DEATH “Symbolic” (1995)

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death_symbolicRecuerdo como si fuera ayer cuando “Symbolic”, el esperado sexto trabajo de estudio de los Death de Chuck Schuldiner, irrumpió en el mercado discográfico. Es más, me acuerdo como si hubiera pasado hoy mismo estar esperando impaciente con la radio enchufada a que la neurona del Pirata le recordara que ese día tenía que estrenar el nuevo trabajo de la banda. Por fin, tras una ardua espera y demás desvaríos del viejo de la pata palo sonó “Sacred Serenity”, y rápidamente mis dudas y mis sospechas a la par se vieron despejadas de un plumazo: Death proseguían el viaje emprendido en “Human”, que no tenía otro destino que el de ahondar cada vez más en la melodía sin dejar de lado, eso sí, la brutalidad que les había caracterizado todos esos años atrás.

Y es que esperar ‘lo nuevo’ de Death era algo así como un rito o celebración religiosa, que compartían tanto fans como músicos y crítica en general. No en vano Chuck Schuldiner puede considerarse un poco el ‘padre’ de la vertiente más brutal del metal, y si bien no vamos a aventurarnos en asegurar que fue el mismo nombre de la banda el que acuñó el del propio género (habría que pedir permiso a Possessed y a su “Seven Churches”, entre otros), desde luego tuvo algo que ver.

Con “Individual Thought Patterns”, el bueno de Chuck, junto al ex Sadus Steve DiGiorgio (bajo), el ex Dark Angel Gene Hoglan (batería) y el mismísimo Andy LaRocque, mano izquierda de King Diamond (guitarra), demostró que en eso del Death Metal también hay sitio para el lucimiento personal y la demostración técnica, y quizá por ello en este “Symbolic” regresaron un tanto a las raíces de todo (¿Death Metal? ¿Thrash? ¿Heavy? poco importa…). Esta vez Chuck se metió en el estudio de la mano de Jim Morris y bien respaldado de nuevo por Gene ‘el pulpo’ Hoglan y unos menos conocidos Kelly Conlon al bajo y Bobby Koelble a la segunda guitarra. ¿El resultado? Un disco para la historia.

Lo cierto es que no fueron pocos los que tildaron a Death de comerciales e incluso de vendidos por editar un disco como este, aunque sigo sin imaginarme a un “Symbolic” colándose en los 40 principales. Obviamente se trataba del sector más purista, que no alcanzaba a comprender cómo una de las bandas pioneras de la brutalidad se hacía cada vez más accesible y dinámica. Todo tiene su lógica. Chuck siempre había ido un paso por delante, y el intentar aferrarse a un género tan opaco como el Death Metal le hubiera acarreado una muerte (musical) demasiado prematura, como su propio nombre indica. Lo que nunca imaginamos es que otra muerte, la más cruda y real, nos privaría al poco tiempo de seguir disfrutando de este genio, incomprendido por unos y aclamado por otros.

¿Temas? Todos eran sobresalientes, desde el riff de apertura de “Symbolic”, rápidamente roto para que Hoglan destrozara literalmente su kit de batería a golpe de caja y doble bombo, hasta “Perennial Quest”, que cerraba majestuosamente el plástico. “Zero Tolerance” guardaba pasajes inolvidables, de innumerables quiebros pero sin perder el norte, y la oscuridad de “Empty Words” todavía me encoge cada vez que la escucho (esas “almas perdidas” con la voz agónica de Chuck desgañitándose, vive dios), ahora más si cabe que el primer día. “Sacred Serenity” era todo un alegato Thrash, de riffs persistentes y estructura pegadiza, mientras que “1000 Eyes” era un vuelo fugaz de estribillo tan fácil como memorable (el contraste de esas sobrias melodías de guitarra con la batería salpicando por debajo es difícil de olvidar). Y si bien “Misanthrope” pasaba algo desapercibida, el barroquismo de “Without Judgement” y la apoteósica “Crystal Mountain” (con esos punteos en los descansos) demostraban de nuevo esa perfección llena de pequeñas y conscientes imperfecciones, que hacían más jugosa y amena si cabe la escucha.

Como muchos de vosotros sabréis, Chuck Schuldiner fallecía el 13 de diciembre del 2001 a causa de un tumor cerebral, interrumpiendo así de manera tajante la carrera tanto de Death como de sus demás proyectos paralelos (Control Denied). Desde ese día el mundo del metal perdió a uno de sus hijos predilectos. “Symbolic” es una buena manera de recordarle.

David Fernández “Bubba”