NEIL YOUNG: Discografía comentada

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NEIL YOUNG “Neil Young” (1969)

neilyoung1Cuando Neil Young publica su primer disco en solitario no es ningún desconocido. Aunque nacido en Canadá llevaba ya varios años viviendo en la Costa Oeste de Estados Unidos y ya tenía publicados varios discos como miembro de los exitosos “Buffalo Springfield” donde había coincidido con Stephen Stills con el que más tarde volvería a coincidir en la súperbanda “Crosby Stills Nash & Young”.

Este primer disco como artista en solitario seguro que no está a la altura de los grandes clásicos que grabaría meses después pero sí que es una obra que brilla por si sola y donde Neil Young plasma con claridad el esbozo de lo que será su futura carrera. Quizás las coplas no estén pulidas del todo y haya demasiados altibajos entre unas y otras pero la calidad es palpable en piezas como “The Loner”. Producido por David Briggs, una relación que durará muchos años, y con la ayuda de amigos como Jack Nietzche este debut es una perfecta carta de presentación del genuino sonido de Neil Young.

Pedro Salinas «Pears»

NEIL YOUNG & CRAZY HORSE “Everybody Knows This Is Nowhere” (1969)

neilyoung2Editado sólo cuatro meses después de su debut y contando de nuevo con David Briggs en la producción, “Evereybody Knows…” es el primero de una extensa lista de discos magníficos que el canadiense encadenaría sin cesar a lo largo de toda la década de los setenta. Por primera vez aparece el nombre de la “Crazy Horse” en un disco de Neil Young y eso se nota. Se nota en el sonido, se nota en el empaque de las coplas porque nadie nunca arropó mejor a este hombre que “The Crazy Horse”. Siete coplas maravillosas que van desde el andanadas directas de menos de tres minutos como la bellísima “Cinnamon Girl”, un clásico, o la que da título la disco, otro clásico, hasta coplas extensas rebosantes de épica y sentimiento como la imprescindible “Down By The River” o “Cowgirl In The Sand” con sus más de diez minutos de lírica apabullante.

En sólo cuatro meses, los que van desde enero hasta mayo del ‘69 Neil Young ya había dado a la música rock mucho más de lo que muchos otros no iban a ser capaces en años y años de carrera.

Pedro Salinas «Pears»

NEIL YOUNG “After The Gold Rush” (1970)

neilyoung3Antes de entrar en profundidades sobre el discazo que nos atañe, creo que es necesario echar un vistazo a la época en la que apareció. Hablamos de 1970.

Neil Young, tras la disolución de Buffalo Springfield, había publicado en solitario un primer disco homónimo que pasó, casi, desapercibido, y un segundo disco titulado “Everybody Knows This Is Nowhere”, que es una obra maestra donde, ya con unos primerizos Crazy Horse, se encuentran clásicos atemporales de la altura de Cinnammon Girl, Down By the River o Cowgirl in the Sand. Ambos en el sesenta y nueve, bendito año.

Tras esta maravilla, se embarca junto a David Crosby, Stephen Stills y Graham Nash, supertrío formado con ex miembros de los Byrds, Hollies y Buffalo Springfield, y cuyo éxito en esos momentos era algo sin igual en la América Hippie, en el mayor proyecto de talentos / lucha de egos de la historia del Rock: CSN&Y. Grabando de una tacada un disco en 1970, “Deja vu”, que podría ser considerado (como decenas de otros, por otra parte) como el mejor disco de la historia.

En estas estamos cuando Neil Young, inquieto donde los haya, publica, en este mismo año, su tercer disco en solitario, “After The Gold Rush”. Tras ésta maravilla publica un directo con sus ¿amigos? CSN&Y, llamado “Four Way Street” (1971), que por sí mismo merece la pena vivir y amar esto del Rock.

Lo que pretendo poner de relieve con lo anterior, es que estamos en un momento difícil de superar en la historia del Rock. Una época en la que un hombre como Young, puede sacar sin despeinarse, en SOLO TRES AÑOS, un disco magnífico, tres obras maestras en estudio y un directo de los que marcan época. Señores, aunque nos duela, ésta era terminó para siempre. Menos mal que nos queda la música.

Bueno, pues ahora, entremos en materia con el disco que nos compete. “After The Gold Rush”, es para muchos, (entre otros Sir Elton John ¿casualidad?) el mejor disco de todos los tiempos. No seré yo quién lo niegue. En el día de hoy (recalco lo del día de hoy, ya que mañana puede ser otro) es mi disco favorito de Neil Young. Si no es el mejor disco de Young, desde luego si que es un disco en el que se encuentran algunas de mis canciones favoritas de todos los tiempos.

El disco se abre con una canción, “Tell Me Why”, con aires de country-folk, con melodía preciosista, que rápidamente se transforma en una de esas grandes epopeyas características, de maravilloso trabajo coral, que tan buenos momentos nos daría junto a sus CSN&Y. Pelillos de punta, oigan. Esos coros son de los que hacen historia. Sólo se necesita una acústica (o dos, que tampoco hay que ponerse rácanos), una buena melodía, unos coros de celestiales, y hala, a hacer historia.

La segunda canción (si, Dios, canciones, qué cosas) es de las que comentaba arriba, por haber compuesto “After The Gold Rush” hubiera sido capaz de matar. ¿Cómo es posible tantísima sensibilidad en unos pocos acordes de piano y un tío con voz aguda? Cuando llega al estribillo, cantando eso de Look at Mother Nature on the run in the nineteen seventies, me es imposible ponerme a chillar con los pelos de punta. Esas son las cosas que tienen las obras maestras. Tres minutos y pico de pura gloria.

