Si algo caracterizó al rock en la segunda mitad de los ’80 fue su bifurcación en dos estilos opuestos. Parecía que todas las bandas, sobre todo las emergentes, debían elegir entre endurecer su propuesta, dotando de más rapidez y agresividad a su música, o darle más importancia a la melodía y con un punto más de comercialidad. Incluso a nivel visual, por un lado el negro riguroso y las tachas sobre el cuero se oponían a las ropas coloridas, los teñidos, los cardados y la sobredosis de laca. Esta dualidad, que afectó a bandas de todo el planeta, también tuvo su espejo en la realidad del rock en España.
Si consideramos como primera hornada a aquellos grupos que aparecieron en los ’70 (Ñu, Coz, Leño, Asfalto, Topo, Bloque…) y como segunda ola a los que nacieron y se comieron el mercado en la primera mitad de los ’80 (Barón Rojo, Obús, Pánzer, Ángeles del Infierno…), esta tercera generación de grupos se dividía entre los sonidos más duros del heavy metal, thrash y similares y aquellos dirigidos al rock melódico. Entre los primeros destacaron Muro, Crom, Fuck Off, Legion, etc., siendo abanderados de la opción opuesta Sangre Azul y Niágara, sobre todo. Tras ellos, muchos otros grupos siguieron su camino a cierta distancia, con un éxito menor pero con las mismas intenciones. Entre ellos, bandas con un cierto nombre como Danger, Yin Yang, Hiroshima… y Tokio.
Tokio eran de Pinto (Madrid), como Sangre Azul. Y aunque nunca llegaron a su nivel, el público que les seguía era el mismo. Durante años no dejaron de intentarlo, y rozaron las mieles del éxito cuando consiguieron vencer en un mismo año (1989) en los concursos Villa de Madrid y Villa de Bilbao. Desgraciadamente, la repercusión de estos concursos municipales ya había decaído, y aunque supuso un empujón para su carrera (tanto económico como de popularidad), no fue nada definitivo. Tokio editaron un solo disco (“Triangles” – 1989), cantado íntegramente en inglés.
A pesar de sonar regularmente en las radios de la época y empezar a labrarse un nombre, el cambio de década trajo la decadencia al rock nacional, y esta cuesta abajo hizo abandonar a muchos grupos que no veían salida posible. Tokio fue uno de ellos, ya que cuando en 1991 Manuel Escudero, su cantante, decidió dedicar su tiempo a otra actividad más lucrativa, el resto del grupo no quiso continuar sin él.
Pasaron 22 años sin noticias del grupo, hasta que en 2013 y al abrigo de las redes sociales, aquellos jóvenes músicos, hoy ya más maduros, decidieron darse una nueva oportunidad. La consecuencia es este EP, “Gen Egoísta”, en el que retoman el camino en un punto similar al que lo dejaron, casi un cuarto de siglo después.
Los Tokio de la actualidad mantienen a 3 de los componentes históricos de la banda: Manuel Escudero (voz), Juan Carlos Martín (guitarra) y Alberto Fernández (teclados), a los que se les une una base rítmica nueva: Julio Bajo (bajo) y Lolo Quintanar (batería).
El EP contiene 5 temas más una introducción, con el mismo hard rock melódico ochentero de su primera etapa aunque con diferencias apreciables. Por un lado, ahora los temas son cantados en castellano, a excepción de la balada “When I dream”. Por otro, a pesar de que los nuevos temas siguen siendo frescos y divertidos, la temática de las letras ahora es mucho más comprometida, en especial “Ladrones de sueños” y la propia “Gen egoísta”, un alegato en contra del hambre infantil en el mundo.
Musicalmente, la banda está en forma, en especial su cantante Manuel Escudero, el elemento más destacado del grupo, ayudado también por una producción que deja la voz en un primer plano. La parte instrumental tampoco se queda atrás, con una base rítmica con fuerza que evita que los temas se edulcoren demasiado y con los teclados de Alberto Fernández dando el toque de clase. Únicamente la guitarra de Juan Carlos Martín ha quedado un poco floja en la mezcla en su parte rítmica, sonando con más brillantez en los solos, cortos pero eficaces.
Entre los temas del EP me quedo con “Triste marioneta”, elegante y directo, de los que se quedan a la primera. También destacan “Encadenado a ti”, puramente rock melódico pegadizo agradable al oído, y “Gen egoísta”, todo un himno con el que cierran el disco, con Manuel Escudero y Juan Carlos Martín en estado de gracia, por la buena voz del primero y el excelente solo de guitarra del segundo.
Los que seguimos en su momento la escena del hard rock melódico de finales de los ’80 estamos de enhorabuena ante este tipo de bandas. Seguramente un EP se hace corto tras dos décadas y media de silencio, espero que este “Gen egoísta” no sea flor de un día y que podamos disfrutar de Tokio en los próximos años, tanto con nuevos temas como sobre un escenario.
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Santi Fernández «Shan Tee»