Dentro del mundo del Rock hay muchos prejuicios sobre los grupos de versiones. Por regla general, siempre se pone por delante a las bandas cuya labor creativa produce nuevas canciones, de mayor o menor calidad dependiendo de los casos, desdeñando aquellas formaciones que se inclinan por hacer un repertorio basado en clásicos del género compuestos en el pasado. Por supuesto, el apoyo a los grupos que crean material nuevo debe estar garantizado, pero no por ello debemos despreciar aquellas iniciativas que recrean temas clásicos de otros artistas. Después de más de 60 años de historia, el Rock tiene el suficiente peso como para haber creado temas inmortales, al igual que otros estilos consagrados como el Jazz o la Música Clásica. Y al igual que nadie minusvalora ni llama “Orquestas de Versiones” a las Orquestas de Música Clásica que hacen repertorios de Beethoven o Mozart, nosotros tendríamos que valorar en su medida aquellos proyectos que suben a un escenario de forma muy digna aquellas canciones que la historia ha convertido en clásicos del Rock.

No hay que confundir “grupos de versiones” con “grupos tributo”. Las diferencias son muy evidentes. Básicamente, los “grupos de versiones” eligen un repertorio variado, con clásicos del género de diversa procedencia, mientras los “grupos tributo” se ciñen al trabajo de un grupo concreto, intentando recrear ese grupo incluso en el vestuario y la escenografía. Entre estos últimos hay casos de gran calidad, como “God Save The Queen”, “The Australian Pink Floyd” o “Letz Zep”, que ofrecen un espectáculo cercano al nivel que ofrecían los grupos originales, pero la mayoría tienen menos calidad y expectativas más austeras. En este sentido, no me gusta nada cuando los grupos de versiones anuncian sus conciertos en los carteles utilizando el nombre y el logo originales en grande y su nombre real mucho más pequeño, casi escondido. Y mucho menos cuando el grupo “tributado” es un grupo en activo.

La mayoría de “grupos de versiones” son formaciones que actúan en pequeños locales, para uso y disfrute de un puñado de asistentes que reviven sus canciones favoritas en manos de unos músicos que se divierten tocándolas. Los objetivos de estos músicos suelen ceñirse a pasar un buen rato, cumplir con las ganas de subirse a un escenario y, si les da para cubrir gastos, todos contentos. El nivel de estas bandas varía dependiendo de los casos, pero raramente existen objetivos más ambiciosos. Sin embargo, de vez en cuando, un proyecto nos llama la atención porque se sale de estos cánones, buscando ofrecer un espectáculo de alta calidad en todos los sentidos, de tal forma que merece una atención especial.

En este sentido, hace poco hemos descubierto dos iniciativas muy interesantes. En ambos casos los grupos están formados por grandes músicos de prestigio, conocidos por haber pertenecido a bandas históricas del rock nacional, unidos ahora para hacer versiones de clásicos del Rock con una calidad sobresaliente, presentándose en teatros, el mejor recinto para la música en directo. En la presentación de ambos proyectos, “Rock con Ñ” y “La Rock-A” tuve la fortuna de estar presente y ahí están las crónicas de ambos conciertos para atestiguarlo. Espero que hayan sido lo suficientemente descriptivas para abrir el apetito a quienes tengan la oportunidad de ir a verlos, si se da la ocasión. No saldrán defraudados.

Es nuestra Música Clásica y no la podemos perder. El Rock está hecho para sentirlo en directo y las opciones de grupos originales y de versiones pueden convivir siempre que haya público que lo demande. Yo me apunto ¿y tú?

Texto: Santi Fernández “Shan Tee”

Fotos: Santi Fernández “Shan Tee” y AMakeda