BLACKTOWN BAND “Moonmaker” (2022)

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Reseña originalmente publicada en catalán en El Rock-Òdrom

Introducción y contexto:

Recuerdo cuando, en las postrimerías de 2020, recibí mediante el sello The Fish Factory el primer disco de Blacktown Band. Era un trabajo llamado “I (One)” que fue todo un descubrimiento que disfruté escuchando, tal y como dejé patente en mi reseña del disco.

A pesar de no tratarse de un álbum de rock duro al uso (el estilo más común en mi fonoteca), aquel primer conjunto de canciones de Blacktown Band alojaba, además de buenas composiciones, una excelente producción, una muy buena base rítmica y una voz maravillosa en la interpretación de su cantante, Nina Agudo.

Poco más de un año y medio después, Blacktown Band han tenido la amabilidad de hacerme llegar este “Moonmaker” del cual hoy os escribo mi opinión.

La banda mantiene la alineación de su primer disco, esto es, Alejandro Hervás al bajo y segundas guitarras, además de ser el principal compositor de la música; Nina Agudo a la voz y letras y Esteban Rabadán al piano y teclados. La batería la ha grabado el músico de sesión Glenn Welman y, de nuevo, han vuelto a contar con la participación del guitarrista alemán Markus Tautz quién, como Rabadán, también ha hecho aportaciones a la composición musical.

Hay dos cosas que creo que merece la pena mencionar antes de entrar en el contenido de Moonmaker. La primera es que, para este segundo álbum, Blacktown Band han cambiado de sello, pasando de The Fish Factory a Lady Stone Music (¿hay pocos grupos que repiten con TFF o sólo me lo parece?). La otra es que, así como “I (One)” fue grabado en los estudios M-Selva, en esta tentativa Moonmaker ha tomado forma en el estudio casero (hombre studio) del mismo Alejandro Hervás quién se ha encargado de la producción en los dos trabajos de la banda.

Así pues, una vez puesta el disco en contexto, ¿cuál ha sido mi impresión? Manos a la obra.

Escuchando el disco de Blacktown Band, “Moonmaker”.

Si hay algo harto difícil para un segundo disco es sorprender tanto como lo pueda ser el disco de estreno. Inevitablemente, con “Moonmaker” yo ya tenía una expectativa, una experiencia sonora previa y, en consecuencia, era complicado que el nuevo disco de Blacktown Band me causara el impacto del primero. Esto me pasa con esta banda y con cualquier otra, a mí y a todo el mundo. En mis oídos no había la desnudez blanca que había con “I (One)” y en el momento de pulsar play no pude dejar de preguntarme si Moonmaker iría hacia donde yo deseaba.

Cuando acababa mi reseña de “I (One)”, dejaba por escrito mi deseo de que el siguiente trabajo que sacase la banda explotara algo más la vertiente más próxima a lo que nos podían ofrecer los Rainbow de los 70 o los Black Sabbath de canciones como “Neon Knights”. Y mi impresión es que esto no pasa aquí o, al menos, no tanto como yo querría.

Explican los Blacktown Band a su nota de prensa que, si en “I (One)” había más de prog tipo Pink Floyd, en “Moonmaker” hay más Rock and Roll de guitarras que recuerdan a Led Zeppelin. Estoy de acuerdo. Lo que pasa es que yo siempre he sido más de Ritchie Blackmore que de Jimmy Page y, por lo tanto, me habría gustado olisquear algo más de los Deep Purple de la época del guitarrista inglés o de los mismos Rainbow, con aquella maravillosa conjunción de melodía, velocidad y virtuosismo.

Con el trabajo de la Nina Agudo me pasa un poco lo mismo. Su voz sigue siendo tan grande y poderosa como antes, pero habría deseado tanto que, en ocasiones, “rompiera” el tono por arriba… Si en alguna de los estribillos la canción hubiera subido el tono general invitando a la voz de Nina a hacer un salto a las alturas… la emotividad y la fuerza natural de la cantante todavía me habrían llegado más.

Leyéndome, quizás alguien se pensará que el disco no me ha gustado mucho. ¡Qué va! El disco está lleno de buenas canciones (ocho más “Fighting Man”, una versión del álbum de Gillan “Mr. Universe”, de 1979) donde, quizás casualidad, las cuatro primeras del presente álbum (“Drive”, “My Medicine”, “Moonmaker” y “Mother”) son las que más me han llegado, pudiendo afirmar a la vez que no he encontrado ninguna canción coja en todo el conjunto.

En conclusión:

El nuevo disco de Blacktown Band, “Moonmaker”, vuelve a ser un regalo al oído. Suena de fábula y se disfruta de pies a cabeza. Después, los gustos y deseos personales de cada cual son los que son, pero sin duda merece la pena escucharlo con atención y saborearlo sin prisa.

Si para el tercer disco Nina me guiña el ojo con detalles inspirados en el mismo Ian Gillan o en Ronnie James Dio, atreviéndose a romper y subir algo más y, a la vez, el guitarrista con quien cuenten (sea Markus Tautz o cualquier otro de nivel) pone algo más de “ingrediente blackmoriano”, entonces seré todavía más feliz escuchándolos.

Sea como fuere, no te lo pierdas.

César Rojas