Hablar de Barricada es hablar de todo un clásico del rock contemporáneo hecho en este país, y como tal aquí están, y además por partida doble.
Herederos de Leño e hijos predilectos de Rosendo, productor y padrino en su etapa de despegue a nivel masivo (“No Hay Tregua”, “No Sé Qué Hacer Contigo”), estos pamplonicas con su rock “a la brava” significaron todo un punto de referencia a la hora de hacer música cruda, viva y combativa. Abanderados por excelencia del mal llamado rock urbano (¿de dónde iba a ser si no?), supieron cubrir el hueco que había dejado Leño y atraer para sí a toda una legión de incondicionales de clase media-baja, que harían suyas todas y cada una de las letras del grupo y compartirían con éste toda una filosofía de vida.
Rock visceral, sin complicaciones y fiel espejo de la sociedad letrísticamente hablando. Eso era lo que ofrecían estos cuatro navarros, presente suficiente para ganarse a toda una generación que a día de hoy siguen guardando sus trabajos como oro en paño.
“Noche de Rock & Roll” significó su primer larga duración bajo la independiente Soñua, registrado en los estudios Tsunami de San Sebastián y producido por Ramoncín (sí, aquel ‘marica de terciopelo’) y los propios Barricada. Por aquel entonces formaban Enrique Villareal “El Drogas” -apodo ganado a pulso- al bajo y a la voz, Javier Hernández “Boni” a la guitarra y a la voz, Sergio Osés a la otra guitarra y voz (sustituido en el siguiente “Barrio Conflictivo” por Alfredo Piedrafita) y Mikel Astrain a la batería, que fallecería en plena actuación debido a un derrame cerebral y se vería reemplazado por Fernando Coronado, que completaría la formación clásica ya en el segundo elepé.
Si hay un disco heavy en la colección de los navarros estoy convencido de que es éste, y si tuviera que poner la mano en el fuego por uno de ellos en el que no existiera el más mínimo atisbo de relleno también apostaría por él. “¿Por qué esperar una señal? ¿Por qué llorar en silencio o vivir de rodillas? Encerrados como ratas, trabajando entre rendijas…” Así se abrían el plástico y “En La Silla Eléctrica” respectivamente, y ya se vislumbraba por dónde venían los tiros (porque eran eso, tiros). Ocho eran los cortes -suficientes para desangrar al más pintado-, a lo largo de los cuales se repartían las voces “El Drogas”, el “Boni” y Sergio Osés, cada uno con su impronta dotando de personalidad a los mismos. ¿Decía heavy? Escúchense “Esperando En Un Billar”, comienzo a lo “Motorbreath” incluido, o el propio “Esta Es Una Noche de Rock & Roll”, nuestro “The Trooper” particular, y luego me cuentan (por cierto, ambos del mismo año). “Alambre de Espino” y “Picadura de Escorpión” eran himnos categóricos, de esos de puño en alto y pelos como escarpias, y “Que Estalle la Bomba”, “Sin Ver la Cara a Nadie” y “Pídemelo Otra Vez” completaban un debut de esos irrepetibles, fresco y dañino a partes iguales.
Y si “Noche de Rock & Roll” representa la cara más fresca y salvaje de los navarros, “Rojo” es el rostro maduro y comercial de los mismos. Tras partir peras con RCA (“No Hay Tregua”, 1986) por el intento de censura por parte de ésta, fichan por Polygram para su siguiente “No Sé Qué Hacer Contigo” (1987), un buen trabajo pero que queda algo así como en “tierra de nadie”, sin la contundencia de los comienzos y sin el acierto comercial necesario para pegar el pelotazo, algo que sí encontramos en “Rojo”. Con unas composiciones ligeramente más trabajadas y una notable mejora en el sonido (producido por Dennis J. Herman y Barricada en los Mediterraneo Studios, Eivissa), el quinto álbum de estudio de los de Pamplona, ya con la formación clásica (Enrique Villareal “Drogas”, J. Hernández “Boni”, Alfredo Piedrafita y Fernando Coronado), supone el éxito a nivel masivo y la reafirmación de un grupo a fuerza de constancia y tesón, algo impensable en los tiempos que corren.
Si bien la evolución hacia tesituras más ‘comerciales’ es patente (decir lo contrario sería negar la realidad), el propio título y la portada siguen manteniendo intactas las señas de identidad del grupo, algo muy a tener en cuenta. Se aprecia una temática más variopinta en las letras, aunque siguen los compromisos sociales (“Obsesión”, “Abrir Y Cerrar”, dedicados especialmente a la mujer) y sobre todo el bando de la banda (“Rojo”), valga la redundancia. Temas evocadores como “El Último Vagón” o “Tiempos Que Arden”, de esos que te recuerdan veranos de auténtico desenfreno, y sobre todo los ases “Animal Caliente” (el Drogas… ¿sensual?), la efectiva e innovadora “Cuidado Con El Perro” y la hímnica “Esta Noche”, cantada por el Boni, de cadencia lenta y que cierra sorprendentemente el disco.
El espaldarazo final vendría con el famoso doble directo (“Rocanrol” o simplemente “Barricada”), sin duda su mejor momento en cuanto a popularidad y ventas y el cierre de una etapa de la que pocos grupos estatales pueden presumir.
Como todos sabéis la banda sigue activa, tanto discográficamente hablando como en directo, aunque es innegable que su ‘chispa’ se apagó hace tiempo (es difícil mantener una carrera al mismo nivel durante décadas). Puede que seas de los antiguos fans del grupo y lo sigas igual de cerca que en los comienzos, que te hayas incorporado recientemente o que los dejaras de lado en algún alto en el camino, pero en cualquiera de los casos estoy seguro de que trabajos como los que nos ocupan siempre tendrán un sitio especial en el estante. Y es que el rock, como el buen vino, cuanto más viejo más se le aprecia. Sobre todo si es de nuestra cosecha.
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Bubba