JÚPITER + IGNIS ÁNIMA – Domingo 17 de febrero de 2019, sala La Riviera (Madrid)

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Hay días en los que el componente emocional y nostálgico es tan importante como el musical, pero mentiría si dijera que el concierto de Júpiter fue sólo eso. Aquel día es cierto que muchos fuimos a ver a un grupo que, junto a otro puñado de bandas que me tocaron el corazón en mi juventud, forjaron el rockero maduro que soy hoy. Pero no es menos cierto que había otros alicientes que me empujaron, con mayor fuerza aún, a acercarme a La Riviera este domingo de febrero.

Uno de ellos era comprobar de primera mano la energía de la que hablaban los que asistieron a su reunión en un pasado festival veraniego. Una energía sorprendente para un grupo al que siempre se le tachó de “blando”, debido a la floja producción de sus discos (sobre todo del primero), letras adolescentes y una imagen demasiado edulcorada que se les impuso en su etapa en activo.

Otro aliciente fue, sin duda, la extensa lista de invitados anunciada para el concierto. Un elenco de musicazos de primer nivel que iban a hacer de aquel día algo especial, si es que no lo era ya por sí mismo. El lugar elegido para el evento, la siempre elegante La Riviera, garantizaba unas condiciones óptimas en un escenario amplio y, como pudimos comprobar el día del concierto, con un juego de luces espectacular y una pantalla de vídeo de gran calidad en la que se nos pasaron imágenes constantemente durante el concierto.

Y, por si fuera poco, la presencia de Narciso en el programa de radio enlazado a esta web me hizo comprender que no podía faltar a la cita. Su contagioso entusiasmo e ilusión por este concierto me dejó bien a las claras que tenía que estar allí para luego contarlo.

El concierto, además, serviría como homenaje póstumo a Javier Ponce, guitarrista de la banda fallecido en 2003. En esta reunión (ya veremos si efímera o permanente), su puesto a la guitarra está cubierto con Javier Mira, cuyo talento y experiencia es toda una garantía. De la formación original también faltaba José Rubio por motivos de agenda. Su puesto sería cubierto por Alex Morell, el excelente bajista de The Val.

Como era previsible, el extenso aforo de La Riviera quedó cubierto sólo a la mitad, pero el gustazo de la banda por presentarse en estas condiciones seguro que cubrió sus expectativas.

Para abrir la velada, Ignis Ánima ofrecieron un concierto muy digno. En algo menos de una hora, la banda madrileña desgranó buena parte de los temas de sus dos discos, “Albores de guerra” y el más reciente “Bajo el yugo del tiempo”.

Un inoportuno problema de salud impidió que la violinista de la banda, Merche Olmeda, pudiera actuar en este concierto. En su lugar lo hizo Daniel Rodríguez, de Ars Amandi, que cumplió con creces su cometido. El resto del grupo sí fueron los habituales David Isidro (voz), Ricardo Mera (guitarra), Jorge Gómez (guitarra), Iván Martín (bajo) y Sergi Borges (batería), quienes acometieron con ilusión la oportunidad de tocar en un recinto tan importante ante un público en el que había tanto seguidores suyos como, evidentemente, del grupo principal de la noche.

Con luces escasas pero un sonido muy aceptable, arrancaron con “Cicatrices” a la que siguió “Pirámides de sangre”, con la que ya se quitaron los nervios de encima y demostraron la calidad que este grupo asesora. El tema, de aires arabescos, terminó de enganchar a aquellos que habían ido a ver a Júpiter (los fans propios estaban entregados desde el inicio).

La banda tiene buen juego de ambas guitarras, erigiéndose el bajo de Iván Martín en protagonista en varias ocasiones tanto a nivel musical como visual. Y sobre ellos destaca la buena voz de David Isidro y el toque folk del violín de Daniel Rodríguez, perfectamente integrado en el grupo a pesar de haber tenido que prepararse el repertorio en un tiempo récord.

