Especial Mujeres en el Rock

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El presente especial es el primero de toda una serie que se irá publicando con regularidad en esta misma web, en la que se propone un recorrido histórico por el rock en base a un fenómeno concreto. Para ello se toma como guión un listado de canciones dispuestas en orden cronológico y que presenten algún elemento en común. Ese listado servirá para ilustrar la evolución del rock según la óptica de cada especial:

  1. Jan Smith – “It’d Surprise You” (1956) http://youtu.be/uxXDeDyoklE
  2. Janis Martin – “Hard Times Ahead” (1960) http://youtu.be/oj51tAoM5Ag
  3. Wanda Jackson – “Let’s Have a Party” (1960) http://youtu.be/ip_rNAASt6I
  4. Bob and Lucille – “Eeny-Meeny-Miney-Moe” (1962) http://youtu.be/u1T0pkSWQ7Q
  5. Gloria Jones – “Tainted Love” (1964) http://youtu.be/LSv9LOMDhbU
  6. Fontella Bass – “Rescue Me” (1965) http://youtu.be/S9mp3s2gpy8
  7. Janis Joplin – “Cry Baby” (1971) http://youtu.be/eDIaDS9HhMw
  8. Maggie Bell – “After Midnight” (1974) http://youtu.be/1wy13UGioRk
  9. Nico – “The End” (1974) http://youtu.be/NGnwRnvnJdI
  10. Patti Smith – “Gloria” (1975) http://youtu.be/xxygqSTO1lQ
  11. Heart – “Barracuda” (1977) http://youtu.be/s4nWy8pmIM4
  12. Girlschool – “C’mon Let’s Go” (1981) http://youtu.be/I5EZkSeiIVs
  13. Aretha Franklin – “Jumpin’ Jack Flash” (1986) http://youtu.be/dQkrLpwj1vk
  14. Sonic Youth – “Kool Thing” (1990) http://youtu.be/SDTSUwIZdMk
  15. L7 – “Pretend We’re Dead” (1992) http://youtu.be/NAdlZ2F-fs8
  16. The Bellrays – “Tell the Lie” (2006) http://youtu.be/7s0dlpa6Ry0
  17. Imelda May – “Johnny Got a Boom Boom” (2009) http://youtu.be/HLzZUiwGi_k

 

La cultura o el arte, en cualquiera de sus formas, requiere un mínimo de bienestar social para poder aflorar, madurar y difundirse. Uno no pinta cuadros si tiene que trabajar, y nadie ahorra para una guitarra si no tiene dinero para comer. Así, no es ninguna novedad afirmar que el rock and roll debe su existencia a un clima más o menos favorable y propicio para las clases medias del primer mundo a mediados de siglo XX. Una relativa paz en Occidente y un buen momento económico en Estados Unidos fueron clave para que la juventud (especialmente la juventud masculina, blanca y con cierto estatus social) fuera víctima de una nueva moda. En los años cincuenta americanos, el jazz y el blues todavía eran ajenos a los intelectuales blancos, y las baladas country de las salas de baile empezaban a perder al público joven. El rhythm and blues negro comenzaba a desmadrarse, a superar las fronteras raciales y a inspirar a los músicos blancos que, solamente por su color de piel, lo tendrían mucho más fácil para llegar al estrellato radiofónico. En definitiva, una serie de factores económicos, sociales y tecnológicos se dieron la mano hace sesenta años para que naciera el estilo de música más genuino del siglo XX. En 1956, el rock and roll ya era un ocio juvenil incipiente y no tardaría en despegar más allá del Atlántico.

Para ello era necesario el éxito de alguien como Elvis. Sin embargo, antes de que la ciudad de Memphis se hiciera famosa junto con Sun Studio y su estrella por excelencia, el rock and roll blanco se grababa en diversas ciudades del sur estadounidense. Una de ellas era Nashville, hogar del hillbilly a finales de los años ’40, con sellos como Republic, Tennessee o Bullet. Fue después de que éste último cerrara sus puertas que algunos de sus antiguos trabajadores fundaron Delta Records, con quien nuestra primera rockera grabó su single antes de desaparecer por completo del mundo de la música. Jan Smith y su “It’d Surprise You” datan de los mismísimos años en que nació el rock (1954-1956), género cuya paternidad suele atribuirse a aquel gastado single de Bill Haley. Este primer tema es un rockabilly con un ritmo bluesero y pausado, más próximo a las baladas de country and western que al rhythm and blues, pero con un sorprendente protagonismo de la guitarra eléctrica.