“Only Love Can Break Your Heart”, el tercer tema del disco, a mí siempre me ha recordado a las canciones de Burt Bacharach. No me preguntéis por qué, pero me la imagino como banda sonora ideal de una película como “Dos Hombres y un Destino”. Ese es el feeling que me da. Es bucólica, pero a la vez amarga.

A continuación llega la canción de la leyenda. Supongo que todos sabréis la historia. Para los más despistados haré un pequeño resumen. Cuando Young editó “Southern Man” (que así se llama la canción) levantó ampollas en las mentes del sur de su país de adopción. No es de extrañar, en la canción dice cositas como éstas:

“Now your crosses

are burning fast

Southern man

I saw cotton

and I saw black

Tall white mansions

and little shacks.

when will you

pay them back?”

A raíz de ésta canción, y como reacción ante tamaña ofensa hacia su tierra, unos primerizos Lynyrd Skynyrd, compusieron un tema, que en sí mismo también es leyenda: “Sweet Home Alabama”, donde ponen de vuelta y media al Sr. Young. Al final todo se arregló, pero de éste pique (vuelvo a lo de la época irrepetible) salieron dos de las mejores canciones de la historia del Rock.

En cuanto a música, y dejando la historia a un lado, la canción es un reflejo de lo que se veía venir en canciones del anterior disco en solitario, como “Down By The River”, o en la impresionante “Ohio” de CSN&Y. Guitarras sucias, ritmo hipnótico y riffs perfectamente reconocibles, y coros maravillosos. Este tema es de los que da igual que duren cuatro minutos o veinte, te atrapan y no te sueltan. Imprescindible la versión que se monta con sus colegas en el “Four Way Street.”

Tras la apoteosis rockera, volvemos a los aires bucólicos, ésta vez a través de una cancioncilla (un minuto veinte), que vuelve a recordarnos que no hace falta hacer una oda de veinte minutos para emocionar; piano, trompeta, coros, y hala, otra vez la liamos. “T’ill The Morning Comes”. Sencilla. Pequeña. Sin pretensiones. Preciosa.

“Oh, Lonesome Me” es la canción, a mi entender, más Beatle del disco, aunque con un aire country que los de Liverpool jamás tuvieron, por mucho que lo intentaran. A destacar el juego de dos voces de la mitad de la canción. Sin embargo, aunque me duela reconocerlo, creo que es de las más flojas del disco. Pero claro, la más floja de este disco, se mea en la discografía del noventa por ciento de las lumbreras de los últimos quince o veinte años.

Pero claro, el gran problema que tiene “Oh, Lonesome Me” es que lo que viene detrás es otra de las mejores canciones de la historia. Solo pensar el nombre de “Don’t Let It Bring You Down” hace que se me salten las lágrimas. Canción lenta, con acústica y piano, de una dureza que parece que la estén tocando con la distorsión de quince Marshalls de mil watios. ¿Stoner? Ja, me río yo del Stoner. Cuando algún Stoner-head, o como quiera que se llamen, sea capaz de hipnotizar como lo hace ésta canción, entonces hablamos de profundidad. Suelta frases como Dead man lying by the side of the road with the daylight in his eyes.

Esto es heavy, queridos, y no Slipknot. Además, el tío es capaz de cambiar de tono, para dar una nueva forma melódica, quizás más blues, al final del segundo estribillo. Son las cosas que sólo los genios son capaces de hacer bien, sin que se note. Vamos, que esta canción merece una discografía.

La canción que sigue, “Birds”, es otro punto flaco del disco (a dos párrafos anteriores me remito a cuando hablo de punto flaco). Es una bonita balada a piano, pero que a mi entender, no llega a emocionar lo que debe. Seguramente dentro de un mes, me retractaré de lo que escribo, pero a día de hoy, es una canción que no termina de llegarme.

Pero claro, sobre todo, porque después, Dios mío, después, viene “When You Dance I Can Really Love”, y ahí sí que hay chicha. Esta canción es simplemente premonitoria. El riff inicial es tan reconocible como el del “Jumpin’ Jack Flash”, la crudeza del sonido se adelanta en muchos años (como ya hiciera antes en “Cinnammon Girl”, y parecía que nadie se daba cuenta) a lo que el propio Young haría en discos como “Ragged Glory”, la melodía vocal es antológica, sonando a puro Crazy Horse. De verdad que no puedo llegar a expresar con palabras lo que me hace sentir esta canción. Solo se me ocurre que cuando suena me hace ser otra persona diferente. Me revuelve y me da patadas y pellizcos en el alma. Sentimiento Rock en estado puro. De las canciones que hacen que te hierva la sangre por no haber nacido a tiempo para disfrutarla en su momento.

“I Belive In You”, es la calma tras la tormenta, una country-ballad, preciosa, emocionante, con un estribillo por el que mataría cualquier creador de buen pop. Romántica. Vamos una canción de amor como las que ya no se hacen. Especial pelillos de punta me ponen los coros del final del estribillo, cuando canta eso de I belive in you, naaaa nanaaaa. Preciosa. Casi na.