Siguieron con “Heraldo de hambre” y “Bushido”, aumentando las revoluciones y la contundencia de su propuesta. Tras ellas, “Avanzar por avanzar”, primer tema de su debut “Albores de guerra” fue uno de los puntos álgidos de su concierto, tanto por el desempeño de la banda como por la respuesta de sus incondicionales que se agolpaban en las primeras filas.

La banda aprovechó el viento a favor para acometer con soltura el resto de su concierto. David Isidro agradeció en varias ocasiones la oportunidad de tocar en este evento y aprovechó para recomendar a los presentes que compraran sus discos en el puesto de merchandising montado en la sala.

Continuaron con la festiva “Alma en llamas” y la trepidante “Arde Valhalla”, para la cual David sugirió a sus incondicionales un pogo del cual afortunadamente pude huir a tiempo.

Como final de concierto se despedirían con una imponente “Bebercio”, con el grupo pletórico dándolo todo. Cuando se iban a despedir, un aviso desde backstage les indicó que aún tenían tiempo para un tema más, con lo cual ya lo dieron todo con “Ritual”, dejándonos con un buen sabor de boca con este final de concierto tan entregado.

Seguro que esta noche Ignis Ánima conquistó algunos seguidores más entre los que fueron a ver a Júpiter sin conocer apenas (o nada) a este joven grupo. Esa es la función de un telonero, algo que a veces parece que se olvida. Desde aquí recomendamos, como siempre, prestar atención a esos grupos que abren cartel y que a veces suponen un descubrimiento y una sorpresa agradable, como fue este caso.

Tras los necesarios minutos para preparar el escenario, las luces se apagaron y los componentes de Júpiter entraron en escena. Estaba anunciado que en el concierto participarían los dos baterías que Júpiter tuvo en su etapa ochentera, Juanje García y Carlos León, que grabaron el primer y segundo disco, respectivamente. Estaba pensado que los dos baterías, cada uno con su set en el escenario, se repartieran los temas del concierto, pero la primera sorpresa es que el concierto se abrió con una espectacular introducción a dos baterías en la que ambos músicos mostraron estar muy compenetrados. Aquellos que hayáis tenido la oportunidad de ver en directo a Genesis os sonará que Phil Collins y Chester Thompson hacían algo similar.

Tras esta intro tan espectacular, Carlos León abandonó el escenario para dejar sólo como batería a Juanje García. El resto de miembros de Júpiter ya estaban en escena. En el centro el vocalista Narciso López-Tenorio, con una chupa de flecos ochentera similar a la que yo desempolvé para el concierto. Flanqueándole, los dos miembros no originales del grupo, Javier Mira y Alex Morell. En un lateral el excepcional teclista José Barta, una de las leyendas de su instrumento en el rock nacional. Y en el otro lateral, Sara Menaceur y Lucía Briss, dos coristas pertenecientes a la Escuela de Narciso y que pusieron la guinda al sonido del grupo.

Arrancaron con “Esta es tu noche” entre la algarabía de los presentes, contentos por tener por fin a Júpiter en acción después de 30 años. El sonido, con algo más de potencia que con Ignis Ánima, sin embargo estaba algo embarullado, con la guitarra demasiado alta en la mezcla en detrimento de los teclados, que salían perdiendo.

Continuaron con “Prisionero de la noche”, durante la cual los problemas de sonido se fueron solucionando, aunque Narciso seguía peleándose con sus “in ear” (auriculares que sustituyen a los monitores), algo que le persiguió durante buen rato.

Tras estos dos primeros temas casi de calentamiento, la banda echó toda la carne en el asador enlazando los temas más reconocidos de su trayectoria. “Entre sábanas” fue recibido con entusiasmo por el público, que la cantó de principio a fin con pasión. En directo, Júpiter suena sorprendentemente duro y contundente, en especial para quien esperara un sonido parecido al de sus discos. Buena parte de culpa en esta contundencia es de Javier Mira y Alex Morell, quienes aportaron mucha energía en todo el concierto.

