Reseña originalmente escrita en catalán en El Rock-Òdrom
Que la pandemia ha restañado la trayectoria de multitud de grupos, es de cajón. Que los hay más mal parados que otros, también. Y que el virus ha cortado las alas de bandas que empezaban a volar bien alto, sin duda. Entre estas, Drunken Buddha.
Bregados en directo, con una potente y reconocida puesta en escena, después de un primer trabajo discográfico de diciembre de 2018 muy bien recibido que les permitió, entre otras cosas, presentarse y ganar el WOA Metal Battle Spain, quedar terceros en su edición internacional en Alemania y, como guinda, proclamarse ganadores de Festi Amas (el concurso de bandas asturianas más reconocido), se lanzaron a preparar su segundo álbum.
Pero he aquí que la pandemia llegó poco después, retrasando mucho la salida del disco hasta casi las postrimerías de 2020 y cortando de raíz las presentaciones en directo de este nuevo álbum, denominado simplemente “II” o “Drunken Buddha II”.
Con “Drunken Buddha II”, los de Gijón mantienen el sonido crudo y directo de su predecesor pero un pelín más endurecido, quizás consecuencia de los cambios en la base rítmica del grupo debido a la entrada de Fran Fidalgo al bajo y de Kay Fernández a la batería. Mantienen la voz de Michael Arthur Long, el teclado Hammond de Mario Herrero y la guitarra de Diego Riesgo. El buen sonido resultante es fruto del trabajo de producción en los Estudios Dynamita, toda una garantía de calidad. Mención aparte, hay que mencionar que las letras de tres de las canciones, “Three Shots”, “Purple Skin” y “The King”, han sido escritas por una persona ajena a la formación oficial de Drunken Buddha, Ángel Manuel González.
Escuchando el disco “Drunken Buddha II”:
He pasado por unas cuantas fases con “Drunken Buddha II”. Después de decenas de escuchas, todavía no tengo claro si me gusta mucho o no me acaba de convencer. Bien mirado, la cosa debe de estar en un punto medio.
A pesar de que el arte (chulísimo y a cargo de Yori Moriarty) del digipak mantiene la estética oriental que tenía el primer disco, las melodías y sonoridades de “Drunken Buddha II” me han transportado al «salvaje oeste». No sólo porque el videoclip que han hecho de “Hang’em High” (para mí la mejor canción del disco) contenga imágenes del western “Death Rides A Horse” de Giulio Petroni, es también porque el tratamiento del teclado consigue crear la atmósfera adecuada para llevarnos hasta ahí.
Esto lo vemos ya desde un buen inicio con el dúo que conforman la intro “March To Dementia” y “Sea Of Madness”, donde vemos como la esencia «purpleiana» sigue siendo marca de la casa. Recordamos a Whitesnake en “Devil’s Breath” y celebramos cómo la guitarra de Diego Riesgo sabe imprimir rock and roll del mejor en cada nota del disco.
¿Qué es pues lo que no me ha acabado de convencer en “Drunken Buddha II”? La voz de Michael Arthur Long. No hay duda de que el cantante de los asturianos es una bomba entregada a la causa. Se percibe en todas y cada una de las canciones del disco, en los videoclips y en sus actuaciones en directo que he podido encontrar en la red. Estoy convencido de que él solito es capaz de poner patas arriba cualquier audiencia y levantar al público de sus asientos en un abrir y cerrar de ojos. Sin embargo, a pesar de todas estas magníficas aptitudes, para mi gusto personal Michael grita más que canta, sufriendo en los tonos un poco exigentes y desmereciendo el resultado global del disco, impidiendo por lo tanto que éste me resulte excelente.
En conclusión:
“Drunken Buddha II” es potente, melódico, musicalmente ejecutado a la perfección y vocalmente cojo. Probablemente el anterior trabajo, menos heavy, encajaba más en las capacidades técnicas de su cantante y este, en cambio, se le escapa un poquito. Es mi sensación.
Con un frontman del nivel de Michael Arthur Long creo que vale la pena trabajar este aspecto técnico para sacar todo el jugo al gran trabajo que hay tras este disco para, cuando sea posible, defenderlo en directo y dejar boquiabierta a la audiencia. ¡Mucha suerte!
César Rojas “Jebimetal”