Y después de esto viene la guindita final, “Cripple Creek Ferry”. Un minuto escaso, de puro pop inglés. Con resonancias a Mannfred Mann, y a la British Invassion. Un final perfecto para un disco en el que predominan las canciones lentas, que no románticas (no creo que yo que “After The Gold Rush” o “Don’t Let It Bring You Down” sean canciones románticas), y que si saliera a la calle en el día de hoy, diríamos que es uno de los discos más eclécticos del momento. Pero claro, hablamos de 1970, y eclecticismo y música iban unidos de la mano. Todavía no existían movimientos cerrados donde sólo se podía hacer la misma canción una y otra vez. Un disco maravilloso que contiene muchos de los más bellos y duros momentos que ha dado esto del Rock. Un disco que te cambia la vida.

Pacoliva

NEIL YOUNG “Harvest” (1972)

neilyoung4Si “After The Gold Rush” puso a Neil Young en primera fila, “Harvest” lo llevo directamente a la gloria y a la fama. “Harvest” es un compendio de coplas sublimes que tocan palos como el Folk, el Country, el Rock o el Pop. Canciones que se presentan desnudas, con Neil acompañado por los Stray Gators (donde ya aparece Ben Keith con el Pedal Steel), caso de la que da título al disco o vestidas con los mejores ropajes con la London Symphony Orchestra caso de la épica “A Man Needs A Maid”. “Old Man”, con un Young demostrando que es un cantante excepcional, “Alabama” o “Are You Ready For The Country” pasaron rápidamente a engrosar la lista de clásicos aunque “Harvest” es un disco compacto, sin fisuras, donde todo se aprovecha. Años más tarde Neil young sacaría la continuación, otra maravilla llamada “Harvest Moon” pero eso forma parte de otra historia.

Pedro Salinas «Pears»

NEIL YOUNG “Times Fade Away” (1973)

neilyoung5En 1973 Neil Young lo tenía todo en su mano, fama, dinero y éxito pero él, al igual que Dylan, no es de los que le guste remar a favor así que cuando lo más fácil hubiera sido vivir de las rentas de “Harvest”, saca al mercado “Time Fades Away” que era cualquier cosa menos lo que la gente esperaba. “Time Fades Away” es un disco crudo, un directo solo con coplas nuevas (que fácil hubiera sido uno con todos sus grandes éxitos, pero no, a contracorriente) donde un Neil Young oscuro y deprimido da rienda suelta a su paupérrimo estado de ánimo en aquellas fechas. Pero ahí está la gracia de este disco, en ser el fiel reflejo de lo que era Neil Young en aquella época. Como él mismo dice: cada disco es una autobiografía, una foto del momento.

Pedro Salinas «Pears»

NEIL YOUNG “On The Beach” (1974)

neilyoung6Cuando se editó “On the Beach” no tuvo una buena acogida ni entre el público ni entre la crítica. Neil Young seguía sumido en ese periodo oscuro, atormentado por la muerte de amigos suyos (Danny Whitten, miembro de la Crazy Horse, había muerto a finales de 1972 a causa de la droga), por una difícil relación amorosa con la actriz Carri Snodgrass (a la que dedica la canción “Motion Picture”) y posiblemente por la complicada aceptación de ser alguien famoso. La portada, bastante explicita con un Young de espaldas, es fiel reflejo de los sentimientos que inundan al canadiense esos años. Hoy, más de treinta años después de la publicación del disco, nadie duda de que “On The Beach” es uno de los pilares básicos de su discografía. Con tres productores distintos y una buena ristra de colaboraciones estelares, entre los que se encuentran Rick Danko y Levon Helm de The Band o el mismo Graham Nash de sus ¿amigos? de Crosby, Stills, Nash & Young, “On The Beach” es un disco inmenso, donde el artista abre su alma para dejar escapar todos los demonios y que muestran al verdadero Young de aquella época.

Pedro Salinas «Pears»

NEIL YOUNG “Tonight´s The Night” (1975)

neilyoung7Aunque este disco se publicó en 1975 fue grabado antes que “On The Beach”, pero fue rechazado en su momento por la discográfica y guardado en un cajón. Ese año Neil Young graba otro disco, “Homegrown” (que permanece inédito hasta la fecha) pero curiosamente presiona a Reprise, su Compañía Discográfica, para que edite “Tonight´s The Night”. Ésta finalmente accede al saber que Young entregará otro disco ese mismo año (“Zuma”) mucho más comercial y vitalista que “On The Beach” y “Tonight´s The Nigh” así que en junio de 1975 éste sale a la calle.

Dedicado a Danny Whitten, de cuya muerte se sentía en parte culpable Neil Young, y a Bruce Berry, rodie de la CSN&Y que también había muerto de sobredosis (que malo fue el paso del ácido y la hierba a la heroína, de los ‘60 a los ‘70), “A los que vivieron y murieron por el Rock & Roll” como puede leerse en el álbum, “Tonight´s The Night” es un disco denso, oscuro y deprimente donde Neil Young muchas veces canta desafinando a propósito como una especie de lamento o quejido que llega a poner los pelos de punta. Grabado en directo en dos noches rebosantes de tequila con los pedazos de la Crazy Horse: Nilfs Lofgren, Talbot, Molina y el pedal steel de Ben Keith, suena a gloria bendita, a puro Rock & Roll. En la versión definitiva que edita Reprise se añaden tres coplas, una de ellas en directo, en el Fillmore East, con el propio Danny Whitten.

Cuando Young grabó este disco el Folk, la parafernalia Hippy y la felicidad habían muerto ¿para siempre? para dejar paso al infierno del Rock & Roll. Sin duda un disco básico en la discografía del canadienses y uno de mis favoritos aunque su escucha pueda joderte alguno de los más recónditos rincones del alma.