reportaje_mujeres1¿Qué convierte este tema en especial, más allá de su fecha? Se trata de una canción de amor compuesta por un productor tejano (Gabe Tucker) e interpretada por una voz femenina (y suponemos que también blanca). La música popular de América anterior al rock contaba con bastantes artistas femeninas (“Big Mama” Thornton y Damita Jo son buenos ejemplos), en su mayoría venidas del mundo del jazz y cuya función era siempre cantar. La imagen que desprendían estas cantantes era acorde con la conservadora sociedad americana de los años ‘50: estas chicas siempre cantaban sobre amor, y su música estaba pensada para los oyentes masculinos. Pero a finales de los años ‘50, el rock and roll surge como un nuevo estilo en el que la guitarra cobra mucho protagonismo, desplazando así a estas cantantes de jazz descafeinado y más accesible para el público blanco. El rhythm and blues le ha ganado la batalla al country and western, y el nuevo estilo del rock se asocia a la rebeldía y a la potencia más que a la elegancia y la suavidad. Este tema de 1956 tiene elementos de rock en su ritmo y su instrumentación, pero esencialmente es una continuación de la tradición de jazz-pop americana de la posguerra: una mujer cantando sobre sentimientos y sin ninguna transgresión social evidente. Todo en orden, nada nuevo. No obstante, lo interesante es que el rock and roll, en muy poco tiempo, conseguiría cambiar algunas actitudes entre la juventud… y las mujeres tomarían parte en este cambio.

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Wanda Jackson

Tan sólo cuatro años después, “Hard Times Ahead” de Janis Martin (“la Elvis femenina”) y muy especialmente “Let’s Have A Party” de Wanda Jackson irrumpen en el mercado en un momento en el que la figura de la mujer rockera empieza a ser aceptada. Estas primeras artistas rompen con la imagen elegante de las cantantes de jazz pop y lo hacen paralelamente a sus compañeros masculinos. En efecto, los gritos rasgados, casi de fumadora compulsiva, de Wanda Jackson y la actitud provocadora de Martin son una muestra de cómo la figura de una estrella femenina y rebelde del rock es ya algo común. Su actitud se construye por imitación de la del estereotipo masculino: estas estrellas se proyectan a sí mismas como unos seres autodestructivos, peligrosos y rebeldes con las viejas generaciones. El público del rock empieza a ser tanto masculino como femenino, y la función de estas nuevas mujeres músicos ya no es únicamente cantar (Martin, por ejemplo, también tocaba la guitarra). En este primer paso, las artistas de rock adoptan la rebeldía masculina en su imagen y su música; son las “chicas malas”, igual que Jerry Lee Lewis o Eddie Cochran eran los “chicos malos”.

En otra línea muy distinta, el single de Bob and Lucille de 1962 ejemplifica a una ingente cantidad de artistas femeninas a medio camino entre el rock y el country, muy populares en las radios americanas hasta los años ’80 que relegaron su creatividad a la música pop (tales como Vicki Lawrence, Juice Newton, etc). Frente al descaro de Wanda Jackson, estas artistas entroncaron con la tradición de country and western blanca y dedicaron su tiempo a un country-pop amable e infantil en muchos casos. Por oposición a esta imagen “congelada” en el tiempo de una artista femenina propia del country, el rock and roll fue evolucionando y modelando la imagen y actitud de sus artistas de ambos sexos.

Gloria Jones

Gloria Jones

El año 1956 ha sacudido el panorama de la música popular para siempre. El rhythm and blues sigue su camino, y aunque cuesta un poco distinguirlo del rock, algunas artistas de lo que no tardaría en llamarse soul se han hecho eco de las nuevas tendencias eléctricas sin perder su feeling característico del ghetto. A principios de los años sesenta se consigue la cuadratura del círculo: combinar la potencia del rock and roll con la elegancia del jazz-pop de finales de los ’40. Los éxitos de Gloria Jones y Fontella Bass así lo ilustran, y tienen además el mérito añadido de provenir de mujeres negras. Su incontestable feeling no es impedimento para que sean temas muy potentes en los que la influencia del rock ya es inevitable. Frente a la travesura inocua de una Nancy Sinatra, las cantantes negras de rhythm and blues/soul de la época suenan vigorosas como un buen rockero y dolidas como el mejor bluesman. El rock ha cambiado para siempre la forma de concebir y entender la música y, más importante aún, a sus músicos.

