DRAKUM “Zombie Dragons from Outer Space” (2020)

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Reseña originalmente escrita en catalán en El Rock-Òdrom

En su taller, que abarcaba toda la parte alta de su casa, sentado viendo a través de una ventana el fuego de una hoguera que arrojaba fuegos irregulares, Eilena pidió a los dioses que le concedieran un discípulo para poder pasar su poder. Aquel poder que un día fue concedido alrededor de un viejo roble blanco que ahora, con la edad y las batallas, amainaba. La noche ya había avanzado cuando tocaron a la puerta. Cansada, descendió la breve escalera de caracol y abrió una de las hojas de la puerta. Un hombre se presentó ante ella llevando en la mano un talego. Una banda que provenía de Cataluña, uno de los pocos lugares seguros del mundo que quedaba a raíz de la invasión de los dragones zombis, amenizaba la fiesta afuera.

Ninguno de los dos cruzó palabra por un rato. Fue la hechicera la que le invitó a dar un paseo por los alrededores. El pueblo estaba rodeado por un cinturón de abedules que habían sido plantados por las niñas del pueblo, ya hace muchos años atrás. Finalmente, al llegar a la hoguera, el hombre sacó un CD. En la caratula se leía: Drakum.

  • Es el grupo que toca ahora mismo – dijo Eilena.

Entonces el hombre dijo:

  • Sabido es que tienes el favor del roble y que envejeces cada día más, quiero que me demuestres tu gran poder.
  • ¿Una prueba de mi poder, dices? No creo que tal cosa sea tan poderosa como crees, a pesar de eso te mostraré una porción de ese “poder” que dices conocer de mí, entrégame el CD que llevas en la mano.

En ese momento, el público había sacado sus mecheros y alzaban sus cervezas para bailar al ritmo de “Tambors de Libertat”. En cuanto tocó el CD, el nombre de la canción se iluminó, dejando en el aire oscurecido por el humo el nombre de la canción.

Eilena rió.

  • Ahora, que suene mi canción favorita – dijo

Al instante, las letras resplandecieron y en el aire se vio el nombre de “Fins l´Ultim Ale”.

La voz de Ümbra Hatzler y el tremendo violín de Caleb pusieron al pueblo a saltar, abrazados junto al fuego.

El hombre impresionado preguntó si ya los conocía de antes, que esta era la primera vez,  desde sus inicios en 2009, que viajaban desde Barcelona hasta aquí. Eilena, sin inmutarse, le respondió que sí.

  • Lo primero que conocí fue unas composiciones que hizo Marc Martínez allá por 2008 y que subió a Myspace, era muy buenas y me gustaba mucho su estilo, aunque la batería y todos los instrumentos eran digitales. Claro que con Xavi Puiggalí ahora la cosa va muchísimo mejor, a veces pareciera que tiene más de dos manos y pies para tocar. La cosa es que después supe que había conocido a Javi Crosas, que ahora ya no está en la alineación, y que formaron una banda que es la que tiene a todos aquí como locos.

Eilena elevo el CD al aire y dijo en voz baja, casi en silencio: “We Are Alive”. Nuevamente las letras se iluminaron y volaron en dirección a los abedules.  José Luis Parreño con su bajo se puso espalda con espalda con Feni, que lleva la guitarra. La fiesta subió de tono, del Folk saltaban al Death Metal haciendo combinaciones poco habituales, cosa que parecía poner a todos en éxtasis.

  • Esto hace de este grupo único, esto que escuchas es la verdadera magia del roble blanco. La gente quiere esto, quiere fiesta con cervezas enormes y olvidarse de todos esos dragones zombificados que vinieron de no sé dónde del espacio y que andan quemándolo todo. Y tú, falto de fe, me pides a mí una prueba de mi poder. Pues aquí la tienes.

El hombre, con los ojos encandecidos, se arrodilló y le pidió que le mostrara de lo que de verdad era capaz.

  • Todos cuentan que eres capaz de regresar de las llamas algo que se ha convertido en cenizas, muéstramelo con ese CD que te parece tan maravilloso y te prometo seguirte ciegamente el resto de mi vida, atender tus necesidades hasta que me consideres digno de ser tu sucesor. Te lo ruego, es lo único que te pido.

Eilena le miró y tiró el CD al fuego, no sin antes ver las ultimas letras que se perdían en el cielo: “Zombie Dragons from Outer Space”. Mientras tanto, poco a poco se convertía en cenizas frente a la miraba del hombre.

  • Lo que me pides no lo puede hacer nadie, lo lamento si te he decepcionado. – replicó Eilena

El hombre recogió su talego, pidió perdón por no estar preparado para seguirle y prometió que un día volvería. Ambos sabían que tal cosa no sucedería. La gente, ya calmada, se tambaleaba al sonido del piano y el coro de hadas que anunciaban el final de la velada. Eilena lo vio perderse entre los abedules. Ella dio media vuelta y caminó hacia una taberna en la que en un tablón ponía “Mariposas de la Noche”, al cruzar la puerta dijo una palabra en voz baja.

El CD resurgió.

Daniel Huezo