Pedro Salinas «Pears»

 NEIL YOUNG & CRAZY HORSE “Zuma” (1975)

neilyoung8Y tras la tempestad, llega la calma. Lo prometido es deuda y en noviembre de 1975 se edita “Zuma”, que desde la portada con ese blanco radiante ya anuncia que, aunque sólo sea un poquito, ha salido el sol en la vida de Neil Young. Curioso que si contamos el disco todavía inédito, en menos de dos años Neil Young grabó cuatro discos. Vuelve la Crazy Horse, con la incorporación de Poncho Sampedro, a unas canciones mucho más luminosas que las de anteriores discos, se ayuda de Crosby, Stills y Nash en un corte, el acústico “Through My Sails” y vuelve a contar con la ayuda de David Briggs en la producción. Muchos cambio aunque lo principal sigue intacto, la calidad y el regusto a obra maestra, otra más, que desprende este “Zuma”.

Sólo “Cortez The Killer” (nos pone a caer de un burro) ya vale por discografías enteras, casi ocho minutos de épica y poesía reivindicativa al más puro estilo Young. A ésta le acompañan piezas de profundo lirismo como “Don´t Cry No Tears” o “Pardon My Heart”, coplas calmadas, plácidas aunque en el paquete también van algunos “arreones” de puro éxtasis rockero como “Barstool Blues” o “Drive Back”.

Pedro Salinas «Pears»

NEIL YOUNG “American Stars ´n Bars” (1977)

neilyoung9Y Neil compró un sombrero y se fue al campo.

Puede que para muchos sea un disco menor dentro de la discografía de Mr. Young pero otros pensamos que, si bien no está a la altura del rosario ingente de obras maestras editadas en años anteriores, es un disco muy a tener en cuenta y que, además, presenta una de las coplas cumbre del canadiense, la imprescindible “Like A Hurricane”. Aunque era un terreno ya explorado anteriormente, aquí se sumerge de lleno en el Country saliendo bastante airoso. Arreglos de violín, coros vocales a cargo de Linda Rondstadt o Emmylou Harris y mucho pedal steel de, una vez más, Ben Keith, hacen que las coplas huelan a vaca en un sobresaliente ejercicio de artesanía country.

Quizás la inmensidad de “Like A Hurricane” ensombrezca al resto pero en mi opinión este un disco muy bueno, donde Neil Young da una nueva vuelta a la tuerca y vuelve a despistar y sorprender a la vez que anuncia hacía donde irán sus próximo pasos.

Pedro Salinas «Pears»

NEIL YOUNG “Comes A Time” (1978)

neilyoung10Otra masterpiece que dirían los snobs, otra obra maestra de este genio que andaba más que “sembrao” en aquella época. Sigue con el sombrero puesto, sigue con el pedal steel de Ben Keith, vuelve, en parte, a Harvest, y, sobre todo, avanza con mucha antelación “Harvest Moon” y “Prairie Wind”. Su disco country por excelencia, acústico casi en su totalidad, si exceptuamos un par de piezas, entre ellas la sublime “Motorcycle Mama” donde le da la réplica una estupenda Nicolette Larson. Melodías dignas de un genio y una maravillosa versión del “Four Strong Winds” de Ian Tyson ¿Se puede pedir más?

Pedro Salinas «Pears»

NEIL YOUNG & CRAZY HORSE “Rust Never Sleeps” (1979)

neilyoung11En 1979, en plena efervescencia punk, en plena desaparición de los mal llamados dinosaurios del Rock, Neil Young fue nombrado por la revista Voices Artista de la Década. Y no era para menos, porque lo hecho por el canadiense en aquellos años fue, ha sido, simplemente espectacular. Pero lejos de dormirse en los laureles o de hacerse un hueco en el sillón y vivir de las rentas de sus clásicos, este culo de mal asiento sigue buscando metas e inventándose proyectos para poder canalizar su enorme talento. Es así como llegamos a “Rust Never Sleeps”, uno de sus discos más importantes y mi favorito.

Grabado en directo (eliminándose muchas veces el sonido del público) y en dos vertientes, acústica y eléctrica, Neil Young consigue con esta obra alcanzar su mayor apogeo creativo (límite que romperá más de una vez en los años siguientes) y dejar para la historia del Rock, cuando ésta estaba dando un giro total, una de las mejores colecciones de canciones nunca reunidas en un disco.

El disco se abre y se cierra con la misma copla, “My My, Hey Hey” una en versión acústica (“Out Of The Blue”) y la otra en eléctrico (“Into The Black”) en uno de los arrebatos de distorsión que le dan al bueno de Mr. Young. Con frases como Rock & Roll is here to stay, Rock & Roll never die se deja claro el ideario del autor, mucho más comprensible 25 años después cuando más de tres generaciones de músicos y fans lo reclamen como líder, otorgándole incluso absurdos títulos como “Padrino del grunge” (algo que no debió gustar nada a Young)

“Thrasher”, posiblemente mi canción favorita de toda mi vida, sigue la senda de la vertiente acústica, donde a Young le acompañan Nicolette Larson, Joe Osborne y Carl Himmel, y es todo un relato encubierto de todos los problemas que tuvo en el pasado con sus compañeros de CSN&Y. Acompañado de una guitarra acústica, una armónica y su inconfundible voz nasal, Young nos deja, a base de preciosas metáforas y pleno de feeling un exacto documento de los sentimientos que pueda sentir una persona al enfrentarse a determinadas relaciones.

