Más famosos que Jesucristo

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Aquella noche, John se debatía entre sus planes de futuro y la inmediatez más absoluta. En unas semanas él y sus colegas viajarían a Londres para grabar con EMI. Sabía que su mánager, Brian Epstein, acababa de comunicarle a Pete Best que sus compañeros querían que se marchara. Todo lo que necesitaba ahora era una llamada y un poco de suerte. Marcó el número de Ringo y cruzó los dedos.

– ¿Diga?

– Ringo, soy John. John Lennon. ¿Qué te parecería tocar con nosotros?

Se hizo el silencio. Ringo y John eran viejos amigos: se habían encontrado en el club Jaranda junto con Paul y Stu, aunque en aquel entonces no hablaron; su amistad tuvo que esperar hasta Hamburgo, en el Kaiserkeller, poco antes de que Astrid Kirscherr, aquella pesada novia de Stu, les obligara a peinarse para delante y a abandonar la estética teddyboy. Ringo se sentaba delante de la banda –antes los Silver Beatles, ahora The Beatles-, bailaba, charlaba con ellos entre tema y tema y les pedía canciones. Más tarde, en octubre de 1960, grabaría con ellos Summertime. Tenían buena relación.

– Me encantaría, John, pero ¿y Pete?

– Pete es historia. Dime, ¿sí o no?

– Sí. Sí siempre que no me tenga que afeitar la barba.

reportaje_beatles_1John irrumpió a carcajadas. “Cosas de Ringo”, pensó. Pero lo cierto es que ya tenía batería nuevo, y la pequeña isla de Inglaterra poco se imaginaba lo que se estaba cociendo ahí. Era el 14 de agosto de 1962; Marilyn Monroe había muerto hace dos semanas, la Unión Soviética pisaba fuerte en la carrera por el espacio, y John, impulsivo, rebelde y talentoso, iba a ser padre. Claro que esto él no lo sabía aún, como tampoco sabía que no tardaría en ser uno de los iconos más grandes del siglo XX.

Hablar de los Beatles es meterse en aguas pantanosas. Con una legión de fanáticos absolutamente ingente, más discos vendidos que cualquier banda de rock y una influencia omnipresente en la cultura popular, la cantidad de literatura a su alrededor que han provocado los cuatro jóvenes de Liverpool es, sencillamente, inabarcable. Es por eso que es muy lícito pensar que, a estas alturas, no tiene demasiado sentido escribir o leer un reportaje sobre ellos. Con todo, el presente escrito no es una biografía, sino un esfuerzo por medir y definir el calibre, la calidad y la importancia de la banda inglesa a lo largo de su carrera, tomando material biográfico, pero también opiniones sobre sus discos, entrevistas y demás datos considerados de interés. Espero que os guste.

En sus inicios, poco podemos imaginar la impresión que debieron llevarse Paul, George, John y Ringo al comprar sus primeros discos de 45 revoluciones de rock and roll. Ringo y George empezaron a tocar en bandas de skiffle (un jazz muy básico tocado con instrumentos rudimentarios), pero pronto descubrirían a Fats Domino o a Chuck Berry; Lennon, muy en su onda, ya despuntaba por sus vocaciones artísticas desde pequeño (ferviente lector de Lewis Carroll, descubrió su pasión por la fantasía con “Alicia en el país de las maravillas”), y Paul, acomodado, de buena familia, al darse cuenta de que no podía cantar y tocar la trompeta a la vez, optó por una guitarra, cosa que lo uniría con Lennon desde aquel primer encuentro en una fiesta parroquial. Harrison dejaba boquiabierto al personal con su versión de “Raunchy”, y a pesar de su temprana edad, consiguió entrar en la formación de McCartney y Lennon, The Quarrymen, en 1958. Eran tres guitarristas con tupés engominados que tocaban por una Coca-Cola, literalmente. Más tarde se les unió Stu Sutcliffe, aquel bajista que tocaba de espaldas al público, y empezaron a hacer sus pinitos: telonearon a Johnny Gentle por Escocia y “disfrutaron” de su etapa en Hamburgo, gracias a los contactos de Allan Williams. Esta etapa alemana de la banda se ha magnificado bastante en su faceta más destructiva y macarra, llegándose a decir incluso que Lennon cometió un asesinato. Pero rumores malsanos aparte, esta vena rockera y destructiva de los Beatles fue algo que siempre llevarían consigo; desde sus versiones del “Long Tall Sally” o “Twist And Shout”, hasta canciones posteriores como “Hey Bulldog” o “Sgt. Pepper’s Lonely Hearts Club Band”. La influencia americana en los ingleses fue algo intrínseco a su sonido de principio a fin.

