IRON MAIDEN “Senjutsu” (2021)

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Han pasado ya seis años desde la edición de “The Book of Souls”, pero por fin hay nuevo disco de estudio de Iron Maiden. Aunque “Senjutsu” (término japonés que puede traducirse como “tácticas y estrategia”) fuera grabado entre marzo y mayo de 2019 en los estudios Guillaume Tell de Paris con Kevin Shirley como productor, la edición del disco se ha visto retrasada por los sucesivos aplazamientos de la última parte de la gira “Legacy of the Beast” a causa de la pandemia de coronavirus. Aunque resulte un tanto extraño que el disco salga a la venta antes de terminar dicha gira, imagino que la banda habrá pensado que no merece la pena tener la obra guardada coleccionando polvo.

Con Eddie caracterizado como samurái (gran portada a cargo de Mark Wilkinson), lo primero que uno puede constatar es que “Senjutsu” es un disco de 82 minutos con 10 canciones, muchas de ellas de larga duración. Por todo ello se presenta en doble CD (además de triple LP y otra multitud de formatos para atraer al coleccionista con dinero). Adrian Smith firma tres temas con Bruce Dickinson y uno con Steve Harris, Janick Gers aporta dos canciones con Steve Harris, que firma en solitario cuatro temas, de los cuales el más corto dura 9 minutos y 31 segundos. La última vez que Steve Harris aportó tantos temas en solitario fue en “Virtual XI”, nadir en la carrera de la banda, lo que hizo que me estremeciera ante la posibilidad de que el resultado en esta ocasión fuera similar. Afortunadamente no es el caso y sus temas, con luces y sombras, resultan bastante más inspirados que los que escribiera a finales de los 90. Sorprende también que Dave Murray no haya firmado ningún tema, cosa que hace décadas que no sucedía.

En lo musical el disco es relativamente continuista. La banda sigue practicando el heavy metal marca de la casa, pero continúa explorando las avenidas marcadas por el rock progresivo de los ‘70 que cobraran más importancia en la música de la banda tras el regreso de Bruce Dickinson y Adrian Smith hace 21 años, e incluso añade matices folk a su música. Aunque las excepcionales producciones de Martin Birch queden muy lejos en el tiempo, el sonido del disco es bueno, siempre y cuando obviemos la tendencia a masterizar los CD con un rango dinámico muy limitado dentro de la guerra del volumen en la industria musical. Resulta muy recomendable escuchar “Senjutsu” con cascos para poder descubrir con cada escucha nuevas sorpresas y detalles ocultos en sus complejos temas y escuchar con claridad el trabajo de cada miembro de la banda, con la batería de Nicko McBrain y el bajo de Steve Harris formando una base rítmica única, sobre la que Adrian Smith, Dave Murray y Janick Gers aportan sus característicos estilos a la guitarra, y Bruce Dickinson realiza una interpretación muy teatral.

El primer CD comienza con el tema que da título al disco, una canción muy heavy obra de Adrian Smith y Steve Harris con un ritmo inspirado por los tambores tradicionales japoneses taiko, usados como inspiración para una historia bélica con atacantes y la correspondiente defensa de una muralla frente al invasor. El tratamiento de las voces es particularmente inspirado, con Bruce Dickinson usando tonos medios con maestría y doblando su voz durante la mayor parte del tema. “Stratego” es el segundo tema del disco, en el que Gers y Harris dan rienda suelta al tradicional galope marca de la casa para facturar un gran tema de menos de 5 minutos que parece hecho a medida para ser tocado en directo. “The Writing On The Wall”, obra de Smith y Dickinson en la que se critica de manera velada a los que nos gobiernan y no parecen darse cuenta del desastre al que se encamina el planeta, fue el tema elegido como adelanto del disco, acompañado por un gran video animado. La canción, más hard rock con toques folk que heavy metal, cuenta con un pegadizo estribillo, marcadas influencias de Thin Lizzy, y un sobresaliente solo de guitarra de Adrian Smith, que está insuperable a lo largo de todo el disco y sigue demostrando que es, junto a Harris y Dickinson, pieza fundamental en la creatividad de la banda. No es casualidad que su salida de la banda en los ‘90 coincidiera con los discos menos inspirados de los británicos.