En “Pocahontas”, otra copla capaz de removerte los sentimientos más dormidos, vuelve a reclamar, como ya hizo en “Broken Arrow” un mejor trato a los indígenas americanos. Inspirado en la aparición de Sacheen Littlefeather rechazando el premio de Marlon Brando en la entrega de los Oscars de aquel año por la película El Padrino, Young demuestra aquí, una vez más, que melodías simples y unos arreglos escuetos son más que suficientes para bordar una obra capital del Rock.

La segunda parte, ya con la Crazy Horse y totalmente eléctrica, se abre con la poderosa “Powderfinger”, donde las reminiscencias sureñas son más que palpables, mientras que “Welfare Mothers” y “Sedan Delivery” son un preludio de futuros discos como “Re.ac.tor” o “Ragged Glory”. El disco se cierra, como ya hemos comentado, con la segunda parte de “My My, Hey Hey”.

Elegir un solo capítulo de la extensa obra del canadiense no es tarea fácil. Mis preferencias hacia una u otra pueden cambiar cada semana o con cada estado de ánimo. En un artista como Young, capaz de tocar con maestría diferentes palos, establecer con exactitud el valor de cada disco es algo demasiado arriesgado como para hacerlo a la ligera. Yo podría recomendar más de diez discos por los que empezar y más de diez por los que no hacerlos (no por faltos de calidad sino por no ser tan representativos como otros) así que si he escogido éste es simplemente porque es uno de mis favoritos (aparte de la inmensa calidad que atesora) pero podría haber sido “Harvest”, “Ragged Glory”, “Zuma”, “On The Beach” y un buen puñado de ellos más. Sea como sea, “Rust Never Sleeps” es, con toda justicia, uno de los discos más honestos nunca grabados por alma alguna. Ahí queda eso.

Pedro Salinas «Pears»

NEIL YOUNG & CRAZY HORSE “Live Rust” (1979)

neilyoung12El tiempo, ese juez insobornable, puso en su sitio a todos aquellos que dudaban de que Crazy Horse fuera una banda digna de Neil Young en la gira del “Rust Never Sleeps”. Testimonio de la solidez del combo es el doble directo de noviembre de 1979, “Live Rust”.

Si bien también es cierto que el viejo Shakey se aprovechó durante años de la mediocridad de los Talbot y cía, para destacar exorcizando sus inseguridades como guitarrista. No es menos cierto que cuando el caballo loco espoleado por los constantes desplantes públicos del líder durante toda la década, pulió determinados detalles y encontró su sonido, se convirtió en la mejor banda en directo de todos los tiempos conservando la ética de “obreros del instrumento” que les caracteriza.

Por otro lado, Neil Young ya llevaba casi quince años de carrera discográfica, y una posición asentada en el Olimpo de la industria merced a su “mercenariazgo” con “CS&N”, sin haber publicado ningún disco en directo; siendo el “Double Live Album” cuota de obligado cumplimiento para toda rockstar de los ‘70.

Si a eso sumamos que la frase it´s better to burn out than to fade away obtuvo el status de consigna del punk, y que ese mismo año lo eligieron -nuestros amigos los lectores del Rolling Stones del ‘79- como artista del año y el “Rust Never Sleeps” como disco de cabecera. Neil, una vez más, decidió enfrentarse a las condiciones ideales.

Ahorrándonos la estética que rodeó la gira -horrenda, las cosas como son-, nos encontramos ante una obra maestra musical que avanza en intensidad, tanto musical como distorsional (si se me permite el neologismo), cubriendo gran parte de la carrera musical de nuestro hombre -no en vano, a la altura del ‘77 había publicado un recopilatorio recomendabilísimo, “Decade”-, y que sólo incluye cuatro canciones del “Rust Never Sleeps” publicado cuatro meses antes.

Para más inri dos de ellas son las gemelas inversas “Hey hey”.

El paroxismo hendrixiano de las “Cortez”, “Hurricane”, “Hey Hey” o “Tonight´s The Night”, son lo que quedan en la memoria colectiva del buen aficionado como los hitos del sonido de Neil Young. Lo cual, ante un tío tan brutalmente ecléctico y cambiante como nuestro Shakey, capaz de encaramarse a los muros de paredes tan altas como “Harvest”, “Ragged Glory”, “Everybody Knows” o “Harvet Moon”, y a la vez a fosas como su disco homónimo o “Trans”, supone que escuchar el “Live Rust” (imaginando que nos encontramos ante un tipo de blanco flanqueado por una de las bandas con peor imagen de la historia de la música delante de un muro de amplificadores Fender), sea el paradigma neilyoungniano, y ese lugar feliz dentro de nuestro corazón en el que todos querríamos vivir.

Vito Locomotoro

NEIL YOUNG & CRAZY HORSE “Ragged Glory” (1990)

neilyoung13Definitivamente la década de los ochenta no fue la de Neil Young. Su desconcertante etapa en Geffen se saldó con discos mediocres e incursiones en terrenos baldíos como la electrónica que, lógicamente, no dieron fruto alguno. Al final de la década, joyas como el incomprendido “This Note For You” (1988) y sobre todo el buenísimo, pero algo disperso, “Freedom” (1989) enderezarían un poco la carrera del canadiense, carrera que sólo tendría que esperar el inicio de los años noventa para volver a situarse en primera línea con la edición de una obra que hoy en día, más de quince años después de su publicación, se ha colocado como una de las piezas básicas en la trayectoria de Neil Young.