reportaje_beatles_2Después de volver de Hamburgo, los Beatles, para 1960-61, empezaron a tocar en salas más grandes (Litherland Town Hall, The Cavern) y a enloquecer al público adolescente. Empezaron a salir en periódicos musicales (Merseybeat) y, coincidiendo con la marcha de Stu, Paul heredó el bajo. Colaboraron con Tony Sheridan en su segunda visita a Hamburgo, y gracias a esto encontraron a Epstein, su futuro mánager, a quien debemos buena parte de la imagen primeriza del grupo: los trajes con corbata. Después de perder un contrato discográfico en Decca (“los grupos con guitarras están pasados de moda”), en Columbia, Pye y HMV, ganaron cierta difusión con los especiales de la BBC, el primero de los cuales se grabó el 8 de marzo de 1962. Durante los próximos tres años grabarían más de ochenta canciones ahí, un material olvidado que se editó por vez primera en 1994. No tardarían en hacer su tercera visita a Hamburgo y a tener un contrato con Parlophone, una pequeña sucursal de EMI… y es que el éxito radiofónico de “Love Me Do” sería un feliz presagio para los de Liverpool. “Please Please Me” y “From Me To You” confirmaron el éxito en listas, y para 1963 los Beatles ya tenían una pequeña legión de fans. Pocos meses después, con “She Loves You”, el grupo alcanzó el récord del sencillo más vendido en la historia de Gran Bretaña. Aunque su fama no despegaba aún de sus fronteras, su número de seguidores no paraba de multiplicarse.

Su primer álbum, “Please Please Me” (1963), no tardaría en llegar ese mismo año. Hablamos de un disco muy fresco, un rock and roll divertido con toques constantes de humor inglés; aunque pueda parecer innecesario escucharlo hoy en día, sus influencias son muy variadas (grupos vocales femeninos como The Chordettes, el R&B negro, algo de folk-rock y la rebeldía rockera adquirida en Alemania), y alterna los éxitos más salvajes (“Boys” o “Twist And Shout”) con armonías agradables, la armónica de Lennon y los medios tempos francamente conseguidos de “Chains” o “Ask Me Why”. Con “P.S. I Love You” o “Baby It’s You” la banda consigue un sonido ligero pero nostálgico, entusiástico, con un feeling con el que los Beach Boys no podían ni soñar; incluso, con “A Taste Of Honey”, se empieza a intuir la psicodelia. Un comienzo muy digno, un disco que le arranca una sonrisa a cualquiera y que mejora con el tiempo. Lennon declararía en una entrevista que cito en la bibliografía que lo que realmente le gustaba y le gustó siempre era el “rock básico”, que el rock and roll era su vehículo natural de expresarse, y este primer disco es una buena muestra de ello. “A mí, macho, lo que me gusta es el rock and roll. Es lo único que me gusta”.