El polvorín cultural que se estaba gestando en América no tardaría en írseles de las manos a los productores musicales: para 1964, el rock and roll ya no les pertenece. Ha dejado de ser un negocio para convertirse en la voz de una generación. Los Beatles arrasan con todo. Los mediados y finales de los años sesenta son el momento de la moda hippie, la liberación y los movimientos de izquierda estudiantiles; el mismo Elvis no tardaría en visitar al presidente Nixon para intentar remediar la cultura hippie que estaba echando a perder a toda una generación de jóvenes. El rock de mediados de los años sesenta se concibe como una ruptura radical con el de los cincuenta: pelo largo, psicodelia, distorsión o libertad son nuevas incorporaciones para el rock.

Janis Joplin

Janis Joplin

¿Y las mujeres? Janis Joplin marca un antes y un después en la concepción de una estrella femenina del rock. En primer lugar, Joplin entronca musicalmente y líricamente con el legado negro, algo que una artista blanca nunca había hecho hasta el momento; pero además, Joplin manda directo a la basura la imagen de mujer complaciente del jazz pop americano de las décadas pasadas. Joplin ya no es un sex symbol hollywoodiense; es más bien un icono de la libertad, como podía serlo John Lennon. A su vez, su música es desgarradora y supone una prolongación del rhythm and blues femenino de principios de los sesenta que he comentado más arriba. Maggie Bell, su equivalente escocesa, tiene además el plus añadido de triunfar únicamente por su música. En efecto, a principios de los años setenta se ha producido el milagro: se empieza a valorar principalmente la vertiente artística de las mujeres del rock, y no tanto su imagen. Maggie Bell es un claro ejemplo de una artista de rock en la que la imagen es totalmente secundaria, y que consigue colaborar con artistas como Jimmy Page. A su vez, el rock duro incorpora instrumentistas femeninas (Heart), ampliando así la ocupación inicial de la mujer músico, que consistía únicamente en cantar. Más aún, el rock duro de Heart y su álbum debut (“Dreamboat Annie”, 1976) han dado otro giro: la mujer empieza a ser compositora de temas de rock duro. En diez años, las mujeres del rock han pasado de interpretar temas ajenos a componer los propios con un buen resultado comercial.

Patti Smith

Patti Smith

Este último factor queda mejor ilustrado con las mujeres del rock experimental: he seleccionado una versión de Nico del “The End” en la que el blues psicodélico de The Doors cobra un tono oscuro e inquietante. El rock minimalista de Nico, junto con los álbumes vanguardistas de Yoko Ono o las colaboraciones de Jarboe (Swans) en los años ochenta ilustran un rock espeluznante y muy experimental, en el que las artistas usan su imagen para todo lo contrario de seducir al público masculino. En las artistas experimentales se da prioridad a la faceta creativa y compositiva de la música, todo lo opuesto al papel de las artistas en los años ’50-’60. Lo mismo ocurre con el punk nuevayorkense y sus exponentes femeninos, Blondie y Patti Smith, cuya versión del “Gloria” de Van Morrison, junto con el resto de su álbum debut, marca un punto de inflexión en el papel femenino en el rock. Smith es la versión destructiva de una Joplin e inspira a todo el movimiento punk de finales de la década siguiente. Sin embargo, a principios de los años ochenta, un estilo nuevo y revolucionario irrumpe en las emisoras.

Girlschool

Girlschool

En la opinión de un servidor, la eclosión mundial del heavy metal replantea desde la raíz la contribución de las mujeres al rock. El heavy metal británico y americano de principios de los ochenta vuelve a tener un público en su mayoría masculino. La innovación tanto de la psicodelia como del rock experimental queda relegada de la radio y de la MTV, y la contundencia del heavy metal debe ser reinterpretada para incorporar a la parroquia femenina, ya sea en clave de un “pop-metal” (Vixen) francamente obviable, o en un tono provocador, rebelde y muy punkie como el de Girlschool. Curiosamente, la actitud de Girlschool es una recuperación de la actitud de Wanda Jackson y su generación. De nuevo, las artistas femeninas de rock se han topado con una escena esencialmente masculina que, a menudo, vuelve a priorizar la imagen de los grupos; el heavy metal y la importancia colosal que este estilo concede a la estética son el perfecto ejemplo de esto.

Con el heavy metal, el rock ha vuelto a estar “despolitizado” como lo estaba en los ’50, y vive uno de sus momentos de máximo esplendor en el que la rebelión es puramente musical. El heavy metal, a diferencia del rock psicodélico, no viene acompañado de ninguna “ideología” que exceda las fronteras de lo estrictamente musical. Se trata de un estilo de música muy efectista, espectacular y visceral que domina el rock por lo menos hasta 1988; se opone diametralmente a artistas como Madonna o Laura Branigan pero no contempla demasiadas alternativas para captar artistas femeninas.

