BLACKFOOT “Siogo” (1983)

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blackfoot_siogoEn el verano -glorioso- de 1982, Rick Medlocke (Guitarra y voz, indio de la tribu de los pies negros) tenía claro que a la formación clásica de Blackfoot le faltaba una pincelada en forma de teclas para acabar de estallar como grupo. Solamente barajaba dos nombres: Jon Lord, por aquel entonces en las filas de Whitesnake y hombre intocable para David Coverdale, y Ken Hensley, que andaba haciendo discos impresionantes con Uriah Heep. Es decir, la idea que le rondaba la cabeza era la de incorporar a alguien que sintiera el rock ‘a la inglesa’, que era la cuna del movimiento a primeros de los ochenta. Digamos que el mundo miraba hacia las islas por aquello del “mea que me oriente…”.

Ken Hensley no solamente era un maestro tras su Hammond, sino que dominaba la slide-guitar, era un músico de los llamados completos. Suficiente para que él solito le diera un aire distinto a las crudas composiciones de Blackfoot hasta la fecha, y si no escuchad el -maravilloso- “Marauder” anterior (1981), por ejemplo. El resto de ‘pieles rojas’ (auténticos) del grupo era la formación clásica, a saber: Jackson Spires (Batería y coros), Charlie Hargrett (guitarra) y Greg T. Walker (Bajo y coros).

El resultado de la fusión fue un disco grabado en cinco semanas en unos estudios situados en Ann Arbor, a 30 Kms de Detroit, su ciudad de residencia entonces. Digamos que cedió parte de los sonidos hard-sureños y blueseros por un hard/heavy algo más acorde con la competencia del momento. De hecho, la actuación en el Festival de Reading de aquél año provocó las alabanzas de la prensa especializada, y os recuerdo que tocaron en aquél sitio junto a gente como MSG, Scorpions, Twisted Sister y nuestros Barón Rojo.

Dentro del disco hay 10 cortes de los cuales no me atrevo a destacar ninguno. Quiero decir que hay gran homogeneidad entre todos ellos, es un disco muy compacto, sin altibajos, desde “Send me an Angel” que abre, hasta “Drivin’ fool” que cierra. Entre medias una buenísima versión del “Heart’s grown cold” de Nazareth, lo que da idea del regusto británico de su música, pasada por el tamiz que supone tener a un teclista como Hensley en el seno de la banda. Y el caso es que las teclas no son lo más destacado en el sonido del grupo, siguen predominando las guitarras por encima de cualquier cosa, y de entre ellas la Gibson Explorer de Rick Medlocke y si no escúchese atentamente la intro de “Crossfire” (suena a serrucho bien afinado) o “We’re going down”, la más agresiva del disco gracias, entre otras cosas, al peazo sonido que sale de la fusión entre una Gibson y un Marshall de válvulas, ¡el que sea!. 10 sobre 10.

Las melodías ásperas de la etapa anterior de Blackfoot dejaron paso a unos coros bien metidos, arropando la voz de Medlocke que, sin ser un dechado de facultades, sí tiene personalidad y además las nuevas melodías son mucho más eso…melódicas, incluso pegadizas como en el caso de “Teenage idol”, “Run for cover” o “Going in circles”.

Una tontería: dicen que el riff más tocado en las tiendas de instrumentos para probar guitarras es el “Smoke on the water” de los Purple, pero reconozco que yo he usado mucho más la intro de “White man’s land”, el corte Nº 8 de este disco, y si no que se lo pregunten a los de los locales de al lado. Canción redonda, como “Sail away”, que es la que me queda para enumerar las 10 que dije al principio.

También estoy de enhorabuena con este disco, y es que la reedición en CD contiene lo que llaman ‘bonus-tracks’ de temas en directo como “Rattlesnake rock’n’roller”, “Teenage idol” y “Highway song”, y también versiones de clásicos como el “Wishing well” de Free y “Easy Livin’” de Uriah Heep, además de una entrevista de cinco minutos con Rick Medlocke en la que, supongo, contará cosas interesantes… Que buena idea esto de los bonustracks.

Como dato curioso contar que al final del disco puede escucharse como una puerta se entreabre y chirría con una voz indio-aguardentosa soltando una parrafada, por aquello del recuerdo. Y esto tiene que ver con el título del disco, porque “Siogo” es un vocablo indio que viene a significar algo así como “juntar, pero sin cerrar”, de hecho el título que la compañía Atlantic quería ponerle al disco era “Closeness”. Cosas de la sangre…

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Alvar de Flack