Con todo, al escuchar este “Please Please Me” (1963) uno se lleva una impresión que las entrevistas confirmarían más adelante; que aquello es una muestra “controlada”, domesticada y puntual de la música del grupo, cuyo hábitat natural siempre fue el directo. Declaró Lennon: “Nuestra especialidad era tocar en directo (…) la atmósfera que creábamos era fantástica y no había nadie que nos llegara a la suela de los zapatos en Inglaterra (…) siempre hemos echado de menos las actuaciones en clubs, porque era entonces precisamente cuando se podía tocar música”.

reportaje_beatles_3Lo que ocurrió después de la salida del primer larga duración de Los Beatles fue algo nunca visto: un grupo de música lograba crear una moda, una “beatlemania”. La música popular cambiaba el “yes” por el “yeah” y el “want to” por el “wanna”; el idioma de Shakespeare dejaba paso a un argot juvenil que las viejas generaciones no aprobaban, de la misma manera que no comprendían la fiebre que sacudía Inglaterra (“La decadencia del Imperio Británico”, titulaban los periódicos). Empezaron a tocar en salas grandes, viajaron a Suecia, tocaron para la familia real inglesa, y los fanáticos (pero especialmente las fanáticas) les seguían allá donde iban. Se cuenta que Harrison declaró en una entrevista su afición a unos dulces llamamados Jelly Babies, y en toda la gira los fans les tiraban caramelos de esa marca en cantidades industriales; si se filtraba dónde se hospedaba el grupo, el teléfono se colapsaba. El 30 de noviembre de 1963 apareció la canción “I Want To Hold Your Hand”; el inminente segundo álbum tuvo pedidos anticipados de doscientas setenta mil copias, y cuando salió, fue el primer álbum inglés en superar el millón de copias vendidas.

La portada de “With the Beatles” (1963) era, en sí misma, algo revolucionario: los cuatro componentes del grupo aparecían escalonados, con media cara ensombrecida, en una especie de fotografía sacada del expresionismo alemán. Los grupos de pop-rock anteriores utilizaban portadas funcionales, pero Los Beatles fueron los primeros en impactar con la misma imagen de sus discos. El éxito del disco fue rotundo en Inglaterra, pero el resto del mundo tendría que esperar hasta 1964 para conocer a Los Beatles.

“With The Beatles” (1963) supone una cierta maduración del sonido del grupo, con melodías más elaboradas, más pegadizas, el abandono del folk-rock y una apuesta por un rock and roll accesible y “radio-friendly”. El clásico “All My Loving”, el tema insignia del plástico, se alterna con versiones de estándares del rock and roll (“Money”, “Roll Over Beethoven”), con la armónica de Lennon (“Little Child”) y con canciones de amor (“Till There Was You”). La influencia de grupos vocálicos sigue patente en “Please Mister Postman” y Harrison se estrenó como compositor con “Don’t Bother Me”; Lennon declararía, años más tarde, “(George) es muy bueno (…) me pongo muy nervioso acerca de mi manera de tocar la guitarra porque es muy pobre”. Harrison despegaría como músico y compositor años más tarde, pero por el momento la voz cantante la llevaban Paul y John.

La irrupción de los Beatles en Norteamérica fue una maniobra del mánager Brian Epstein, quien se dio cuenta del potencial del mercado americano. El single “I Want To Hold Your Hand” fue descrito por la revista Billboard como “una fusión entre los Beach Boys y el sonido del Támesis”. Aunque la prensa francesa no fue tan favorable, todo era cuestión de tiempo. El recopilatorio “Meet The Beatles” (1964) también acabó de consolidarles en el mercado americano. En las ruedas de prensa, la banda derrochaba humor por los cuatro costados y mostraban una faceta entre simpática y arrogante, algo muy del gusto de los estadounidenses; a la pregunta “¿Qué opinan de Beethoven?”, la respuesta fue “Nos gusta, especialmente sus poesías”; y cuando le preguntaron a Ringo por qué llevaba tantos anillos en las manos, él respondió “porque no me caben todos en la nariz”. La “invasión británica” había empezado, así como sus giras por Europa, América, Australia y Japón. Poco después se estrenaría “A Hard Days Night”, su primera película, que pretendía mostrar un día en la vida de los Beatles. Lennon declararía sobre el filme:“porque éramos lo que éramos, y además realistas, no queríamos hacer cualquier mierda de película pop (…) pero tanto juego de palabras vacías y tanto diálogo estúpido nos puso bastante furiosos. Siempre estábamos intentando conseguir que fuera más realista, que el trabajo de la cámara fuera más realista, etc. pero no lo admitieron. Y así fue como se hizo la película. Pero no salió mal del todo.” ¿Fueron los Beatles víctimas de su éxito? Es decir, ¿hasta qué punto eran libres de hacer y componer lo que querían? Dejo la pregunta en el aire.

