el primer single: “You shook me all night long”, con uno de los estribillos más pegadizos de toda su discografía, de los que te pone las pilas en momentos de bajón. Póntelas y mírate los pies…
El segundo single fue “Rock and roll ain’t noise pollution”, un blues metálico en defensa de lo de siempre, y es que hay cosas que no van a cambiar en la vida. “What do you do for money honey” y “Given de dog a bone” mantienen la línea del disco, aunque esta última, según los que entienden de estas cosas de AC/DC y tal, parece ser que es la peor, aunque todavía nadie ha dado una razón convincente.
Sonido empastado y nítido en todo el disco pero sin agobiar, sin cerrar todos los huecos, con una batería de golpes secos y de la que me llama la atención especialmente el sonido de platos, sobre todo los Crash llenando todo el espacio. Pocas veces están tan altos en la mezcla. Quien quiera recibir una lección de cómo tocar la batería de forma magistralmente simple, que se ponga a la oreja la que da título al disco,”Back in black”, con su bajo perfectamente sincronizado y todo… Que buena, joder!. Ya en el anterior “Highway to Hell” cambió el sonido de las guitarras con respecto a sus discos anteriores, mucho menos saturadas, pero en este disco el amigo Mutt Lange se sale.
1980 fue un año que tuvo varias de cal y de arena, con las muertes de John Bonham (y consiguiente desaparición de Led Zeppelin) y John Lennon, y con la salida a la venta de discos como “The Wall” de Pink Floyd o este que nos ocupa (no, no se me olvida el “Wheels…”). No tengo por referente las ventas a la hora de evaluar el contenido de un disco, pero en este caso van cerca de 28 millones en todo el mundo y subiendo. Como también es una obra atemporal es de suponer que siga palante, justo la idea que Angus y Malcom tenían en mente cuando compusieron esta virguería de disco.
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Alvar de Flack