Editorial Abril 2021 “Tiempo de rescatar los viejos discos”

¡ Comparte esta noticia !

Me he propuesto no hablar de la Covid en el editorial de este mes. Por no ser cansino y por liberar un poco la mente de este monotema con el que llevamos ya más de un año. Tampoco de las penurias que están sufriendo los músicos, ya que a estas alturas poco podría aportar sobre el tema.

Hoy quiero hablar de lo que esta desgracia me está permitiendo recuperar, a nivel musical. Ha pasado un año, pero parece que hubiera pasado un siglo. Antes de la situación actual, cuando aún éramos dueños de nuestras vidas, podíamos disfrutar de una vida social que ahora nos está vetada. En mi caso, yo estaba habituado a asistir a una media de 4 ó 5 conciertos al mes, a los que añadía largas charlas con amigos, muchos de ellos relacionados con el mundo de la música, en comidas, cenas, aperitivos y piscolabis varios. Desde que estalló la pandemia y nos obligó a este confinamiento, más o menos estricto según estemos en plena ola o preparándonos para la siguiente, todo ese tiempo que antes pasaba en conciertos o reuniones con amigos, ahora lo paso metido en mi casa.

Todo este tiempo extra que ahora paso sin salir me ha dado la oportunidad de, entre otras cosas, recuperar la escucha de viejos discos a los que tenía aparcados desde hace mucho tiempo. Mi actividad en la web y en la radio hace que mi atención a la música siempre esté dedicada a la atención a los nuevos discos que me llegan regularmente y que suponen la actualidad musical. El alto número de material nuevo siempre me ha obligado a posponer constantemente la escucha por placer de aquellos discos que en su día me hicieron enamorarme del ROCK, con mayúsculas.

Este confinamiento domiciliario me ha hecho recuperar libros, DVDs y, por supuesto, grandes discos que llevaban demasiado tiempo en silenciosa espera. Y puedo deciros que está siendo una satisfacción alucinante. Por poner unos ejemplos, esta última semana he recuperado la escucha del primer disco de Atlas, “For Those About To Rock” de AC/DC, “En un lugar de la Marcha” de Barón Rojo y “Ciudad de músicos” de Topo. Han sido en total varias horas en esta semana dedicadas al disfrute de la música y de los buenos recuerdos que me traen estos trabajos, sin la presión de hacer unas escuchas dedicadas a escribir posteriormente mis impresiones sobre estos discos, lo que me ha proporcionado una relajación que echaba de menos. Y he recordado lo buenos que son y por qué me engancharon en su día.

Mientras dure este confinamiento me he propuesto recuperar cada día uno de estos discos antiguos, sin más objetivo que disfrutar de él. Sin tener que escribir una reseña, elegir un tema para la radio ni ningún tipo de objetivo posterior, sólo por el placer de escuchar discos que significaron algo en algún momento de mi vida. Quizás esto sea algo habitual en la mayoría de vosotros, pero para mí está siendo casi una novedad, después de 20 años empleando la mayor parte de mi tiempo en la labor periodístico-musical.

No quiero acostumbrarme a esta situación. Estoy deseando que recuperemos nuestras vidas, el contacto con los amigos, las charlas de música (o lo que sea) cara a cara, los conciertos, las presentaciones de discos y ruedas de prensa. Pero, a día de hoy, con la actitud adecuada para ver el vaso medio lleno, he recuperado el tiempo y la ilusión por rescatar esos discos que son parte de mi vida y sin los que yo no sería la misma persona. Además, me ha permitido hacer un viaje en el tiempo y recuperar las sensaciones que tuve al escucharlos por primera vez. Y es algo muy agradable.

La música, como siempre, al rescate de las almas atormentadas. En este año tan duro que hemos pasado ha sido mi tabla de salvación en más de una ocasión y ahora vuelve a mí, de otra forma, para ayudarme a pasar este trance.

Estoy oyendo justamente el mismo disco que mi vida revolucionó,
Tres minutos que pudieron más que quince años de educación.

Santi Fernández “Shan Tee”