BACKYARD BABIES + DANKO JONES + TYLA – Miércoles 17 de octubre de 2001, sala Arena (Madrid)

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Por la lluvia torrencial que caía mientras esperábamos que abriesen las puertas de la sala, parecía que estuviésemos en pleno Charing Cross Road londinense haciendo cola para entrar al Mean Fiddler en lugar de encontrarnos en Madrid. Una vez dentro, comprobé que la banda se iba a enfrentar a un recinto completamente opuesto a los grandes estadios que el año pasado frecuentara como teloneros de lujo de AC/DC. Qué contraste: de Wembley Arena a una sala en la que apenas podían moverse más que lo justo para mantener la pose (lo de las carreras de Dregen arriba y abajo y los saltos delante de la batería al finalizar cada tema no se repetiría esta vez, por supuesto). En fin, que empiezo a comprender las quejas de la audiencia madrileña en lo referente a los lugares en los que celebrar conciertos, pero dejémoslo estar. Lo importante era ver a Backyard Babies en su hábitat natural: una sala en la que sudar la camiseta y despacharse a gusto. Y así fue, la hora de concierto que nos brindaron los suecos fue corta pero intensísima y nos ofrecieron un show enérgico, vibrante y potente donde los haya. Por su parte, los seguidores de la capital respondieron a la cita e hicieron que la Arena presentara un aspecto más que decente.

Aprovechando las fechas españolas de sus amigos Backyard Babies, el Dogs d’Amour TYLA, quien reside en Barcelona actualmente, se encargó de regalarnos un sabroso aperitivo a base de rock sincero y desnudo: él, con su sobria presencia (todo de negro y con faz seria y concentrada), de pie frente a la gente que se encontraba ya en el recinto y acompañado únicamente de su guitarra eléctrica. Puede parecer que los temas que desgranó durante su media hora de actuación quedaron cojos y vacíos, pero en absoluto fue así. La voz grave, profunda y cascada de Tyla (que me trajo a la mente a Springsteen en más de una ocasión) no dejaba hueco alguno y contagiaba de puro feeling a los que asistíamos embobados a aquel ritual de rock atemporal íntimo y sincero. Bajo aplausos y más de un remordimiento por no haber prestado la atención debida a Dogs d’Amour (a partir de ahora tendré que cargar bien las pilas), se despidió Tyla como un héroe que cumplió con creces con su cometido.

 

Los siguientes, y teloneros oficiales de este tour, fueron los canadienses DANKO JONES. No conocía nada de este trío de rock con toques de punk y hard enriquecido con partes habladas en plan discurso de Henry Rollins o partes machaconas en las que marcan los tiempos con una sincronización de estudio. Sin embargo, salieron de allí muy bien parados ante los que ignorábamos su música. Tres cuartos de hora les bastaron para disparar una ráfaga de piezas cortas en las que Danko Jones, el cantante y guitarrista del combo, nos dio todo un recital de cómo debe ser un buen entertainer: muecas de lunático, movimientos lascivos de lengua para representar unas letras bien cargadas de sexo (gran parte de ellas, al menos), un sombrero de gangster que le iba al pelo y un ego que promocionada a cada oportunidad que tenía entre canción y canción. No habrá que perderlos de vista porque su directo es verdaderamente impactante y dejaron muy buen sabor de boca. Eran las 21:50 y les tocaba bajar del escenario para dar paso a la atracción de la noche.