Con “Ragged Glory” Neil Young vuelve a lo que mejor sabe hacer: rock campestre, primitivo, artesanal, robusto y directo, y la jugada le sale redonda. Vuelve a buscar la compañía de quien mejor le conoce, la Crazy Horse, y vuelve a grabar con otro que también le conoce a las mil maravillas, David Briggs (que moriría cuatro años después). El resultado de esta unión no podía sino ser el que es, un nuevo compendio de coplas que hoy en día pueden considerarse auténticos clásicos en los conciertos de Mr. Young y que han sido versioneadas por multitud de bandas como es el caso de Pearl Jam y ese “Fuckin´ Up” del que dejaron constancia en su disco en directo “Live On Two Legs”. Desde la primera nota de “Country Home” el disco desprende aroma al Neil Young más reconocible, más cañero como apuntaba en aquel lejano “Reactor” y en algunas piezas del anterior “Freedom”. Con ese inconfundible sonido de guitarra desafinado y chirriante y su voz nasal cantando melodías que en boca de otros quedarían simples y mediocres pero que cantadas por él alcanzan cotas inalcanzables para el resto, sin olvidarnos de esos coros deliciosos (“Days That Used To Be”, “Mansion Of The Hill”….)

“White Line”, “Fuckin´ Up”, Over And Over”… Una a una se van sucediendo las canciones in que haya altibajos ni tiempo para la desidia o el aburrimiento. Ni la estupenda versión de “Farmer John” de Don Harris rompe con la homogeneidad de un disco perfecto de principio a fin, que diez años eran muchos sin que este hombre nos diese una nueva obra maestra. Quizá la última copla, el maravilloso alegato ecologista llamado “Mother Earth (Natural Anthem)” se salgo un poco de los patrones del disco; una obra de poco más de cinco minutos en clave coral rebosante de épica y sentimiento, algo que repetirá discos más tarde.

En definitiva, “Ragged Glory” es la vuelta de Neil Young por la puerta grande después de una década de búsqueda y exploración. Un disco donde las ideas ya apuntadas en “Freedom” se asientan y donde se crean otras para futuros discos (“Mirror Ball”). Una obra donde el universo Young se recrea en si mismo volviendo a renacer en forma de obra maestra.

Pedro Salinas «Pears»

NEIL YOUNG “Unplugged” (1993)

neilyoung14Neil Young tiene una cualidad extraordinaria en la historia de la música: cuando otros van, él vuelve, y normalmente ni él mismo sabe de donde viene. Puede venir de extraños estados mentales provocados por la epilepsia, puede venir de hablar con Moctezuma, del luto eterno por los caídos por el camino o puede venir de creerse Willie Nelson, Stephen Stills o Bob Dylan, cuando estos, en su fuero interno, desearían ser Neil Young.

En 1990, Neil Young, embistió los cimientos del rock americano con “Ragged Glory”, obteniendo el dudoso status de “Godfather of Grunge”. De cierta actitud de anti-estrella, de vuelta al esencialismo de la distorsión y del ataque al mesianismo imperante en el Rock. Pasa de ser un artista que no hace promoción, a convertirse en un icono de las camisas de leñador, de tocar con los mejores músicos de Nashville, a rodearse de Pearl Jam.

Y entonces Neil, cuando todo el mundo lo espera acomodado en su nuevo status, se encierra en el estudio, y necesitado de silencio (por una hipersensibilidad auditiva que le hacía aullar de dolor por el zumbido de una mosca), graba “Harvest Moon”, uno de los discos más bellos de su carrera.

Con estas credenciales, al igual que hará Kurt Cobain, y también con la oposición de muchos de sus fans, pliega ante MTV y el 7 de febrero de 1993, gesta su “Unplugged”, del que dicen las crónicas que grabó con un ambiente horrendo, que Neil estaba como ausente e imposible en el trato, que la banda no se mentalizó, que el set podría ser mucho mejor; así pues, incluso Neil no parece muy orgulloso de su trabajo aquel día…

A mí me parece una obra maestra, recorre su carrera de manera lineal, eligiendo momentos, reinterpreta el formato del unplugged para su himno a la distorsión, tocando con órgano y armónica “Like A Hurricane”, fija las versiones definitivas de canciones olvidadas como “World On A String” (maravillosa y desafinada e inaccesible en su versión original en “Tonight´s The Night”), y de éxitos masivos como “Mr. Soul” (salida de su plagio personal del “Satisfaction” de los Stones), o de canciones primigenias como “Old Laughin´ Lady”.
A la vez, respeta las interpretaciones ortodoxas de clásicos absolutos como “The Needle And The Damage Done”, “Pocahontas” o “Harvest Moon”, e incluso supera a CSN&Y con la interpretación vocal de Neil y coros femeninos en “Helpless” (¿la canción más melancólica de todos los tiempos?), recupera al piano una canción no editada como “Stringman”, rescata del “Trans” la canción electrónica de amor paterno “Transformer man”…

Sin embargo, lo que hace extraordinario a este disco es la forma de atacar un último tercio de actuación, en el que aumenta la intensidad y el número de integrantes de la banda en un increscendo musical homérico que discurre desde la canción de amor a Pegi, “Unknown Legend”, por el desgarro de soledad de “Look Out For My Love” tras la separación de Carrie, hasta el recuerdo de los buenos momentos con Stills de “Long May You Run”, acabando con la oda al camino personal y de toda América de “From Hank To Hendrix” (y from Marylin to Madonna).

Una obra maestra que combina un recorrido cronológico por su obra con un aumento de intensidad y entrega musical hasta llegar a un final apoteósico. De alguna manera, Neil Young dice: lo que he hecho es grande, pero lo mejor está por llegar.

