Editorial Julio 2020 “La nueva normalidad”

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Soy consciente de que, si el término “desescalada” ya era malo, esto de la “nueva normalidad” es infame. Aun así, ya que el uso del palabro garantiza saber de qué estamos hablando, vamos a utilizarlo.

El caso es que una vez terminada la “desescalada” (o casi, según las zonas), hemos entrado de lleno en esta “nueva normalidad”, que de normalidad tiene bastante poco. En ella, atendiendo más a criterios económicos que a sanitarios, las autoridades están abriendo la mano para permitir una reactivación de la economía, aún a sabiendas de que esto costará un retroceso en el control de la enfermedad. Quiero creer que se han valorado los riesgos y espero que no nos terminemos arrepintiendo. El tiempo dirá si ha merecido la pena o no.

Como medio especializado, voy a dejar a un lado mis consideraciones sobre lo que esto afecta al turismo, restauración, comercio y demás actividades económicas, centrándome en lo que nos ocupa: la actividad musical.

También voy a dejar a un lado las opciones comentadas el mes pasado en este mismo editorial. No creo que los conciertos en streaming ni en auto-cines sean la solución de nada, más que una alternativa temporal (y quizás desesperada) para la actividad en directo de los grupos.

A día de hoy ya hemos empezado a recibir anuncios de los primeros conciertos. Con las medidas de seguridad actuales, estos conciertos estarán sometidos a las limitaciones de aforo dictadas y al empleo de mascarillas por parte de los asistentes. En el caso de conciertos con el público sentado será relativamente fácil controlar la distancia de seguridad, pero en el caso de público de pie, no sé yo de qué servirá limitar el aforo si el público asistente se mueve por la sala en libertad.

Si lo comparamos con otras actividades con público, sean culturales o deportivas, la situación de los conciertos seguirá la senda de lo que ya existe en cines y teatros, con un aforo limitado y butacas vacías y clausuradas que obliguen a mantener esa distancia de seguridad. Por las características de estos espectáculos el público está siempre sentado, por lo que es más sencillo respetar esas normas. Que sea rentable o no ya es otro cantar.

En cuanto a los eventos deportivos (fútbol, baloncesto, atletismo, Fórmula 1, motociclismo…) ya realidad es que estos deportes se han reanudado (o lo van a hacer en breve) a puerta cerrada. En estos casos, el público asistente es cero y así lo seguirá siendo mucho tiempo. De hecho, los gestores de estos deportes ya han avisado que no sólo esta temporada será a puerta cerrada, sino que la próxima temporada también será sin público hasta una fecha sin determinar. En el caso de los deportes de masas, los ingresos por retransmisiones televisivas salvan en gran parte el déficit producido por la inexistente venta de entradas.

En el caso del rock, la precaria situación por la que pasan muchos grupos puede hacer que esta “nueva normalidad” sea la puntilla a su agonizante situación. Pero quizás, sorprendentemente, sea lo que les salve. Me explico: aquellos músicos que vivan exclusivamente de su actividad musical tienen un grave problema, ya que los conciertos llevan muchos meses cancelados y los nuevos llegarán con cuentagotas. Sin embargo, el rock lleva tanto tiempo sin rendimiento económico que muchos músicos no han tenido más remedio que buscar su medio de subsistencia en otra actividad laboral, dejando la música como una afición que, en el mejor de los casos, únicamente les aporta un complemento económico a su economía. En estos casos, sólo dependerán del mantenimiento de su actividad laboral al margen de la música para dejar que pase esta pandemia (que algún día pasará) para retomar la actividad musical.

Veremos en qué queda todo esto cuando el Covid-19 esté controlado. Toda la industria musical (si es que existe) se habrá visto tocada. Salas de conciertos, medios de comunicación, agencias de contratación y management, estudios de grabación… y por supuesto, grupos y músicos, habrán tenido que capear el temporal lo mejor que hayan podido. Que habrá “bajas” es algo seguro. Esperemos que recuperemos la “verdadera normalidad” lo antes posible.

Mientras tanto, no tengáis dudas. Lo más importante es la salud. Desde aquí espero y deseo que todos seáis capaces de evitar (o en su caso, vencer) este virus con el menor coste saludable posible. Ese es el primer paso. Y el más importante de todos.

Santi Fernández “Shan Tee”