Crónica originalmente publicada en catalán en El Rock-Òdrom
Hablar de Accept es hablar de una leyenda viviente del Heavy Metal.
Eso de leyenda es una catalogación que a menudo se da demasiado a la ligera a formaciones “ochenteras” (si hablamos de Heavy Metal). Se tiende mucho a esta idolatría pomposa en nuestro mundillo, pero no nos engañemos, leyendas del heavy metal ochentero lo son Iron Maiden, Saxon, Dio, Judas Priest, Motörhead (?)… y, sí ¡Accept!
Claro que hay otros muchos grupos icónicos de los ochenta, o que a mediados de esta década es donde se origina su posterior legado (Metallica, Pantera, Manowar… poned a quién queráis), pero si tenemos que hablar de leyendas, ojo o la palabra leyenda perderá todo el sentido.
El domingo 22 de enero a Razzmatazz una leyenda, Accept, ofrecía un concierto dentro de la gira de su último trabajo (“Too mean to die”), cuarto disco con el vocalista Mark Tornillo en la formación alemana liderada por el virtuoso guitarrista Wolf Hoffman.
Después de la actuación de The Iron Maidens, solvente agrupación femenina de covers de Iron Maiden y que no valoraré porque me parece negativamente chocante que Accept se presente con una banda de covers, entraban en escena los alemanes, ante una sala llena de arriba abajo de un público, en su mayoría, formado por veteranos y veteranas incondicionales del legado metalero de la grandiosa década de los 80. Arrancaban con dos canciones del nuevo “Too mean to die”, piezas de directo total, la segunda con guiño clásico de Hoffman en el solo, para después entrar a saco con el clásico “Restless And Wild”. Veinte minutitos y el público estaba entregado.
No haré un repaso de todos los temas un detrás del otro. A modo de resumen diré que no faltó ni uno de los clásicos inmortales de la banda, con momentos épicos, está claro, con “Metal Heart” y “Princess Of The Dawn”. Otros temas históricos fueron tocados a medias formando parte de un muy acertado mix, y el resto fueron temas de la etapa Tornillo, temas con la esencia Accept de toda la vida y que la audiencia coreó como auténticos clásicos (“No Shelter”, “The Undertaker”…)
Ya en la parte final, por fuerza, dos obras maestras hicieron enloquecer la sala: “Fast As A Shark” y “Balls To The Wall”. Magistrales en el directo, buen sonido, ganas, entrega… ¡y profesionalidad, mucha profesionalidad! Para acabar, la fiesta se completó con “I’m A Rebel”, de su segundo LP (1980). Locura generalizada y a casa.
En resumen, y como reflexión, añadiré que Accept dio dos lecciones: una a las bandas jóvenes, quizás indirectamente, por aquello de aprender de los grandes. Y otra (y esta creo que más trascendental y reveladora), una lección a las bandas “viejas”, a las de su quinta, en el sentido de que no es suficiente con alargar el legado y el nombre, sino que hay que respetar este legado , el nombre, el rock, y …el público. Y no todas lo hacen. ¡Accept sí!
Una tarde/noche inolvidable.
Galdric Sala