El otro gran subgénero del rock a principios de los años ochenta resulta algo más atractivo que el heavy metal para muchas artistas. El punk sigue la estela de Patti Smith y cuenta con artistas como Nina Hagen en Europa o Hole en América. Si el heavy metal se oponía a las artistas pop en su música, el punk se les opone en su actitud. La new wave y el post punk mezclan tradiciones dispares –rock y electrónica- y el resultado estrictamente musical cuesta de clasificar como pop o como rock; la diferencia, de nuevo, está en la imagen contestataria del punk que las artistas adoptaron.

Aretha Franklin

Aretha Franklin

A su vez, el rock clásico -o no tan duro- pasa por momentos extraños: sus artistas incorporan sintetizadores y baterías “de plástico” para adaptarse al sonido dominante de la época. Irónicamente, el espíritu rebelde y combativo del rock and roll más primerizo empieza a ser reivindicado y aceptado masivamente por los medios, todo lo contrario de lo que ocurrió en su momento. Así, la tremenda voz de Aretha Franklin se pone al servicio de los Rolling Stones para inmortalizar un rhythm and blues actualizado y con toda una maquinaria mediática detrás que hubiera sido impensable en los años ’60. El rock –o por lo menos, algunos de sus estilos- han adquirido cierto prestigio, y para buscar artistas innovadores y relevantes uno debe sumergirse, a principios de los años ’90, en las profundidades del underground.

Rock y feminismo son dos conceptos que se unirían en esa década y en ese underground. Sonic Youth y su tema estrella, “Kool Thing”, son un gran ejemplo de un rock parcialmente politizado, muy juvenil y rebelde de los pies a la cabeza, que daría pie a toda una generación de rockeras totalmente involucradas en su lucha política. Las letras de Kim Gordon atacan al patriarcado (“Are you gonna liberate us girls from male, white, corporate oppression?”), y la colaboración de Chuck D (Public Enemy) le acaba dando el toque contestatario a la canción que el rock femenino pedía a gritos. De la misma manera, en el mundo incipiente del grunge, las L7 y su “Pretend We’re Dead” empiezan a llevar la iniciativa y a rebelarse de una forma específica, dirigida esta vez a un público básicamente femenino, tarea que será culminada poco después por toda la escena de hardcore punk de Washington (Bikini Kill, Bratmobile, Huggy Bear…), declaradamente politizada y feminista.

Imelda May

Imelda May

¿Y qué hay del presente? Para ilustrar el nuevo milenio he escogido dos artistas cuya incuestionable calidad constituye también una lección de historia. El rock and roll con toques de jazz de Imelda May es una recuperación deliberada de los hitos de Janis Martin a finales de los años ‘50, pero con una diferencia sustancial: nadie compara a Imelda May con un cantante masculino que esté por encima de ella. Junto a este homenaje moderno al rockabilly femenino, el soul-rock de The Bellrays es una revisión del rhythm and blues de los sesenta y sus marginadas heroínas, que lo tuvieron el doble de difícil por ser mujeres y además negras.

Con el presente escrito he querido ir siguiendo, con todos estos ejemplos particulares, la evolución del papel que la música rock cedió a las mujeres desde 1956. Sin pretensiones de hacer un escrito feminista, creo que esta revisión casi histórica es interesante porque ilustra, a su vez, cómo ha ido cambiando la imagen, la actitud, el papel social o incluso el sonido del rock a lo largo de su historia. En este repaso, vemos cómo la imagen y el papel de las mujeres en el rock ha cambiado en cada década; a su vez, la importancia que el rock ha ido dando a la imagen (femenina) ha sido fluctuante. Si el rockabilly encontró en sus pin-ups un modelo de belleza, las artistas de punk se erigieron como un anti-modelo: sin embargo, ambos estilos tienen en común que concedieron una importancia colosal a la imagen. En otros momentos, la imagen ha sido menos relevante; Maggie Bell o Aretha Franklin triunfaron únicamente gracias a su talento.

Lejos de tratarse de un objeto monolítico, la música popular del siglo XX ha sido testigo y también partícipe de todos y cada uno de los cambios de su época; el cambio en el papel de la mujer es uno de ellos que, como he intentado ilustrar, también tuvo un reflejo en la música.

Jaume “MrBison”