reportaje_beatles_4El tercer disco, “A Hard Day’s Night” (1964), compuesto entre giras y actuaciones para la BBC, se basaba enteramente en temas compuestos por Lennon y McCartney, y los de Lennon ya empezaban a ser autobiográficos. Se puede hablar de este disco como un punto de inflexión en la carrera de los de Liverpool; el abandono aparente de su rock and roll primerizo dejaría paso a un pop-rock accesible, añadiendo variedad melódica a su compendio original de Merseybeat y con un sonido mucho más pulido que sus anteriores lanzamientos. “If I Fell” destilaba clase por los cuatro costados, elevando lo que podría haber sido una baladita de amor en un tema entre potente y triste; los acordes y el punteo de “And I Love Her” son de lo más delicado y suave que han hecho nunca, alcanzando unas cotas de sensibilidad nunca vistas en música pop. Estos arrebatos de delicadeza contrastaban con las pegadizas “Can’t Buy Me Love” o “Any Time At All”, y una mezcla de ambas tendencias puede encontrarse en “I’ll Be Back”. Lennon declaró acerca de su primera época que “no sonábamos como músicos negros, porque no éramos negros (…) los primeros discos eran nuestra versión de la silla (…) estábamos haciendo nuestras propias sillas”. Quizás Lennon se refería a aquello que la revista Billboard calificó como “el sonido del Támesis”. La maduración total, el sello propio, sin embargo, tendrían que esperar a sus siguientes lanzamientos.

Después de una agitadísima gira por Estados Unidos y de conocer a Bob Dylan (quien, según sus biógrafos, les introdujo en la marihuana), el grupo grabó su cuarto LP, “Beatles For Sale” (1964). Fue el primer disco “profesional” de la banda, en el sentido en que las canciones se grabaron tropecientas veces antes de dar con la versión definitiva. Los Beatles no paraban quietos, estaban sumidos en una vorágine constante de actividad, y el ritmo de dos discos por año lo demuestra. Las tres primeras canciones son obra de Lennon: la rabiosa como pocas “No Reply” (el grito desesperado “I nearly dieeeed!” me pone los pelos de punta cada vez que lo escucho) precede a “I’m A Loser” y “Baby’s In Black”, dos temas nostálgicos en los que se huele la influencia de Bob Dylan. Volvieron las versiones de rock and roll, y esta vez le tocó a Carl Perkins, el padre del rockabilly. Con “I’ll Follow The Sun” o “Eight Days A Week” la banda empieza a perfilar las ideas que les llevarían a cambiar su merseybeat dulzón de los primeros álbumes por un pop-rock mucho más sofisticado. En este “Beatles For Sale” empezamos a ver la experimentación (el órgano de Paul, los bongos, los tambores africanos..) que más tarde desarrollaría la banda, y más especialmente, Lennon en su carrera en solitario.

reportaje_beatles_5La posterior gira se hizo en clubes y teatros pequeños –los Beatles estaban atados contractualmente desde antes de su éxito-, entre hospitalizaciones por la frágil salud de Ringo y nuevos recopilatorios para el mercado americano. A Paul le empezaron a salir falsos hijos en todo el mundo, escándalos que fueron manejados por el abogado de la banda. Una muestra más de su estrellato. En febrero del ’65 estaban embarcados en la filmación de su segunda película, “Eight arms to hold you”, cuyo rocambolesco argumento (un anillo maldito caía en las manos de Ringo) sirvió para que los Beatles tuvieran sus primeros contactos con la filosofía oriental: durante el transcurso del rodaje, John compuso la canción “Help!”, nombre que acabaría sustituyendo el título original del filme y siendo el título de su siguiente álbum.

