Cuando Deep Purple reclutó a un jovencísimo y desconocido David Coverdale para sustituir a Ian Gillan, muchos dudaron de su capacidad para ser una estrella del Rock. A sus 21 años, Coverdale no sólo tenía que lidiar con el difícil reto de sustituir a una leyenda como Gillan, sino que dentro del propio grupo había otro músico con una voz más poderosa que la suya: Glenn Hughes. Por si fuera poco, la relación entre los componentes de la banda era muy poco amistosa, un polvorín que acabó primero por la deserción de Richie Blackmore y después por la disolución total, tras un intento infructuoso de mantener la llama con el guitarrista Tommy Bolin. Aun así, Coverdale dejó para la historia tres discos de estudio en dos años (“Burn”, “Stormbringer” y “Come Taste The Band”) y un par de directos espléndidos (“Made in Europe” y “Last concert in Japan”).
Tras la ruptura de Deep Purple, David Coverdale se embarcó en una carrera en solitario en la que expresaba su forma de entender el Rock, menos agresiva y más orientada al blues. En esa etapa grabó dos discos, “Whitesnake” (título premonitorio) y un excelente e injustamente desconocido “North Winds”, en los cuales colaboraba un músico que le acompañaría durante años: el guitarrista Micky Moody.
Pero el Rock se alimenta del escenario y David Coverdale pronto comprendió que debía formar un grupo con el que no solo grabar discos sino, por supuesto, retomar los conciertos y las giras. Así que, recogiendo el nombre de su primer disco en solitario, su carrera evolucionó primero como David Coverdale’s Whitesnake, editando un EP llamado “Snakebite” (1977) en el que le acompañaban Bernie Marsden (guitarra), Neil Murray (bajo), Dave Dowle (batería) y Brian Johnston (teclados). Los dos primeros tendrían mucho que decir en toda la primera etapa de Whitesnake.
Ya como simplemente Whitesnake, y con la entrada en la banda de Jon Lord, antiguo compañero de Deep Purple, se editó el primer disco completo, “Trouble” (1978), al que siguió “Love Hunter” (1979). Para “Ready An’ Willing” (1980) se fichó a otro ex Purple, el batería Ian Paice, con el que también grabaron “Come An’ Get It” (1981) y “Saints & Sinners” (1982). El grupo creció rápidamente, ganándose una reputación tanto por sus discos en estudio como por sus shows en directo y, para cualquier amante del Hard Rock clásico, todos estos trabajos son oro puro.
Todo esto nos sitúa en 1983, donde Whitesnake es ya un grupo plenamente consagrado en Europa. Uno de los grandes. En una época donde lo habitual es editar un disco al año, David Coverdale se mete de nuevo en el estudio para grabar su siguiente trabajo, “Slide It In”, con algunos cambios en la formación de sus Whitesnake. Después de años de convivencia, Bernie Marsden, Ian Paice y Neil Murray dejan el grupo para ser sustituidos por Mel Galley, Cozy Powell y Colin Hodgkinson, con quienes visitaría España en unos míticos conciertos que compartirían con Meat Loaf.
Sin duda, “Slide It In” sigue la senda marcada por sus predecesores: Hard Rock de marcada tendencia bluesy, con dúos de guitarra con mucho feeling y la presencia de dos maestros como Jon Lord y Cozy Powell poniendo un punto de calidad extraordinario. Y, sobre todo, la cálida voz de David Coverdale, con un estilo heredado de Paul Rodgers y una omnipresencia que le hace ser estrella indiscutible, tanto por su voz y carisma como en el apartado compositivo, llevando su firma todas las canciones del disco, a veces en solitario y otras en compañía de Mel Galley y, en una ocasión, Mickey Moody, con quien coescribe “Slow An’ Easy”.
El disco se publicó en enero de 1984 y está plagado de buenas canciones que rezuman el buen sabor del Hard Rock añejo, desde “Guilty Of Love” (único tema que pudimos escuchar como adelanto en los conciertos de la gira de 1983), “Standing In The Shadow”, “Give Me More Time” y la deliciosa “Love Ain’t No Stranger”, con una interpretación fabulosa de David Coverdale.
Sin embargo, a pesar de la calidad incuestionable del disco, en Europa no terminó de tener el éxito esperado, quizás porque el listón que habían dejado los discos anteriores, sobre todo “Come An’ Get It” y “Saints & Sinners”, era difícilmente superable. Además, Whitesnake nunca había conseguido hacerse un hueco relevante en Estados Unidos, donde se manejan audiencias y cifras de ventas mucho mayores. Y eso hizo que Coverdale decidiera reinventarse.
Sus ideas fueron madurando y tomaron forma tras un concierto que Whitesnake compartió con Thin Lizzy en Alemania. Tras el show, ya en el hotel, Coverdale habló con John Sykes, quien lo había bordado con la banda de Phil Lynott, y se acercó con él a ver a Micky Moody. De forma poco elegante, sobre todo teniendo en cuenta que Moody llevaba junto a él desde el inicio de su carrera en solitario, siete años atrás, le hizo saber que sería reemplazado por Sykes.
La reinvención de Whitesnake comenzaría por este mismo disco. Durante un par de meses, David Coverdale se encerró en un estudio con los masters originales y sustituyó las pistas de Mickey Moody por unas nuevas grabadas por John Sykes. También sustituyó el bajo de Colin Hodgkinson por el de Neil Murray, quien volvía a la banda. Ambos le dieron su impronta personal y el disco se editó en Estados Unidos en abril de 1984, sólo tres meses después de la primigenia edición europea. Para aumentar la diferencia, además de la interpretación de los nuevos músicos también se cambió el orden de los temas. Por tanto, quedaron para la historia dos versiones diferentes de “Slide It In”, una para el mercado europeo y otra para el americano.
David Coverdale consiguió su propósito. La versión USA de “Slide It In” obtuvo buena acogida entre el público americano, lo que marcó a Coverdale el camino a seguir. A partir de ahí, el vuelco fue total: Una nueva revolución en la banda, de la que sólo se mantendrían John Sykes y Neil Murray, incluiría a Aysley Dunbar (batería) y Don Airey (teclados), con los que se grabaría ese “1987” que fue éxito masivo en todo el mundo y cambió para siempre la forma de entender el Rock de Whitesnake. Pero eso es otra historia.
Para siempre quedará este “Slide It In” que fue la bisagra entre la primera etapa de Whitesnake, de Hard Rock cálido y blusero, con la segunda más enfocada al Hair Metal, con más fuerza. Se cerraba una puerta y se abría otra. “Slide It In” fue la llave.
Santi Fernández “Shan Tee”