GUADAÑA: “Erytheia” (2021)

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Reseña originalmente publicada en catalán en El Rock-Òdrom

Cuando vi a Guadaña por primera vez en Barcelona esta eufórico, gritábamos a todo pulmón las canciones del álbum “El Grito del Silencio” y al llegar el momento de tocar “Innombrable” la cosa estalló. A veces sucede que un grupo saca un álbum, después se va apagando y, de repente, solo te quedan recuerdos de lo que deberían haber sido, de lo que te gustaría que siguieran siendo. Y te ves hablando del mismo disco, de esa misma canción, que es la única que está en tu lista de reproducción de grupos en español. Defiendes que los tiempos cambian y que con el tiempo las ideas se van secando. Que la innovación no es para todos. Terminamos recordándolos por esa única canción, por una sensación, por una explosión.

Aquella noche se quedó en mi memoria y hablamos de ella durante semanas. Es cierto que bebiendo alguna cerveza no faltaba alguna de sus canciones, pero confieso que ese miedo de ver cuál sería su futuro se mantuvo ahí hasta que salió su siguiente álbum. A partir de ese momento la cosa cambio. Mi miedo se fue disipando. Sus propuestas musicales fueron cambiando y el grupo también fue cambiando. Músicos que creíamos que estarían en la alineación para siempre tuvieron que despedirse. Como fan, y lo digo con toda sinceridad, fue inevitable sentir un vuelco en el corazón. Pero supieron seguir adelante y llenar el espacio con talento, buena música y con corazón.

Y creo que eso es lo que para mí. Guadaña propone, de nuevo, un disco con corazón. Un trabajo muy cuidado, en el que se nota que, como siempre, dan todo. Que no decepciona. No salen a tocar y a cobrar. No escriben una letra sin sentido para que se escuche bien. No se acomodan. Guadaña lo ha hecho de nuevo porque, te gusten más a o menos sus discos, al final todos y cada uno de ellos tienen lo suyo y te encantan.

Tal es el caso de “Erytheria” un disco con sonidos de Heavy, Power y Sinfónico que no deja de ser una apuesta que podría haber salido fatal, pero que nos deja entrever que su evolución sigue sorprendiendo. Las increíbles voces de Glory y Salva gozan de buena salud, la banda suena tremenda y las colaboraciones no han sido pocas: Fortu Sánchez (Obús), Carmen Xina (Oker, Adamantia), Manuel Rodríguez y Alex Sánchez (Sphinx), Jorge Berceo (Zenobia), Jaime Moreno (The Electric Alley) e Imanol (Nocheterna). Simplemente tremendo.

El disco nos trae, cómo siempre, temas sociales que hay que tratar. Alguien tiene que abordarlos y ahora, cómo en su momento hizo la poesía, hay que denunciarlos, ahora entre solos de guitarra. La sociedad se pudre desde dentro y desde las raíces, el acoso escolar lo demuestra y Guadaña lo dice, alto y claro, por mencionar algo. Lo demás, que no es poco, debéis encontrarlo por vosotros mismos. Un disco que nos da ánimos para seguir el día a día, que nos incita a no dejar de luchar por todo aquello que creemos, por los que la pasan mal, porque hoy más que nunca debemos seguir nuestros sueños, aunque deambulemos en “La casa de los espejos”.

Daniel Huezo