“Help!” (1965) es el álbum en el que la curiosidad y la experimentación de la banda empieza a florecer realmente. El tema “Help!” no es una canción de pop al uso, sino un tema autobiográfico que intenta plasmar el ritmo de vida vertiginoso que llevaba la banda, y está más elaborada de lo que parece; la percusión exótica de “You’re Gonna Lose That Girl” o los instrumentos indios de “Ticket To Ride” se alternan con temas de amor de la calidad de “Yesterday” o “I’ve Just Seen A Face”. El disco se cierra con “Dizzy Miss Lizzy”, versión de rock and roll bastante domesticada.

El año 1965 fue también cuando John y Paul empezaron a tomar LSD y recibieron un título honorífico de la Reina de Inglaterra. Entre sus giras por Europa, John seguía escribiendo y sacó su segundo libro, y la banda conoció a Elvis. En América su popularidad era creciente: tocaron en el show de Ed Sullivan y se estrenó una serie de dibujos animados sobre la banda. No pasó ni medio año y “Rubber Soul” (1965) ya estaba en el mercado.

reportaje_beatles_6Con una estética cien por cien inglesa y unas melenas que ya empezaban a intuirse, “Rubber Soul” es un compendio genial de temas cortos muy conseguidos. La pegadiza “Drive My Car” abre la Caja de Pandora para un amalgama de pop, rock, folk y experimentación con la música de otras culturas (“Norwegian Wood”). La lírica bobdyleana, las cada vez más frecuentes colaboraciones de Harrison a la hora de componer los temas y la influencia del consumo de marihuana tejen un disco muy colorido, con presencia constante de coros (los de “Nowhere Man” son de los más conseguidos de su carrera) y que cuesta imaginar que se lleve sólo dos años con el primer disco de la banda. La evolución es espectacular.

Y es que lo que en 1965 podría haberse desinflado como un globo no paraba de crecer. Empezaron a salir orquestras y grupos de versiones de la banda por todo el mundo. El sonido de la banda había hecho la maduración definitiva y los Beatles seguían creciendo musicalmente; Lennon declaró sobre “Rubber Soul” que: “éramos mejores técnica y musicalmente (…) en “Rubber Soul” ya éramos capaces de precisar más, y nos encargamos de la funda y de todo”.

El año siguiente, 1966, resultó en el esplendor de los sesenta: la estética pop, la libertad californiana, el consumo de drogas y, de banda sonora, Los Beatles, Pink Floyd o The Who. Harrison se casó y la BBC estrenó un documental sobre la banda, “Beatles at the Shea Stadium”. Lennon seguía con sus declaraciones escandalizantes, como la que da título a este reportaje, hecha en el 4 de enero de ese año. En abril se metieron en estudio para grabar “Revolver” (1966), con todo el personal de EMI a su disposición. Estas sesiones de grabación con la banda ya reconsagrada no tenían nada que ver con las primeras, en las que todo era precipitado y a gusto del productor. Los Beatles tenían las riendas y su época de máxima creatividad no había hecho más que empezar. Después de grabar “Revolver”, giraron en junio por Alemania, Japón, y las Filipinas, donde un accidente diplomático les decidió a no volver a tocar en directo más allá de sus estrictas obligaciones contractuales. Giraron por Estados Unidos y, el 29 de agosto de 1966, subieron por última vez al escenario.