“Destrozado por tu pasión” fue recibida con igual entusiasmo. Los problemas de sonido habían desaparecido casi por completo y parece que Narciso había hecho las paces con sus auriculares. Si bien musicalmente el grupo sonaba duro y contundente, su presencia escénica aportaba poco movimiento, en especial Narciso, concentrado más en cantar con soltura que en moverse mucho por el escenario. En la otra cara de la moneda, Javier Mira estuvo todo el concierto bromeando y haciéndose dueño del escenario, siendo el foco de la mayoría de las miradas en el concierto. Algo parecido se puede decir de ambas coristas, Sara y Lucía, quienes desde su atalaya lateral bailaban con energía y con sus voces daban mucho color a un Narciso que vocalmente estuvo impecable.

“Pagarás mi amor” comenzó con unos teclados inmensos de José Barta, crucial en el sonido de Júpiter. Fue el primero de los temas recogidos en lo que fue el segundo disco de Júpiter, “Radio Rock n Roll”, y por ello menos conocidos al ser un disco que pasó injustamente más desapercibido en su día.

Todo lo contrario sucedió con “Suspenso en amor”, el hit por excelencia de Júpiter, que en directo sonó con mucha caña, infinitamente más duro que en el disco. José Barta hizo una imponente introducción a los teclados antes de arrancar con el conocido riff que arranca el tema. Me extraño su posición en el set-list, me la hubiera esperado para abrir o cerrar el concierto, pero sin duda levantó al público en volandas, que mostró sabérsela de memoria al cantarla por completo con total entrega.

La lista de invitados era tan extensa que había que empezar pronto. La primera fue Gaby de Val. Nunca he escondido mi debilidad por esta cantante y su interpretación en “Juégatela” sólo reafirma aún más mi opinión. En un tono que no la favorecía, Gaby lo bordó, tanto a nivel vocal como con su elegancia en el escenario.

Gaby de Val se despidió (temporalmente, luego volvería) y la banda tocó “Perros de presa” antes de presentar a los siguientes invitados. Estos fueron ni más ni menos que Ángel Arias (antiguo compañero de José Barta, Narciso y el fallecido Javier Ponce, en Goliath), Carlos de Castro (quien produjo de su primera maqueta) y Óscar Sancho. Mucha historia en estos tres reconocidos músicos. Antes de tocar el tema asignado, Óscar nos recordó que ese día era el cumpleaños de José Barta y nos animó a cantarle el “Cumpleaños feliz”, cosa que evidentemente hicimos. Barta agradeció el gesto con una sonrisa y una mirada hacia Óscar en la que se leía “yo te mato”.

Aplausos y risas y, ahora sí, con los tres invitados sonó de forma muy contundente “La fuerza del rock”, tema perteneciente a Goliath, elegido como homenaje a Javier Ponce y que Óscar Sancho ya había versionado con sus Lujuria. El tema sonó con fuerza inusitada y con el lujo de la participación de Ángel Arias al bajo y Carlos de Castro a la guitarra, con Óscar erigiéndose en protagonista.

Una ovación despidió a los invitados, quienes desaparecieron del escenario junto al resto de Júpiter, excepto José Barta, quien dedicó unas bonitas palabras de recuerdo a algunos de los fallecidos más ilustres del rock español: Pachi Escolano (Casablanca), Chiqui Mariscal y Tony Urbano (los dos bajistas de Leño), Víctor Ruíz y Terry Barrios (teclista y batería de Topo), Azucena Dorado (Santa), además del locutor radiofónico y productor ejecutivo de Júpiter, Mariano García. Y por supuesto, Javier Ponce. A todos ellos dedicó una emocionante “Una copa por un viejo amigo” de Ñu, sólo a piano y voz, demostrando que además de un grandísimo teclista, José Barta es un muy competente cantante. Los coros los hicimos todos los presentes en el público, con una emoción que nos puso la piel de gallina.