Vito Locomotoro

NEIL YOUNG “Are You Passionate?” (2002)

neilyoung15Neil Young lleva fabricando música desde hace casi 40 años, ya sea con The Bluenotes, The Straygators, Crosby, Stills, Nash & Young, Buffalo Springfield la maravillosa Crazy Horse, totalmente en solitario o con cualquiera de sus múltiples aventuras, Pearl Jam incluidos, y por lo visto no tiene visos de parar. Mejor así para los que amamos su sencillez y la compleja simplicidad de su trabajo. Si Mr. Young ha sobrevivido tantos años en este negocio, ha sido sin duda por su honestidad y por saber transmitir a todas sus coplas su propia personalidad, dotándolas de su sello inconfundible.

Yo caí en las garras de Neil Young, para no salir jamás con aquel fantástico álbum de 1990 llamado “Ragged Glory” que se cocinó con la Crazy Horse en directo desde el estudio. Ahora suena en mi casa su última obra, “Are you passionate?”, totalmente en solitario aunque andan por ahí Poncho Sampedro o Ralph Molina de la Crazy Horse.

Lo primero que se te viene a la cabeza es que es un disco tranquilo, casi delicado, intimista, romántico como el mismo nombre indica donde, como siempre, la voz y la guitarra de Neil Young, que mantiene esa característica distorsión marca de la casa, son las protagonistas a lo largo y ancho del disco.

Aunque no hay ninguna canción destacable ya que aquí prima mas el resultado global del disco que la búsqueda de algún hit single, como no podía ser de otra forma tratándose de quien se trata, yo personalmente me quedaría con la cadencia triste de “Goin´Home”, la mismísima “Are You Passionate?”, la que más me recuerda a “Ragged Glory” y que destila intimismo por todos los poros o “Two Old Friends” que quizás es la más movidita, que no mucho, del disco. Un dato que no quería dejar pasar por alto son algunos coros femeninos a cargo de las damas Pegi Young y Astrid Young, familia del propio Neil y que, aunque aparezcan en pocas ocasiones, en todas ellas es para mejorar, dando algo más de color a los temas.

Las melodías de la América profunda, folklórica y hasta pueblerina se nos muestran aquí pasadas por el lado romántico de un Neil Young, que hasta se permite la aparición de corazones en el libreto interior. También, ¿cómo no?, al igual que ha hecho Bruce Springsteen, hay algunas referencias al 11 de septiembre.

En fin, un disco más en una interminable carrera. No será un disco definitivo pero sí es un poco diferente a lo que estábamos acostumbrados. Esta claro que a esta altura de la partida este señor mueve las fichas como quiere y siempre termina haciendo una buena jugada.

Pedro Salinas «Pears»

NEIL YOUNG & CRAZY HORSE “Greendale” (2003)

neilyoung16Hace poco más de un año hablaba yo por aquí del “Are You Passionate?” de Neil Young y decía, palabras textuales, que aquel trabajo era “un disco más en su carrera” y que “no será un disco definitivo”, convencido de que Neil Young ya había dado lo mejor de si mismo y se preparaba para una buena jubilación sacando algún buen disco de vez en cuando. Pues no sabía cuan equivocado estaba, porque a finales del pasado año, el bueno del tito Neil nos dejó a todos con la boca abierta sacándose de la manga, de la entrepierna o del mismísimo corazón una auténtica obra maestra. Y no hablo de diez coplas más o menos inspiradas sino de un trabajo colosal desde el primer hasta el último segundo. Una obra donde, a base de ese Rock profundo suyo, nos cuenta la historia (disco conceptual que dicen algunos) de una villarejo, “Greendale”, y de una saga familiar de esa América que él tanto ama. A lo largo y ancho del disco Young nos describe con maestría las vivencias, sentimientos y pensamientos de los moradores del Rancho “Double E”, de “Carmichael”, “Grandpa” o del diablo que habita en la cárcel, como sólo él sabe hacerlo.

En Greendale, con la vuelta de la Crazy Horse y sin moverse ni un ápice de su sonido y sus ideas, Neil Young da rienda suelta a lo que es, sin duda, la obra cumbre de su carrera. Una obra de artesanía musical con el letrero de “hecho a mano” escrito bien claro. Temas de larga duración, la mayoría sobrepasando los 7 minutos y algunos los 10, motivado más por la necesidad de espacio para contar la historia en si que por desarrollos en los pasajes musicales. De todas maneras el disco se hace corto e intenso, con un feeling, un sentimiento, inusual en los tiempos que corren. Son temas que ganan con las escuchas, que se te van grapando al pecho a medida que “Earl”, “Edith Green” o el resto de personajes van entrando en tu vida a través de las notas de Young que, a modo de moderno trovador, va rellenando la historia con su simplicidad y buen gusto.

Todo en el disco, como casi siempre pasa con este señor, va envuelto en un aire de melancolía, ya sea con el Rock And Roll de “Double E” , el medio tiempo de “Grandpa´s Interview”, la poderosa “Devil´s Sidewalk” o el cojonudo alegato ecologista de “Be The Rain” y es que la vida no es de color de rosas, por lo menos a los ojos de Neil Young.

Uno de los aspectos fundamentales de esta magna obra es el apartado letrístico, y es que “Greendale” está concebido como un trabajo donde la música juega a favor del mensaje, de la historia, sin tener que recurrir a exageradas dramatizaciones que tanto están de moda en estos años. Aquí el simple lamento de una armónica o el impulso de unos coros femeninos son más que suficientes para que se nos ponga la carne de gallina, incluso el uso de un megáfono le sirve a Young para transmitir más de lo que harían otros con una orquesta. Y es que podemos decir que está “sembrao”, tocado por la varita de su hada y como un rey Midas musical aquí todo lo que toca lo convierte en oro. Comentarios que son válidos, como no, para la Crazy Horse que aquí se ha reducido a los incombustibles Ralph Molina y Billy Talbot que están perfectos en cada surco del disco.

