Crónica originalmente publicada en catalán en El Rock-Òdrom
Trío de ases en la sala Bóveda
Cuando me enteré que Redshark, junto con Löanshark y Savaged, iban a dar un concierto en Barcelona para presentar el grandioso “Digital Race,” no me lo pensé dos veces y empecé a buscar viajes para visitar la capital catalana. Como se puede deducir de mis palabras, el último disco del Tiburón Rojo me parece brutal. Si además le sumamos que, para mí, Löanshark tienen un sonido espectacular y que el single de los Savaged prometía, la expectación era máxima.
La noche la inauguraron los jóvenes Savaged, que llenaron el escenario con dos guitarras (Jamie Killhead y Joan Grimalt), un bajo (Aleix Coll) y un batería (Cristian Blade). Tenían la difícil papeleta de calentar la sala, pero no tardaron en meterse el público en el bolsillo con su heavy metal directo y a la yugular.
Presentaban su single/EP “Knights of Metal”, que con solo dos canciones dan muestra de su enorme potencial, y esta noche era la perfecta para mostrar sus nuevas composiciones, las cuales no defraudaron en absoluto. Me dejaron con muchas ganas de escuchar su futuro trabajo.
Después del breve descanso y la pertinente recarga cervecera, entraron en acción Löanshark, presentando su nuevo larga duración: “The Gangland Tapes”, una recopilación de su EP anterior y dos singles. Ante el campo de batalla estaban Aless Oppossed en el bajo, Ángel Smollski en la batería y Lögan Head en la guitarra y las voces. Y… ¡¡que trío señores!! ¡¡Cómo suenan en directo!! ¡¡Qué barbaridad!! En mi humilde opinión… se comieron el escenario y dejaron el listón aún más alto que sus compatriotas Savaged. Redshark lo iban a tener difícil para superar tal muestra de heavy metal.
Otro descanso, esta vez para visitar los baños y el puesto de «merchandising». Me pilló el toro, o mejor dicho… ¡el tiburón! Así que tuve que salir corriendo. Cuál fue mi sorpresa, que cuando llegué a mi sitio para disfrutar del magnífico espectáculo noté que algo no funcionaba correctamente, el sonido no estaba a la altura de la banda. La voz de Pau Correas se oía de forma intermitente y las guitarras se oían un tanto distorsionadas. Poco a poco se fue corrigiendo en parte, aunque el problema con la voz no llegó a solucionarse del todo. Pero he de decir que la actitud de la banda fue ejemplar, lo dieron todo y eso les honra. Quitando este problema, para mí fue un buen concierto que acabé disfrutando.
Me quedó una sensación de euforia y tristeza a la vez, por lo que había sido y lo que podría haber sido, pero seguramente la próxima vez lo petarán y no me lo pienso perder.
Nos vemos pronto en próximos conciertos de estas muestras de poderío del heavy metal catalán.
Texto y fotos: David Llauradó