Continuando con la parte más tierna y emotiva del concierto, el resto de Júpiter volvió al escenario para hacer “Vuelve”, una balada que se lastimosamente quedó fuera de su segundo disco. A su término, Narciso sacó al escenario a Fernando, hijo de Javier Ponce, quien era un tierno infante cuando murió su padre. Con ello, Narciso quiso mostrarle el cariño con el que el público de Júpiter recuerda al desaparecido guitarrista. Por cierto, como bonito detalle, la guitarra de Javier Ponce presidió todo el concierto desde el centro del escenario.

Para completar el momento emotivo, siguieron con “Siempre junto a mi”, balada incluida en el primer disco de Júpiter, mientras en la pantalla de vídeo se sucedían fotos de Javier Ponce. Tras la primera parte únicamente a piano y voz, a la mitad de tema el resto del grupo entró como una tromba, dándole toda la emoción requerida. En este tema participó Fernando Mainer, actual bajista de Mago de Oz

Con un nudo en la garganta en los músicos (y en el público), se dio por cerrado este capítulo tan emotivo para continuar con el concierto. Para ello dieron entrada a otra de las invitadas de la noche, Bárbara Black, para hacer una versión de “Diamond And Rust”, tema original de Joan Baez que popularizó Judas Priest y que Narciso cantó en el disco de versiones “Coverdrive” de Javier Mira. El resultado fue fantástico, con la potente voz de Bárbara combinándose con la de Narciso y la guitarra omnipresente de Javier Mira. A partir de este momento se produjo un cambio en la batería, siendo Carlos León quien se encargaría de los tambores el resto del concierto, pasando Juanje eventualmente como segundo guitarrista.

Bárbara Black fue despedida con una ovación y tanto ella como Narciso desaparecieron del escenario para dejar a la banda en modo instrumental y tocar así “La Bella y la Bestia”, perteneciente al disco “Arañando mi corazón” de Javier Mira, en el que el veterano guitarrista hizo una gran demostración de su talento, incluyendo además el uso de un talk-box.

De nuevo con la banda al completo en el escenario dieron paso a un nuevo invitado en la persona de Julio Castejón, con quien hicieron “El planeta encantado”. Julio estuvo muy animado, aunque se le veía un poco fuera de lugar.

Ya sin invitados, la banda enlazó “Amante del rock” con “Insocial”, para después desaparecer Narciso del escenario y dejar que el grupo nos regalara un tema instrumental que incluyó un atractivo duelo entre Javier Mira y José Barta, terminando con un pequeño solo de bajo de Alex Morell.

Este interludio instrumental dio un respiro a Narciso, quien volvió imponente para ofrecernos una contundente versión de “Deudas”, con la que empezaban a enfilar el final del concierto y en el que Carlos León mostró tener más pegada y empuje que Juanje García a la batería. A mi al menos me gustó bastante más.

El final del concierto llegó con “Voy a por ti”, una aplastante “Córtate” en la que la voz de Narciso estuvo intensamente apoyada por las dos coristas y el vozarrón de José Barta. El colofón llegó con “Chica de fuego”, con el que el grupo se despidió, aunque todos sabíamos que la noche no iba a acabar ahí.

Efectivamente, tras unos minutos de reclamo la banda volvió para hacer unos bises que quedaron para la historia. Primero arrancaron con Radio Rock ‘ n Roll”, el tema más reconocido de lo que fue su segundo disco. El tema sonó contundente, mucho más duro que en el disco y algo más rápido, liderado por los teclados de José Barta. A su término, Narciso solicitó la presencia de todos los invitados al concierto, con los que se cerró el concierto a lo grande con la sobredosis de energía de “Rock ‘n Roll” (de su segundo disco), que terminaron enlazando con el clásico “Long Live Rock & Roll” de Rainbow, a dos baterías y con las estrofas repartidas entre Bárbara Black y Gaby de Val.

Un concierto único e inolvidable. Sería una pena que Júpiter volviera a desaparecer después del estado de forma que demostraron en La Riviera. Un grupo que en directo muestra la contundencia que no pudo demostrar en disco y que tiene un puñado de canciones que son parte de la historia de quienes vivimos aquella época.

Texto y fotos: Santi Fernández “Shan Tee”