reportaje_beatles_7Ese mes fue también el de la salida de “Revolver”. Siguiendo con el camino iniciado en el disco anterior, “Revolver” permite a los componentes explorar su estilo propio en cada una de sus respectivas composiciones, cobrando Harrison un protagonismo especial. Mientras que Lennon seguía centrado en sí mismo, Harrison se atrevía con letras políticas (“Taxman”), y la banda seguía flirteando con sonidos exóticos (el último tema, “Tomorrow Never Knows”, es un buen ejemplo de ello). El disco contiene clásicos ineludibles como la triste “Eleanor Rigby” o “Yellow Submarine”, cantada por Ringo, momentos eléctricos (“She Said She Said”) y melódicos (“Good Day Sunshine”).

Después del éxito del disco, la banda se tomó un respiro y los componentes se distanciaron. Empezaron a dejarse definitivamente melenas y bigotes, y Lennon adoptó entonces sus distintivas gafas ovaladas… poco antes de conocer a Yoko Ono. En 1967 a la banda le llovían premios Grammy y empezaron a grabar material para “Sgt. Peppers” (1967). Entre tanto sacaron sencillos como “Penny Lane” / “Strawberry Fields” y preparaban la portada del LP. Se ve que Lennon quería incluir entre los personajes a Jesucristo, Hitler y Gandhi, pero, por suerte para ellos, finalmente no se hizo. McCartney viajó a California y quedó impresionado con la moda hippie, que influiría radicalmente a la banda en esta última etapa. El 1 de junio, “Sgt. Peppers” ya estaba en el mercado.

Dejando de lado la música por un momento, todo lo que envolvía el disco era revolucionario. Desde la famosa portada, pasando por los ocho canales de grabación (innovación de la época), la funda coloreada del vinilo o la inclusión de las letras en éste… “Sgt. Peppers” era una obra sólida que bien valía lo que había costado (cerca de cien mil dólares de producción). El tema que abre y que da título al disco enlaza con la época más rockera y salvaje de la banda, pero en el disco hay sitio para todo: desde la entrañable “With A Little Help From My Friends”, la polémica “Lucy In The Sky With Diamonds”, la divertida “When I’m 64” o la que quizás sea la mejor canción de la banda, “A Day In The Life”, llena de psicodelia y melancolía. Una curiosidad: en la edición en vinilo del disco, después de este último tema, se oían unos segundos en silencio y después unas risas… y es que, en efecto, escuchar “Sgt. Peppers” es algo parecido a estar bajo los efectos de las drogas, o al menos eso pretendía la banda. Para mí, su mejor disco.

Después del esperable éxito del disco, la banda grabó “All You Need Is Love”, otro tema más lleno de humor inglés y rarezas. La banda empezaba a experimentar con la filosofía hindú (dijeron de dejar las drogas) cuando recibieron la noticia de la muerte de su mánager, Brian Epstein, por problemas con las sustancias. Lennon declararía: “Cuando murió Brian, nos vinimos abajo. Paul se adueñó del poder e hizo como si nos dirigiera (…) entonces nos separamos, esa fue la separación.”

reportaje_beatles_8Con la muerte de su amigo y mánager todavía reciente, iniciaron la filmación de “Magical Mystery Tour”, una película televisiva que mostraba una gira del grupo. Volvieron a tocar para el show de Ed Sullivan, Ringo viajó a Italia para actuar en el filme “Candy”, y los Beatles empezaron a moldear su infraestructura económica, ahora sin Epstein: crearon empresas y sociedades para repartir los beneficios y los gastos. El estreno de “Magical Mystery Tour” fue recibido con durísimas críticas, y la decadencia (si no musical, por lo menos personal) de la banda ya se intuía.

La banda decidió relajarse y permanecer tres meses en la India en un cómodo alojamiento. Muchas canciones del “White Album” (1968) se compusieron en ese período. Después de volver, Yoko Ono cobró un gran protagonismo, cosa que no gustó a los demás miembros del grupo. Incluso se metió en el estudio de grabación de la banda. Mientras tanto, salió el single “Hey Jude”, dedicado al hijo de Lennon. En noviembre de 1968, “The Beatles”, más conocido como “el disco blanco”, ya estaba a la venta.