Desde luego ésta sí es la obra definitiva del canadiense e incluso me atrevería a pensar que es su mejor trabajo (y hablo de 40 años de rock and roll) porque es, sencillamente, insuperable.

Para los friquis que todavía se gastan el dinero en discos, decir que el disco, que tiene una presentación de lujo, viene acompañado de un DVD con un concierto de dos horas; “Live At Vicar St.” donde Neil, sólo con su guitarra, nos presenta el disco comentando cada una de los temas. Sin desperdicio.

SAVE THE PLANET FOR ANOTHER DAY!!!!!

Pedro Salinas «Pears»

NEIL YOUNG “Prairie Wind” (2005)

neilyoung17Cuando todavía no han pasado ni dos años desde el fantástico “Greendale” y a pesar de haber tenido graves problemas de salud (recordad que tuvo hace poco un aneurisma cerebral), Neil Young, el tito Neil, el venerable, vuelve a regalarnos otra obra de su rock artesanal y particular, dejando esta vez descansar a la Crazy Horse y volviendo a contar con algunos de los músicos de los Stray Gators para facturar un disco que sigue la senda de “Harvest” y “Harvest Moon”: un trabajo acústico, donde las guitarras eléctricas son testimoniales (de hecho Young no utiliza ninguna), campestre y bucólico, y que a primera vista parece simple pero que en cuanto rascamos un poco vemos como pasan desfilando mil y un matices, secciones de viento, coros y la inexcusable armónica de Mr. Young.

El disco ha sido grabado, y se nota, en Nasville por algunos conocidos como un Spooner Oldhan tremendo con los teclados, Carl Himmel a la percusión, Ben Keith soltando maestría a borbotones con el pedal Steel, verdadero protagonista del disco a modo de auténtico “viento de la pradera”, el bajista Rick Rosas y ha contado con la colaboración de gente como Emmylou Harris o los Jubilee Singers entre otros invitados creando la sensación, como casi siempre, de que todo es el resultado de una banda perfectamente conjuntada más que el trabajo de un artista en solitario.

Leo en algunas críticas que estamos ante un disco menor en la discografía del canadiense y no puedo estar en mayor desacuerdo. Ok, no es una obra maestra como las que facturó en los setenta ni tampoco es del calibre del anterior “Greendale”, pero sí que es un gran disco, quizás demasiado relajado (que al fin y al cabo es lo que se pretendía) y puede que alguna copla se haga un poco pesada, pero aquí hay joyas como “The Painter”, primer single, “No Wonder” -mi favorita- o “He Was The King” -dedicada a Elvis y con una armónica que tira de espaldas- que no van a tardar ni cinco minutos en convertirse en clásicos.

Pues ahí queda eso, cuando parecía, y yo predije con total desacierto, que este hombre se iba a jubilar, sacó “Greendale” y ahora, demostrando que está “sembrao” y “abonao”, cambia de tercio sin bajarse de la calidad y presenta un gran disco que seguramente será más apreciado conforme pase el tiempo. Recomendable escucharlo sentado en el porche viendo como el viento mece la pradera… la pradera, la campiña cordobesa o la vega murciana tampoco me seáis quisquillosos.

Pedro Salinas «Pears»

NEIL YOUNG “Living With War” (2006)

neilyoung18La música, el arte, como vehículo de expresión, como portadora de ideas y mensajes. Neil Young no ha podido callarse más y ha utilizado lo que mejor sabe hacer para expresar sus ideas. Siete meses después de la publicación del bucólico “Prairie Wind”, Mr. Young ha plasmado todo lo que piensa de la administración Bush en un nuevo disco. Lo que eran “vientos de la pradera” ahora son “huracanes del infierno” porque a estas alturas el canadiense no tiene pelos en la lengua y ha soltado sin tapujos todas las verdades del barquero, directo en la frente, en un trabajo monotemático (esto si que es un disco conceptual) donde más que nunca la música se pone a servicio de la letra.

“Living With War” es, en propias palabras de Neil Young “un coro de cien voces y mucho metal” y eso es algo que podemos ver perfectamente en la canción más representativa del disco, “Let´s Impeach The President” (eso es decir las cosas claras) aunque otras como “Looking For A Leader” o “Flags Of Freedom” no se quedan atrás. Apoyado esta vez por algunos de sus habituales en otros discos como Rick Rosas al bajo, Chad Cronwell a la batería, Tommy Bray a la trompeta y, como decía, un coro de cien voces que le da al disco, junto a la temática, su marcada personalidad. “Living With War” es un disco básico, conciso y contundente, donde los coros dan el contrapunto a las ásperas composiciones de Young y que el carácter de inmediatas y espontáneas que tienen las coplas le vienen que ni pintado para transmitir su mensaje. En otras palabras y para ponerme yo a la altura de lo que digo: Que el tipo está “sembrao” vamos. Quizás la última copla, una especie de himno precioso cantado con una coral, desentone con el resto pero también le da color y variedad a la obra.

Una obra emotiva y hasta necesaria que está teniendo una polémica acogida (normal) al otro lado del charco, donde parece que abundan las personas con los ojos cerrados aunque no hay peor ciego que el que no quiere ver. Aquí vemos y oímos, vaya si vemos y oímos. Chapó por el tito Neil.

Pedro Salinas «Pears»