31 de octubre de 2018, día de estreno para la “Bohemian Rhapsody”. Una película que se presentaba con una buena promoción por parte de los medios y que me hacía mucha ilusión ver por cómo se trataría el guión de una de las bandas más legendarias de la historia del Rock.

Pues bien, estas cosas hay que verlas en pantalla grande y sobre todo sacar tus propias conclusiones pese a lo que días antes ya se había encargado de argumentar la crítica “divina”.

La entrada al cine ya presagia que se van a vivir momentos muy especiales, el sonido de fondo es uno de los directos de Queen en Wembley, hasta que tomas asiento y te dispones a ver atentamente la película.

Todo gira en torno a una canción que pocos entendían, cuyas palabras nadie conocía y cuya grabación llevó casi a la desesperación de todos. Así se presenta “Bohemian Rhapsody”, como la personalidad de la banda que marcó un antes y un después en la música y en la vida de muchos de nosotros.

Métodos caseros y rudimentarios junto a largas horas de trabajo dieron a este tema el lugar que le correspondía. Freddie Mercury confiaba en el tema y tanto fue así que a pesar de que uno de los productores de mayor renombre del país rechazó la idea, Queen la persiguió hasta tal punto de convertirla en un himno de más de seis minutos de duración, algo impensable para “colar” este tema en la radio.

El filme repasa la historia de un grupo que se conforma con lo que tiene cuando los miembros son adolescentes llenos de complejos y tocan en pequeños locales para empezar a hacerse escuchar.

Sin embargo, lo extraordinario es el reparto, la puesta en escena, la mezcla de simulación de documental y espectáculo puro y duro, el vestuario y su “sonoridad”. El protagonista es Freddie Mercury, y todo gira principalmente hacia su figura y hacia su fuerte carácter. Su perseverancia, extravagancia y su pasión por hacer las cosas han sido solo algunas de las características que el actor que interpreta a Mercury, Rami Malek, realiza como si hubiera nacido con ellas sin adornos ni imitaciones, una interpretación bestial. El resto de la banda. Ben Hardy (Roger Taylor), Joseph Mazzello (John Deacon) y Gwilym Lee (Bryan May) logran atrapar y transmitir al público el carácter de Queen, además de disponer de una caracterización tremenda, casi en formato original.

La película es un claro homenaje a la música, detrás de cada canción, el significado de cada letra y cómo te pone la piel de gallina al ver cómo alguien con una mirada transmite cómo se siente al escuchar a millones de espectadores cantar una canción suya.

La película acaba por donde empieza, sobre una actuación de 20 minutos en el estadio de Wembley dentro del Festival “Live Aid” el 13 de julio de 1985 que fue visto por más de 3.000 millones de personas en todo el mundo, se retransmitió en 72 países, y todo para recaudar 100 millones de dólares para Etiopía y Somalia. Una actuación que estuvo a punto de no celebrarse porque Queen se encontraba en su peor momento, pero la vuelta a la realidad de Mercury logró que May, Taylor y Deacon volvieran a creer en la música y marcar un antes y un después en la historia.

Las drogas, los excesos y el descontrol también protagonizan parte de la historia y de la vida de Freddie, una vida que en un momento muy circunstancial lo arrastró casi al borde del abismo. Por suerte, eso se pudo corregir y Mercury recuperó la cordura y logró darse cuenta de que su familia era Queen.

Sobre la enfermedad se pasa superficialmente, algo que me alegró, porque la película podría haberse convertido en un verdadero drama, en mi opinión, la banda junto con la dirección de esta grabación plasma en las 2 horas y 14 minutos de duración una historia rápida que incide en momentos íntimos y principales en la historia de Queen, destacando el personaje principal que es Freddy y que para los fans de la música y de la banda les hará pasar un rato muy agradable, rápido y cargado de mucho sentimiento en lo musical y en lo personal, porque todos recordaremos muchos momentos de nuestra vida y como nos marcó una banda enorme como lo fue Queen.

Tristemente todo se apagó (o casi todo) aquel fatídico 24 de noviembre de 1991.

Película recomendada si lo que buscas es esto que te cuento, para rodar una biografía de la banda lo propio sería un documental. Esto, no lo olvidemos, se trata de una película.

Texto: Carlos Guillén Arribas “DIOforever”