A las 22:15 salían a la arena Backyard Babies. Un escenario sencillo que mostraba dos amplificadores Marshall blancos en cada lateral, cuatro sirenas encima de los mismos y un telón de fondo con franjas horizontales negras y blancas era más que suficiente para escenificar la descarga. De este modo, una introducción precedió la entrada del grupo para enseguida arrancar «I Love To Roll», con la gente ya entregada y ganada de antemano. Lo que salía de aquellos amplificadores era un sonido distorsionado y sucio a más no poder y dudo que se debiera a la acústica de la sala porque antes todo había sonado pulido y bien claro. Nicke, sin la cresta del año pasado y ataviado con una chupa de cuero punk estilo DiAnno cuando Maiden daban sus primeros pasos, debía estar pasando un mal rato por el calor que hacía a esas alturas en la sala. Lo mismo debía ocurrirle a Dregen, que lucía un tres cuartos grisáceo que le tapaba el cuello. Peter Carlsson disfrutaba de lo lindo aporreando su pequeño kit de batería, que contrasta con lo enorme que es él y con esa pinta de desalmado que le da la barba de meses que tiene. Johan Blomqvist, por su parte, se mantenía en la parte derecha del escenario moviéndose sin parar y animando al respetable a la vez que iba vaciando su botella de Jack Daniels y fumando algún que otro cigarro según transcurría el show. Para que no decayera la euforia inicial, la siguiente fue «The Kids Are Right», y aquí comenzaron a verse los resultados tan positivos que han tenido los estribillos pegadizos escritos para «Making enemies is good». «UFO Romeo» concedió unos minutos de gloria a «Total 13», lo cual se repitió en «Highlights», que obtuvo una bienvenida impresionante. Entre una y otra, Dregen marcaba el inicio de «Heaven 2.9» a ruido de silbato convirtiendo aquello en una fiesta. A partir de aquí, comenzó el aluvión central con Dregen llevando la voz cantante en «Star War», de su época en Hellacopters, y despojándose del tres cuartos para volver a la imagen a la que nos tiene acostumbrados (descamisado y con esa especie de muñequeras de tela en los bíceps) mientras las sirenas se hacían oír por primera vez en el concierto. En «The Clash» la sociedad Nicke-Dregen, que acapara la atención en todo momento, funcionó a la perfección con esos coros espontáneos que le dan más intensidad al tema. «Payback» sonó mucho más macarra y desgarrada que en el álbum. Acercándose al fin de la primera parte, «Ex -Files» dejó el camino libre a los cortes más punkies, «Look At You» y «Too Tough To Make Some Friends», que fueron demoledores. Tras éstos, «Robber Of Life» cerraba los primeros tres cuartos de hora de actuación con Johan, Dregen y Nicke agitando sus cabezas al compás de los acordes finales heavies del tema.

Hasta ahí, pudimos comprobar que la banda sigue teniendo una puesta en escena excelente y una entrega absoluta. Dregen irradiaba energía con sus poses habituales: abalanzándose sobre las primeras filas mientras tocaba la guitarra, escupiendo sus púas y haciendo coros cabeza arriba al más puro estilo Lemmy (por cierto, que su parecido facial con Manson es más que considerable). Nicke Borg se mostró muy comunicativo (aunque su español no haya avanzado tras las numerosas visitas que han hecho a Madrid en estos últimos años) e hizo gala de una fuerza y aguante dignos, llegando a recibir algún que otro vasazo sobre su cogote sin apenas inmutarse.

A los pocos minutos, aparecieron de nuevo para completar su actuación con un encore de tres cañonazos: «Made Me Madman»«My Demonic Side» (en la que Nicke se colocó una gorra de general) y «Brand New Hate» (con la gente gritando a pleno pulmón lo de «making enemies is good/ I’ ve got a brand new hate for you»), sin olvidar unas palabras de reconocimiento para las bandas que habían abierto la noche y una despedida entre ovaciones más que merecida.

En resumen, Backyard Babies volvieron a deleitarnos con otra sesión de buen Rock’ n’ Roll y demostraron que unas quintas bien tocadas a veces hacen maravillas. En la balanza, hay que mencionar como notas negativas que la hora exacta de duración del show nos supo corta a muchos de los allí presentes y que no llegué a entender cómo no invitaron a Tyla a subirse a las tablas a tocar «Painkiller» (la cual incluso excluyeron del setlist). Sin embargo, después de presenciar el show del cuarteto sueco, no se puede decir mucho malo, más bien al contrario. Todos aquellos que rechazan de plano su último disco por el sonido tan limpio que posee y que resta crudeza a los temas se quedarán sin argumentos de crítica hacia Dregen y compañía una vez visto su directo: sucio, gamberro y desgarbado. Alguien dudaba de que no siguen haciendo lo que mejor saben?

Texto: J.A. Puerta