QUEENSRYCHE “Queensrÿche” (1983)

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queensryche_queensrycheSi no me equivoco, creo que éste es el primer EP que aparece en nuestra sección de Clásicos. Efectivamente, el disco debut de Queensrÿche consta de tan sólo cuatro temas, pero me parece tan absolutamente perfecto y canónico que he decidido incluirlo en nuestra polvorienta sección de viejas (y más largas) glorias. En las líneas que siguen os intentaré contagiar y justificar mi desmesurada veneración a la primera obra de los de Washington, y finalmente procuraré esclarecer por qué este disco de heavy metal puro y duro se aguanta tan y tan bien treinta años después de su lanzamiento.

Para quien no lo sepa, que todavía habrá alguno, Queensrÿche era una banda americana de heavy metal con tintes progresivos liderada por el guitarrista Chris DeGarmo y cuyo principal sello distintivo era la potentísima voz de Geoff Tate. Tras impresionar a la crítica con el presente EP (véase la reseña de la fotografía), la banda consiguió fichar por EMI y sacar LPs del calibre de “The Warning” (1984) o la obra conceptual “Operation: Mindcrime” (1988), reseñada por estos lares con mucho detalle. Más tarde la banda se fue alejando de los sonidos metálicos; esto, sumado a la decadencia personal y profesional de Tate, llevó a la banda a un estado francamente penoso a todos los niveles, en el que todavía se encuentra a día de hoy.

queensrychePero vamos a olvidarnos de esto por el momento. Ahora nos situamos en 1983: el heavy metal británico pisa muy fuerte y su sorprendente éxito empuja a chavales de otros continentes a imitar el sonido de Judas Priest o de Iron Maiden. Para muestra un botón: cinco chicos de veinte años provenientes del estado de Washington han montado una banda… y sus temas tienen algo mágico. Su potente sonido hunde sus raíces en la NWOBHM, pero sus composiciones fusionan lo que más tarde se llamaría power metal con unos cambios de ritmo y unas armonías clásicas, dotándoles de un grado de elaboración más alto de lo habitual. Este mestizaje sonoro convierte a Queensrÿche en una banda cien por cien ochentera: su rock duro es apocalíptico, espectacular y efectista, muy alejado de la naturalidad de los años setenta, y apuesta por una pirotecnia sonora que es capaz de transmitir el horror fantástico de sus letras.

Y es que además de un sonido propio, Queensrÿche consiguen crear un mundo propio. “Queen of the Reich” y “Nightrider” nos hablan de unas criaturas temibles asociadas a la noche y a la oscuridad. En estas dos canciones, los gritos agudísimos de Tate y los solos agonizantes de DeGarmo nos transmiten el más tremendo de los horrores, musicando así una de las fobias más antiguas de la humanidad: el miedo a los monstruos. Retratar este horror sitúa de lleno a Queensrÿche dentro del abanico mitológico del heavy metal: grupos como Judas Priest usaban constantemente este recurso lírico en los temas acabados en “-er” (“Starbreaker”, “Exciter”, “Jawbreaker”, “Night Crawler”, “Painkiller”…), y Queensrÿche lo continuó usando hasta perfeccionarlo.

En efecto, este canto a las profundidades del ser humano cobra con Queensrÿche un aspecto mucho más vívido y terrorífico. La potencia desatada de Geoff Tate y la inteligencia y buen gusto de DeGarmo se unen para plasmar, en cada uno de los temas, unas fantasías dignas de una buena película de terror. Así, no es casualidad que “Blinded” nos transmita también un pavor enorme, junto con “The Lady Wore Black” y su misticismo oscurantista (por cierto ¿dónde aprendieron esta gente a disparar la intensidad de las canciones con tanta fluidez?).

La producción del EP es cristalina, las letras tienen todas un punto poético innegable, y el sonido acaba siendo más inglés que americano. Las composiciones son cortas y van al grano, y su elaboración no es incompatible con que sean muy pegadizas. Todos estos factores contribuyen al hecho de que este EP se aguante excepcionalmente bien, videoclips aparte: en él, Queensrÿche vieron -como nadie más lo hizo- que el heavy metal era un estilo idóneo para comunicar el terror de una forma impactante. Los de Washington dieron en 1983 con un aspecto fundamental del heavy metal: su capacidad para expresar emociones que no se habían podido expresar con música hasta aquel momento. Usaron la novedad, un nuevo estilo de música, para conectar con algo mucho más primigenio. Personalmente, tengo la impresión de que, mientras nos guste el heavy metal, nos gustará el primer EP de Queensrÿche. Y recordad, amigos: beware of the night… oh God, beware of the night!

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Jaume “MrBison”