Billy Squier, guitarrista canadiense del estilo Juan Palomo “yomeloguisoyomelocomo”, se hizo el solito un disco del más elegante hard rock autoproducido. Él compuso todos los temas y grabó todos los instrumentos, dejando una obra que aguanta el paso del tiempo sin parecer hortera.
No es un disco complicado compositivamente hablando, solo es rock and roll (pero me gusta…). Tiene una gran dosis de sentimiento encerrado en él, por ejemplo en “In the dark” aparecen melodías suaves acompañadas de una base igualmente suave a medio tiempo pero con guitarras-prototipo de hard rock genuino. Y hablando de sentimiento, no podía faltar (que pesadez!) la balada, que ya entonces se solía colar en todos los discos por lo de las emisoras y tal. “Nobody knows” es muy bonita, vale, pero con una voz que, sinceramente, la estropea porque está en un tono que no es el suyo natural y se nota muchísimo que está forzada.
La producción es bastante diáfana, no suena a batiburrillo de miles de guitarras metidas en un segundo, solo es una guitarra (más importante en los ritmos que en los solos, por cierto), unas teclas que no acolchan nada, más bien arreglan, el bajo se limita a marcar base con una batería súper-sencilla… Es decir, es un disco de canciones más que de demostraciones instrumentales. “My kinda lover” es, incluso, pegadiza. “You know what I like” es algo más cañera, sin llegar al heavy y “Too daze gone” es un rock and roll clásico de 12 compases de ese de mover los pies sin darte cuenta.
Las influencias de Billy Squier son clarísimas, por ejemplo Led Zeppelin está presente en temas como “Don’t say no” y “Lonely is the night”, esa Telecaster suena a Jimmy Page cosa mala, y por la propia estructura de los temas lo hubieran firmado Page/Plant sin ningún problema. Algo de Boston también rezuman temas como “I need you”, combinando el heavy de la parte central con otras más melódicas y bajo sintetizado.
La parte más heavy del disco la encontramos en “Whadda you want from me”, algo más acelerada que el resto y con una slide en el riff principal, y sobre todo en “The stroke” (versionado por gente de muy diverso pelaje como Bonfire o Pretenders, por ejemplo), el tema más conocido de su carrera.
Otro buenísimo disco que sería conveniente no dejar en el olvido. El que pueda que se lo agencie, pero guerreros del metal y nuevas tendencias abstenerse.
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Alvar de Flack