Editorial Abril 2024 “Abuelos en directo. Opciones de supervivencia”

¡ Comparte esta noticia !

Que todos los grupos que nos impresionaron en la época dorada del Hard y Heavy Metal están dando los últimos coletazos es algo en lo que no cabe discusión. Es ley de vida, aquellas bandas están formadas por músicos que hoy pasan los 60 años de edad, incluso los 70 en algunos casos, así que lo lógico es que estuvieran en casa disfrutando de los nietos y jugando a la petanca. Afortunadamente para todos, muchos de ellos se resisten a ceder al paso del tiempo y continúan hoy día grabando discos y dando conciertos. Esta situación nos provoca mucho placer, ya que al goce musical se une el componente nostálgico que a todos nos produce ver de nuevo a aquellas leyendas que nos engancharon al Rock en nuestra adolescencia.

Sin embargo, el inexorable paso del tiempo provoca ciertas carencias en estas bandas, cuyos componentes suelen mostrar ciertas lagunas y limitaciones propias de la edad que sobrellevan mejor o peor, según los casos, pero que no les impiden seguir con su actividad mientras haya público que les reclame.

Como es lógico, los músicos más afectados por el paso de los años son los cantantes. Ellos no pueden cambiar su instrumento por otro modelo más nuevo y reluciente, sino que tienen que utilizar las mismas cuerdas vocales con las que nacieron y a las que llevan décadas sacando partido, con la factura que ello implica. Casos evidentes de grandes vocalistas que hoy sufren sobre los escenarios los tenemos a montones: David Coverdale, Rob Halford, Brian Johnson, Eric Martin… sin bien es cierto que otros como Glenn Hughes o Bruce Dickinson nos asombran cada día con un estado vocal impecable. También hay instrumentistas que no pueden ya mantener un nivel digno, ya sea por la edad o por los excesos, caso de los Richies (Blackmore y Sambora) o Mick Mars, por poner algunos ejemplos.

Ante esta problemática y con el ánimo de alargar sus carreras todo lo posible, los grupos recurren a varias opciones para seguir en activo. Según los casos, algunas bandas utilizan una o más de estas posibilidades:

  1. Cambio de componentes: Cuando un grupo lleva décadas en la música, es lógico que algunos de sus miembros hayan sido sustituidos. Salvo honrosas excepciones, muchas de estas bandas se mantienen a día de hoy con sólo un músico de la formación original (o más aclamada), lo que desvirtúa en gran medida la credibilidad de la formación, siempre dependiendo del peso específico que tenga el músico que se mantiene en activo. Hay casos verdaderamente sangrantes, como los Thin Lizzy sin Phil Lynott o Alcatrazz sin Graham Bonnet, más cercanos a grupos de versiones que a las bandas reales.
  2. Mostrar la realidad actual y que sea lo que Dios quiera. Bandas que suben al escenario conscientes de sus limitaciones, con la esperanza de que la fidelidad y la pasión de los fans perdonen sus fallos y disfruten con las energías que aún les quedan.
  3. Incluir músicos adicionales de apoyo. Cuando el cantante ya no puede defender el repertorio en directo, algunos grupos optan por incluir un segundo vocalista en el escenario que ayude en la parte vocal. Whitesnake y Mr. Big son buenos ejemplos. Me parece una opción aceptable siempre que estos vocalistas de apoyo estén en el escenario a la vista del público, cosa que no sucede en todos los grupos. En algunas ocasiones, estos músicos adicionales no son cantantes, sino guitarristas, teclistas e, incluso, bateristas.
  4. Añadir pistas pregrabadas al sonido del directo. En mi opinión, esta opción raya el fraude, ya que en un concierto todo debería ser interpretado en directo. Pero no pocos grupos recurren a pistas de teclados, orquestación, coros e incluso algunas voces principales que suenan en los conciertos.
  5. Añadir la presencia de un músico fallecido como holograma, normalmente la estrella del grupo. Hay que tener muchas ganas y mucha pasión sobre un artista para aceptar esta opción como válida. Aun así, parece que está funcionando en algunos casos. Conciertos de Dio, Roy Orbison, Buddy Holly, Whitney Houston, Frank Zappa, Amy Winehouse… con sus figuras holográficas acompañadas por músicos reales es una opción que parece tener más recorrido del que yo hubiera podido imaginar. Respeto los gustos de cada cual y la libertad de gastar el dinero en el espectáculo que se desee, pero mi opinión es totalmente contraria a este tipo de eventos.

Aunque hay contadas pocas excepciones, la gran mayoría de bandas formadas en los 70 / 80 recurren a una o más de estas opciones. Es lo que hay y después depende del público aceptarlas como buenas para seguir acudiendo a sus conciertos. El dato objetivo que muestra la asistencia a las giras anima a estas bandas a estirar todo lo posible sus carreras, ya sea por el dinero que les genera o por la insustituible sensación de tocar frente a los fans.

Por suerte, hay muchos grupos más recientes dispuestos a recoger el testigo, con una edad que les permite tener la energía suficiente para no tener que recurrir a estas opciones. En la actualidad hay grupos buenos, malos y regulares, igual que hubo en los 70 y los 80. Es cuestión de mirar, comparar y, cuando encuentres una opción que te guste… id a verla.

Santi Fernández “Shan Tee”