ESCLAVITUD “Return to Eden” (2017)

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En los 20 años de historia que acompañan a Esclavitud, cada paso ha sido dado con calma y sin precipitación, como así demuestra el espacio transcurrido entre cada uno de sus discos. Así, siendo su debut “Condenados al Paraíso” (2001) al que siguió “Involución” (2007), han pasado otros 10 años para tener entre las manos el tercer trabajo discográfico de estos tinerfeños.

Una década completa da para mucho, y los Esclavitud que nos encontramos en este “Return to Eden” difieren mucho de su trayectoria anterior. Lo más llamativo es, sin duda, el cambio de vocalista, ya que el año pasado su cantante hasta entonces Adrián Lugo abandonó la banda, siendo sustituido por un veterano vocalista llamado Marc Quee, proveniente de la formación francesa Attentat Rock. Esta sustitución en el puesto de cantante, además, conlleva el cambio de idioma utilizado en los temas, siendo ahora todos los temas en inglés, en contraposición del castellano utilizado hasta la fecha en la carrera de Esclavitud.

El resto de componentes del grupo permanecen inalterados, con la guitarra de Alex Guerra y la base rítmica formada por el bajo de Ramón Cebrián y la batería de Mauro Martín, quienes son el hilo conductor en la carrera de esta banda de la localidad tinerfeña de La Laguna.

La evolución en Esclavitud que nos encontramos en este disco no se queda en el cambio de vocalista y de idioma, ni mucho menos. “Return to Eden” también supone un cambio estilístico, no tan brusco como en el caso del cantante, pero sí una evolución desde el heavy metal hacia el metal progresivo, aumentando la complejidad de los temas a costa de una menor fiereza. Este giro al metal progresivo ya se había vislumbrado en el anterior trabajo, “Involución”, pero ahora se muestra de forma mucho más clara.

El disco contiene 9 temas en el que sólo “No More Lies” tiene una duración inferior a los 5 minutos, superando el resto con generosidad los 6 minutos, hasta llegar a los 9:25 del tema que da nombre al disco. Esta amplia extensión generalizada permite a la banda explayarse en pasajes instrumentales, cediendo gran parte del protagonismo al guitarrista Alex Guerra, el elemento más destacado del grupo, sin desmerecer el buen trabajo de bajo y batería, siempre en su sitio y mostrando una excelente técnica en ambos casos, ofreciendo el sustento necesario para el lucimiento de sus compañeros. En general, y salvando las distancias, Esclavitud recuerda en ocasiones a los discos más recientes de Iron Maiden, como en el single “How I Wish”

Superado un número aceptable de escuchas, la conclusión a la que llego es que el disco no me termina de enganchar. Si bien la parte instrumental está bien trabajada, los temas suenan demasiado repetitivos, sin que encontremos entre ellos demasiados elementos diferenciadores. Vamos, que suenan todos a lo mismo, sin llegar a atraparme. Es el riesgo que se corre al componer temas tan largos y del que Esclavitud no ha podido escapar. Este defecto, liviano en la parte instrumental, se torna más acusado en la parte vocal, ya que las melodías de los temas necesitarían de mayor trabajo o mayor inspiración (quizás las dos cosas). Marc Quee posee una voz aceptable, que aprovecha sin cometer el error de salirse de su tesitura, gracias a su experiencia, algo que le deja en buen lugar. El problema reside, no obstante, en la falta de gancho de las melodías, cayendo en la monotonía en demasiadas ocasiones.

Además de “How I Wish”, punta de lanza de este trabajo, en el disco encontramos algún tema atractivo como “To Say Goodbye”, más tranquilo y melódico, en el que Marc Quee muestra que también puede modular con buen gusto y suavidad. Mención especial merece “Return To Eden”, tema que da nombre al disco y que cierra el trabajo, una larga suite cercana a los 10 minutos en donde encontramos gran parte de las virtudes del metal progresivo que Esclavitud practica en la actualidad, combinando pasajes heavies con otros más suaves, dejando espacio (el metraje lo permite) para desarrollos instrumentales, cambios de ritmo y de intensidad, con una guitarra muy inspirada y una instrumentación en general bastante acertada y, sobre ello, la voz de Marc Quee liderando esta composición. De lo mejorcito de este trabajo.

El resto del disco pasa sin pena ni gloria, no suena mal pero le falta ese punch que nos reitere las ganas de pinchar el CD de nuevo. Desde aquí les animamos a potenciar sus virtudes y limar sus defectos para que su siguiente trabajo sea el definitivo que les dé el espaldarazo en el mercado nacional.

Santi Fernández “Shan Tee”