TED NUGENT “Ted Nugent” (1975)

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Ted NugentEn 1975, un alocado guitarrista de Detroit acababa de abandonar un proyecto de rock psicodélico y se disponía a tocar puro y duro rock and roll con una Gibson Byrdland. Le acompañaban el incombustible Derek St. Holmes a la voz, otros músicos más que competentes y, muy posiblemente, el genio de la lámpara que le había concedido el deseo de poder parir uno de los mejores discos de los años ’70 (y esto son palabras mayores). De no haber sido así, no me explico cómo pudo salir un artefacto tan perfecto de esas circunstancias. La magia también tuvo que tener su papel a la fuerza.

Todo esto ocurrió antes de que Ted Nugent se empezara a meter en política, antes de ser presidente de la NRA o de sacar álbumes de dudosa calidad. Curiosamente, los inicios suelen marcar el punto álgido en muchos músicos de rock. Nugent no es ninguna excepción a la regla. En mi opinión, tras la salida de su disco homónimo podría haberse retirado a mucha honra y con la cabeza bien alta. En efecto, el disco no es para menos.

Que nadie espere sofisticación, un sonido revolucionario o una gran influencia: “Ted Nugent” es puro y simple rock and roll, pero de grandísima calidad. Letras cien por cien funcionales, flirteos con el blues, un sonido muy cuidado, temas muy trabajados y un aire sureño que envuelve toda la grabación son las marcas de la casa del álbum. A priori, muchos discos de rock destacan por alguno de estos factores, pero “Ted Nugent” sobresale por encima de los demás porque, sencillamente, es un disco redondo que combina a la perfección todas estas virtudes.

El himno “Strangehold” abre la sesión con un riff titánico y unos efectos de bajo alucinantes. Convertido actualmente en el tema estrella de Nugent, se trata de una pieza lenta tocada con maestría y compuesta con mucha cabeza. Es la única canción del disco que incorpora “algo” de experimentación, y me refiero aquí a los diálogos entre guitarras y a ese bajo distorsionado que se repite hasta la náusea, creando un ambiente tenso y a punto de explotar de nuevo con la vuelta del estribillo. Si todavía no la has escuchado, no sé qué has estado haciendo todos estos años.

“Stormtroopin’” es una patada en el estómago, una canción mucho más directa y que sabe sacar partido de un riff sencillo y unas segundas voces machaconas. Mucho ojo al bajo, a las maracas y a los punteos doblados, otra lección de cómo aliñar un tema de rock and roll de forma desconcertante y efectiva.

Le sigue “Hey Baby”, su perfecto contrapunto. Se trata de un tema suave y sedoso construido sobre un ritmo muy bailable de R&B, con un órgano en un segundo plano y un bajo que vuelve a destacar cuando nos despistamos. Un rock and roll “de toda la vida” reescrito y rehecho con el sonido de los ’70. Una delicia.

Con “Just What The Doctor Ordered” la cosa se pone seria. Piano, un bajo psicodélico, un riff majestuoso y la voz de Holmes conduciendo los altibajos. Este tema solía desmadrarse mucho en directo, pero su versión de estudio, bastante más suave, brilla por su buen gusto. Huelga decir que, como su mismo nombre indica, la canción (¡el disco entero!) debería venir con receta para sustituir al Prozac y administrarse en casos agudos de mal gusto musical.

Con todo, mi tema favorito del disco es “Snakeskin Cowboys”, con un riff desafiante que desprende chulería a más no poder. Holmes canta aquí de forma más rasgada y endurece el sonido de la banda, que hasta el momento parecía tocar un blues de honky-tonk electrificado. Ahora, por el contrario, la influencia del hard rock se hace más patente que nunca.

El tema más rápido y alocado es “Motor City Madhouse”, con Nugent a la voz y una base rítmica que rezuma adrenalina. Los coros finales son para quitarse el sombrero, una forma magnífica de acabar la canción. Gran parte de la carrera posterior de Nugent (“Free For All”, de 1976), seguirían con la senda abierta por este tema. Puro descontrol tocado con maestría.

“Where Have You Been All My Life” es un tema bastante más tradicional, con buenos desarrollos instrumentales y que apuesta por incidir en la melodía. Junto con “You Make Me Feel Right At Home”, muy tranquila y donde brilla un vibráfono muy discreto, nos brinda unos momentos de calma y tranquilidad antes del final de fiesta.

En efecto, “Queen Of The Forest” es la mejor manera de cerrar un disco perfecto. Un tema potentísimo donde toda la banda puede lucirse como toca. Un estribillo pegadizo, solos antológicos y un bajo frenético cierran el episodio más memorable que Nugent ha escrito y escribirá en el gran libro de la música. En definitiva, porque “Ted Nugent” es una auténtica joya, no lo dudéis.

Jaume “MrBison”