En la primera mitad de los ’80, el hard rock y heavy metal en España gozaban de buena salud. Al menos, no estaba en el estado semicomatoso en el que está actualmente. Barón Rojo y Obús habían liderado lo que luego se quiso llamar “La Nueva Ola del Heavy Metal español”, imitando la definición de la NWOBHM. A su estela, otros grupos como Ángeles del Infierno, Barricada, Pánzer o Santa, a los que hay que sumar la etapa más hard de Asfalto (con Miguel Oñate), Topo y quizás los mejores años de Ñu, conformaron una escena rica en talento y rentable en cuanto a ventas de discos y asistencia a conciertos. Los años dorados que tanto echamos de menos.
Uno de esos grupos era Banzai. Nacidos de la mano de Salvador Domínguez, su primer disco caló con fuerza en todos los aficionados. Para su segundo trabajo, “Duro y potente” (1984), Salvador cambió a casi toda la formación. Únicamente Tibu (bajo) continuó, refundándose el grupo con dos grandes músicos catalanes: El batería David Biosca y el cantante José Antonio Manzano. Con ellos, Banzai dejaba el hard rock urbano de su debut para tener una concepción más acorde con la época, tanto musicalmente como a nivel de imagen.
En las últimas semanas de la grabación de “Duro y potente”, Salvador decidió incluir en el grupo al argentino Danny Peyronel como teclista. Sin ser un músico sobresaliente, se había hecho un nombre al pasar por las filas de UFO, con quienes grabó el disco “No Heavy Petting” (1976). Después se había dedicado más a la producción y composición para otros artistas, dando el pelotazo al componer el gran éxito de Meat Loaf “Midnight At The Lost And Found”, incluido en el disco del mismo nombre.
“Duro y potente” estaba ya grabado, así que Danny Peyronel se limitó a incluir algunas pistas de teclados en alguno de los temas y, eso sí, participar en la exitosa gira posterior de Banzai.
Durante dicha gira, Danny Peyronel vio la oportunidad de construir una nueva banda con la que intentar el asalto internacional. En aquellos momentos, Salvador Domínguez era uno de los guitarristas referentes en España, y su talento era un valor enorme sobre el que Peyronel quería basar el nuevo grupo. El resto lo harían los muchos contactos que Peyronel tenía en el mundo del rock, lo que les abrirían muchas puertas.
Danny Peyronel convenció a Salvador Domínguez para deshacer Banzai en su mejor momento y ponerse manos a la obra con el nuevo grupo. Por supuesto, Salvador sería el guitarrista y Danny Peyronel se dedicaría a cantar, además de apoyar con los teclados. El bajista sería Ralph Hood, músico británico conocido por su pertenencia al grupo Grand Prix, con quien grabó sus tres discos: “Grand Prix” (1980), “There For None To See” (1982) y el fantástico “Samurai” (1983). Para el puesto de batería, Danny llamó a su hermano Michel Peyronel, excelente instrumentista que había formado parte de Riff, uno de los grupos más importantes de Argentina, con quienes grabó sus 5 discos de estudio.
Presentarse con una temática concreta era algo relativamente común en la época. Había grupos con aspecto desde vikingo a futurista, pasando por el antiguo Egipto. Por ello se eligió una temática tribal, con vestuarios y atrezzo inspirados en las tribus africanas. El nombre elegido fue “Tarzán”, en consonancia con la temática. Por problemas de derechos tuvieron que cambiarlo a “Tarzen”, que fonéticamente sonaba igual para el mercado anglosajón.
Pronto grabaron el primer disco, llamado también “Tarzen”. En él podemos disfrutar de un estilo directo, básico y contundente. La base rítmica formada por Michel Peyronel y Ralph Hood es un cañón sobre el que se soporta todo el peso del estilo emocional de la banda. Sobre ellos, Salvador Domínguez, quizás en el mejor momento de su carrera, brilla en cada tema, en cada solo, a un nivel espectacular. La voz de Danny Peyronel es agresiva, aguda y rota. Parece al borde del desastre, pero se mantienen en el alambre todo el disco. Sus toques de teclado son testimoniales y apenas aparecen en el disco.
El disco se abre con “Taboo”, uno de los mejores temas de esta nueva andadura. Directo, demoledor, con una letra con temática tribal, como el resto del disco, en consonancia con la imagen tanto de la portada como de las vestimentas de los músicos. Un cañonazo en toda regla en el que destaca, cómo no, el excelente solo de guitarra de Salvador. El mismo ritmo trepidante lo encontramos en otros temas como la propia “Tarzen” o la vibrante “Tribal Man” que cierra el disco.
Sin dejar el estilo directo que domina en todo momento, otros temas son menos vertiginosos. Entre ellos destaca sobre todo “Pack Rules”, elegido como single y que recuerda mucho a AC/DC. De nuevo, con otro brillante solo de Salvador Domínguez, como ocurre en todo el disco. También tenemos el hard rock directo y no exento de melodía de “The Hills Have Eyes”, “Drum Talk” y “Shout That Name”, combinados con los ritmos más básicos y cadenciosos de “Love You Wild” y “Jungle Muscle”.
Tras la edición del disco, los esperados contactos de Danny Peyronel dieron sus frutos: el disco se editó en todo el mundo y consiguieron incluirse como teloneros en la extensa gira que por Estados Unidos darían Twisted Sister presentando “Come Out And Play” y en la que también estaban incluidos Dokken. Una gran oportunidad para mostrarse al mercado americano y, de paso, servir como llamativa promoción en España.
Sin embargo, todo quedó en eso. Ni hubo continuidad ni el éxito esperado, y el desánimo caló en el grupo. Salvador Domínguez abandonó temporalmente el grupo, siendo sustituido por Laurent Archer. Salvador volvió para grabar un segundo disco (“Madrid” – 1989), pero la banda estaba en una clara e imparable cuesta abajo. El abandono definitivo de Salvador fue cubierto por el guitarrista argentino Gady Pampillón, quien apenas pudo certificar el cierre definitivo de Tarzen.
Sin embargo, para todos quedará este primer disco de Tarzen que llenó de ilusión a quienes creímos que, por fin, una banda nacional iba a poder triunfar en el mundo.
Santi Fernández «Shan Tee»