“Lost In A Lost World” es el primero de los cuatro largos temas obra de Steve Harris. Con una duración superior a los 9 minutos, nos encontramos con una preciosa introducción acústica que recuerda a The Moody Blues o los Pink Floyd de principios de los ‘70, antes de endurecerse con riffs que no hubieran desentonado en los discos editados por la banda a mediados de los ‘90 (me atrevería a decir que “The X Factor” con Dickinson a la voz hubiera sonado como este tema) para narrar una historia sobre la aniquilación de los indios americanos. Vamos, como “Run To The Hills” pero en tema largo que, repitiendo una constante habitual en Steve Harris, termina como empezó, de manera calmada. Tras el atracón progresivo, “Days Of Future Past”, un gran tema de poco más de 4 minutos de Adrian Smith y Bruce Dickinson basado en el comic Constantine, nos devuelve a los Maiden más clásicos y concisos. El primer disco se cierra con “The Time Machine”, el segundo tema de Gers y Harris del disco, que recorre caminos ya transitados por la banda en su introducción acústica (por ejemplo, en “The Legacy” o “The Talisman”), pero que deriva luego en un muy buen tema, progresivo y muy melódico a la vez, con toques folk y con Bruce Dickinson narrando en primera persona la historia del protagonista, poseedor de una máquina que le permite viajar a través del tiempo, pero reacio a contarnos todo lo que ha visto.

El segundo disco comienza con “Darkest Hour”, un tema lento que reflexiona sobre el papel de Winston Churchill en la Segunda Guerra Mundial. La ambientación musical está muy conseguida, con sonido de gaviotas al comienzo y al final del tema, representando las playas de Dunquerque durante la evacuación de 1940 y las de Normandía en 1944 durante el desembarco aliado, respectivamente. Entre ambos fragmentos Bruce Dickinson realiza una interpretación vocal estupenda contando la historia desde el punto de vista de Winston Churchill, aunque la letra obvie los innumerables defectos del político británico y mitifique su labor. Adrian Smith vuelve de nuevo a destacar con otro gran solo. Tras este corte viene lo que para algunos puede que resulte un empacho de temas complejos de más de 10 minutos de Steve Harris cuya duración puede que no esté siempre justificada, aunque afortunadamente no tengamos el mismo estribillo repetido hasta la saciedad. El primero es “Death Of The Celts” (10:20), en el que el uso del bajo acústico y melodías de inspiración celta traen a la memoria “The Clansman”. Sin embargo, “Death Of The Celts” me parece bastante superior al tema editado en 1998. La letra y música son utilizadas para narrar la aniquilación de las tribus celtas, con el fragor de la batalla correspondiéndose con los solos de guitarra de Gers, Murray y Smith, este último haciendo un guiño a Brian Robertson y dándole al tema un toque a lo Thin Lizzy muy apropiado teniendo en cuenta la historia narrada en la canción. “The Parchment” (12:39) es el tema más largo de todo el disco, repleto de diferentes ideas musicales, con una ambientación hipnótica un tanto repetitiva y quizá falto de un gancho central que termine de atrapar completamente. Eso sí, es un auténtico festín guitarrero, con hasta 6 explosivos solos diferentes. El disco termina con “Hell On Earth” (11:19), probablemente el mejor de los temas de Steve Harris, en el que reflexiona con desesperación sobre el estado actual de nuestro planeta, con niños soldado luchando en el nombre de Dios entre otras cosas, y formula su deseo de reencontrarse con todos al otro lado de este Infierno en la Tierra. El final, con Bruce Dickinson cantando con furia y emoción “Love in anger, life in danger, lost in anger, life in danger” justo antes de una preciosa coda acústica, es el perfecto broche al nuevo trabajo de la banda.

Pese a su calidad, el disco también tiene sus defectos, entre ellos el uso de clichés de la banda (por ejemplo, esa manía de que la guitarra de Janick Gers toque la misma melodía que canta Bruce Dickinson), algunos teclados que en ocasiones aportan poco a las canciones, una cierta tendencia al autoplagio por parte de Steve Harris y Janick Gers, y la autoindulgencia de Steve Harris, empeñado en convertir cada tema en algo épico. Aunque no creo que llegue al nivel del magnífico “A Matter of Life and Death” o de los discos con los que dominaron en la década de los ‘80, “Senjutsu” es un disco notable, con algunas interesantes novedades en el sonido de la banda, pero a la vez lo suficientemente cercano a lo que son Iron Maiden musicalmente desde la reunión con Bruce Dickinson y Adrian Smith en 1999 como para satisfacer a su enorme legión de seguidores.

¿Sera su último disco? Nadie lo sabe, pero esperemos que de no serlo no tarden 6 años en volver a editar nuevos temas.

Dani “GhostofCain”