Por poco que uno conozca a Los Beatles, habrá oído que el disco blanco es el más extraño de su discografía. Y efectivamente, lo es. Aunque contiene temas de rock and roll clásico como “Back In The U.S.S.R.” o el genial “Birthday”, incluso cuenta con el blues de “Yer Blues”, la experimentación con la psicodelia y lo absurdo es muy patente, fruto del distanciamiento de los distintos miembros de la banda y su voluntad de explorar sus carreras en solitario (cosa que Lennon hizo antes que nadie). Los temas cortos, treinta en total, son marca de la casa y son todos bastante sui generis. Con todo, “Helter Skelter” o “While My Guitar Gently Weeps” son de lo mejorcito de su carrera.

En enero de 1969 Los Beatles se reunieron para barajar una idea de McCartney: volver a hacer conciertos. Los demás miembros se opusieron, pero finalmente se decidió grabar una película más y hacer un concierto “de despedida”. Finalmente se hizo el famoso concierto el 30 de enero, en el techo del número 3 de Saville Road, sin avisar absolutamente a nadie. Cuarenta y dos minutos hasta que alguien llamó a la policía porque no se podía trabajar. Ésa fue su última actuación en directo.

reportaje_beatles_9Mientras tanto, a Los Beatles no les iban bien las cosas en el plano económico. Todo el mundo quería sacar tajada de su éxito y sus gastos eran ingentes. Se reunieron con Allen Klein, especialista en hacer reflotar negocios musicales, con quien firmaron contrato. Entre éxitos en las listas y más Grammies, el ambiente en el grupo era francamente malo, con todo. La salida de la falsa noticia de que McCartney llevaba tres años muerto tampoco ayudó demasiado. Finalmente, a finales de septiembre, salió “Abbey Road” (1969).

“Abbey Road” se sitúa, indiscutiblemente, entre los mejores discos de la banda. Un sonido totalmente maduro y un presagio de lo que vendría siendo el pop-rock de los siguientes diez años, el disco nos presenta un himno tras otro; la dulce “Something” (la mejor canción de amor del mundo, según Frank Sinatra), el blues misterioso de “I Want You (She’s So Heavy)” o la delicada “Here Comes The Sun” trazan un disco minucioso, elaborado y avanzado, alcanzando unas cotas de sensibilidad envidiables. La cara B contiene un compendio de canciones cortas, sin terminar ni pulir compositivamente hablando, que empieza con “You Never Give Me Your Money” y acaba con el penúltimo tema, “The End”. Un disco de buenísimas ideas que anuncia el final de la leyenda.

Lennon, después de una gira por Londres con Yoko Ono, comunicó a sus compañeros que no quería seguir en el grupo. Se acordó hacerlo público en una rueda de prensa de manera oficial, y los sesenta, como quien dice, se acabaron aquél día. Entre tanto, la Guerra del Vietnam se encrudecía, el hombre ya había pisado la luna y el primer mundo estaba disfrutando de un nuevo invento, la televisión. Musicalmente, nada volvería a ser igual. Los Beatles marcaron un antes y un después, sin exageración alguna. Por lo que significaron extramusicalmente, y por su capacidad de adelantarse a todo el mundo. Beatles para siempre, faltaría más.

Selección bibliográfica:

• Bellón, Manolo. “The Beatles: La historia”. 2003, Intermedio.

• Dister, Alain. “Les Beatles”. Traducción española de Waldo Leirós, 1973, Ediciones Júcar.

• Moreno, Ramon. “Diccionario de Los Beatles”. 1998, La Máscara.

• Wenner, Jann. “Lennon remembers”. Traducción española de Juan Pablo Silvestre, 1975, Ayuso.

Jaume “MrBison”