DANZIG “Danzig II – Lucifuge” (1990)

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danzig2Seguro que más de uno se estará preguntando que quién es este grupo que se merece ocupar plaza en la categoría de clásicos, y es que hablar de Danzig es hablar de una de esas bandas que no ha conseguido atravesar la difícil barrera de la segunda fila (y seamos sinceros, dudo que a estas alturas lo consiga). Pues bien, vamos a situarnos.

Tras dar carpetazo a episodios históricos como Misfits o Samhain, el musculoso y excéntrico vocalista Glenn Danzig decidió que ya era hora de dar rienda suelta a sus inquietudes musicales, que lógicamente excedían de lo realizado en las citadas aventuras siniestro-punks. Ni corto ni perezoso se rodeó de una banda de forajidos, a saber Eerie Von (bajo), John Christ (guitarra) y Chuck Biscuits (batería), formación a la que tildaría simple y llanamente con su nombre. Su carta de presentación fue “Danzig I”, un excelente trabajo que presentaba a una banda de hard rock puro y duro y de claras connotaciones siniestrocultistas, y que contenía lo que ha llegado a convertirse en el tema bandera del grupo, “Mother” (versioneado por los mismos Metallica en numerosas ocasiones, los cuales siempre se han manifestado fervientes seguidores tanto de Danzig en solitario como de sus antiguas formaciones).

Dos años después de su debut discográfico aparecía este “Danzig II – Lucifuge”, producido por el afamado Rick Rubin, que seguía con lo iniciado en el primero pero si se me permite con más acierto, conjugando estilos tan variopintos como el doom o el gótico y culminando en un hard rock oscuro y barroco, y con un Glenn Danzig que se presenta como la reencarnación luciferina del Elvis más decadente. Por cierto, que no se me pase la presentación del plástico: ojito tanto con la portada, mostrando el pecho del fornido vocalista sujetándose el crucifijo, como la contraportada, guiño descarado al primer álbum de los Doors (¿afinidad tal vez?).

El disco se abría con la cruda “Long Way Back From Hell”, un corte de puro hard rock directo y sin contemplaciones y con un Danzig que ya avisa a voces de quién es el jefe. Y sin finalizar la distorsión del último acorde de guitarra entra “Snakes Of Christ”, de letra anticlerical (como todas), más marchoso y de riffs persistentes. A continuación “Killer Wolf”, un tiempo lento y denso para lucimiento del vocalista y una letra también bastante “killer”. “Tired Of Being Alive” es toda una declaración de principios (paganos, claro), de comienzo suave y de catarsis final, mientras que “I’m The One” es un tributo personal al rey del rock and roll, y es que no puedo evitar imaginarme a Elvis dando quiebros de cintura y agitando el tupé al compás de las acústicas.

“Her Black Wings” es otro de esos tiempos relajados y de lucimiento vocal, tema del cual se grabó un impresionante videoclip (oscurito, igual que el tema). Un punteo gótico abre lo que es para mí uno de los pelotazos del disco (y de la carrera de este personaje), “Devil’s Plaything”, un canto descarnado que te eriza el vello tanto por la música como por la letra (“love is a flame, a devil’s thing, a violent storm about to be born”). “777” es un corte peculiar, bien por su estructura (guitarras a pelo y a continuación acompañamiento, y se repite el proceso) bien por su letra (de frases cortas y apocalípticas). Con “Blood And Tears” sale de nuevo a relucir el ego de Glenn, una tierna balada que se presta a ensalzar las cuerdas vocales del cimerio vocalista, y que deja patente que el resto son una banda de mero acompañamiento (acompañan bien, eso sí). El disco se cierra con “Girl” (y venga tirar de pulmones) y el sabbathico “Pain In The World”, todo un homenaje a la banda de mr. Iommi & Co. en el que Chuck Biscuits aporrea los timbales que da gusto.

No sé muy bien por qué he elegido este segundo disco y no otro, ya que cualquiera de los cuatro primeros trabajos de la banda me habría servido (los siguientes “Danzig III – How The Gods Kill” y “Danzig 4” no tienen desperdicio), pero lo que sí tengo claro es que uno tenía que caer por aquí. Del resto de su discografía paso un tanto, ya que a partir de “Blackacidevil” (1995) el sonido se fue mecanizando y me dejó de llamar la atención (al menos como lo anterior).

Sólo añadir para los que no supieran del grupo hasta hoy o que simplemente no se hayan parado a escucharlo, que si gustan tanto de sabores clásicos como The Cult (el timbre de Ian y Glenn siempre se me han asemejado) como de cosas más “esotéricas” (por llamarlo de alguna manera) pueden encontrar un hallazgo en esta banda. Los seguidores del grupo seguro que me entienden. De todas formas por probar…

David Fernández “Bubba”